4.4.07
cinco hermanos
MIS GLORIOSOS HERMANOS
Pequeña película independiente canadiense que logra salir de la media con ciertos apuntes surrealistas y un humor zumbón. “C.R.A.Z.Y.” es el acrónimo formado con las iniciales de los cinco hermanos protagonistas de la historia: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Yvan. También, es el título de un tema de David Bowie, icono del glam rock, símbolo gay de los ’80. Signos exteriores de una historia: el reconocimiento de la identidad sexual. Con altos y bajos, la película de Jean-Marc Vallée deja un balance positivo: gana por su sinceridad y la emoción que exhiben sus personajes.
“Mis gloriosos hermanos” es la historia de la aceptación de la propia naturaleza gay. Zach ha nacido con un don: el de poder curar a otros. Es el cuarto hijo varón de una camada de cinco varones al hilo. Todos con sus características, sus propias personalidades. El drogadicto que sigue el modelo machista del padre, el nerd, el patovica, el gay y el gordito con cara de aburrido. Zach, protagonista del relato, niega su identidad, su distinción. Es distinto, como lo son todos. No sólo porque pueda curar a otros, también porque es gay. La película es la aceptación de esa realidad, no sólo propia, sino la de su padre, que quiere tapar el sol con la mano.
Detrás está un tema que se viene repitiendo en el cine de los últimos tiempos: el héroe que se niega al llamado a la aventura, el héroe que niega su don como una maldición. Interesante apunte sociológico nos induce esta repetición temática. Tal vez porque sean tiempos que falten héroes, sospechamos que su ausencia se deba a la falta de valor para tomar la responsabilidad de guiar a otros hacia el siguiente escalón.
El mejor logro del guión de Jean-Marc Vallé y Francois Boulay es que nunca, en ningún momento, la trama suena altisonante. Jamás deja el tono de la discusión familiar de sofá, de pelea doméstica. Por momentos es violenta y cruel, pero siempre vuelve al cauce de la consaguinidad.
Banda de sonido de colección, muy buen elenco y algunas salidas lisérgicas. No es una obra maestra, tiene sus momentos de debilidad, pero el filme termina ganándonos. Para anotar.
Hay muy buenos personajes en esta historia (en correlato con las actuaciones). Nos quedamos con el papel del padre, Gervais; el de la madre, Laurianne y el protagonista, Zach. Otro personaje enigmático (con reminiscencias de “Matrix”) es la adivina del tupperware.
Escenas: el abrazo final entre el padre y Zach; la pelea en la mesa de Navidad, donde Raymond explota descontrolado; las charlas con la pitonisa del tupperware; la escena inicial con el nacimiento de Zach.
Frases: “Yo quiero ser como cualquier otro”, “Gracias a Dios, no lo serás”; “No fumo, no bebo, no maldigo. ¡Mierda! ¡Dejé mi caja de porros en el bar!”; “¡Sé un hombre una vez en la vida y di la verdad!”, “¿Qué quieres oír? ¿Qué soy gay? ¿Un homosexual? ¿Qué chupo penes? Sí, algo sucedió, pero no con él. Tú sabes con quién”; “¿Qué es un hada?”, “Nada. Basura”
“Que se puede esperar de una religión que adora a un hombre desnudo y de pelo largo colgado de una cruz”; “Tienes que estar enfermo para meter tu pene en el culo de alguien”, “Hmm… tienes mala memoria”, “Eso fue diferente…”; “Es distinto”, “Todos son distintos”.
CONSEJO: esperar al video.
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