14.1.07

inés weinberg

Del reportaje publicado ayer en “La Nación” extraemos las mejores definiciones de Inés Weinberg, la jueza argentina integrante del Tribunal Penal Internacional, actualmente en el tribunal multicultural e internacional de Arusha (Tanzania) donde se investigan las masacres en Ruanda de 1994.

Imagen de “La Nación”



Es muy difícil de entender cómo un buen día, el 7 de abril de 1994, tantas personas juntas salieron con sus machetes a matar a sus vecinos. Vivo sola en Tanzania [que limita con Ruanda], pues mi familia está en la Argentina, y a veces pienso que es una gran cosa, porque muchas noches llego a mi casa sin ganas de hablar con nadie, por los relatos que escucho. Es una deshumanización espeluznante la de las personas que llegan a esos extremos. Hablamos de vecinos que hacían piquetes y detenían camiones con mujeres y niños a los que masacraban en bloque...

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En una ocasión, un grupo de estudiantes de un colegio diferencial vinieron a Arusha y me pidieron que tratara de explicarles el genocidio de Ruanda. La explicación que encontré es que, tanto en el caso de la ex Yugoslavia como en Ruanda, la mayoría de la gente siguió a los demás. Un componente importante era sentirse parte y no ser discriminado por la sociedad de pertenencia. De modo que si uno del grupo dice "hay que matar", muy pocos se atreven a decir que no.

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Cuando uno ve a los acusados, se trata de gente como uno. Son personas muy normales que, despojadas de sus armas, dicen que no entienden cómo pudieron haber participado y cómo pudo haber pasado aquello. Muchos de los acusados estudiaron en Europa, hablan un francés impecable y son gente sofisticada. Allí no hay falta de educación. Yo pienso que hay luchas por el poder que se salen de control.

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Uno de los acusados es Simon Bikindi, un cantante hutu muy popular. El compuso varias canciones en kinyarwanda -una de las dos lenguas oficiales de Ruanda- que se escuchaban en los mítines políticos. Los casos impactan de distinta manera. Impacta que el primer ministro Kambanda se haya declarado culpable, porque, según dijo, no pudo haber ignorado lo ocurrido, dado su cargo, e impacta que haya sido condenado a cadena perpetua. Desde entonces, nadie más se declaró culpable de nada. Lo que impresiona es que alguien asuma responsabilidades, aunque sea parciales. Porque la mayoría las elude. Parece el caso Cromagnon. Es muy preocupante esa negación total de lo ocurrido, que parece llegar al extremo de querer decir que nada ocurrió. Lo demás es estar en una película de ciencia ficción. En el tribunal de Ruanda los abogados defensores todavía discuten que se haya cometido genocidio...


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Lo que parece claro es que, para que haya genocidio, tiene que haber un trabajo paulatino de muchos años identificando a un grupo como enemigo. Y eso tiene mayor alcance cuando los medios están en manos del poder político.

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En los casos que conozco, la violencia es producto de una acción paulatina a la que no le prestamos la debida atención en el momento adecuado. Uno deja crecer lo que cree que no es peligroso y que parecen actos aislados. Pero la acción es paulatina. Nadie se levanta un día y mata al vecino porque sí. Hace falta acostumbrarse a la idea de que el otro es diferente.

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Me sigue impresionando, en nuestro país, esa aceptación mayoritaria de que nos digan lo que tenemos que hacer. Aceptamos mucho que nos den la solución de los problemas. Lo veo con preocupación, porque, al no buscar cada uno la solución en uno mismo, mejorando lo que uno hace, se espera siempre el milagro. Y ésa es una de las condiciones para que ocurran excesos.


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Para que la crueldad prospere todo el terreno tiene que prepararse antes. Es muy importante como factor el miedo, y la deshumanización está muy ligada al miedo. El miedo por la supervivencia siempre comienza con hechos crueles. Es necesario educar en conceptos como comunidad y convivencia. Cuando me toca un caso muy difícil siempre releo a Hannah Arendt. En el caso Eichmann, se explica que la cuestión de la solución final, que involucró a tanta gente, obedeció a que esa gente creía que le estaba prestando un gran servicio a su país y que por eso tenía que hacer algo contrario a sus normas, para salvar a la patria. Eso es aplicable a distintos países en circunstancias aberrantes.


SUSANA REINOSO
Inés Weinberg: "Los genocidios ocurren en terrenos propicios"
(la nación, 13.01.07)

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