De ese caudal recordatorio, quedó algo claro: las frases son de la abuela, no del abuelo. Porque ese reservorio de sabiduría cotidiano era, fundamentalmente, femenino. El abuelo solía hablar menos, era más parco y menos comunicativo. Lo suyo era pico y pala. Otra distinción es la gran proporción de aportes “españoles” (gallegos, diríamos de puertas adentro), esto es, cuantas abuelas inmigrantes de la península ibérica trajeron su gracia y sus proverbios, a esta mescolanza étnica que es Argentina.
De esa misma charla, Roberto Calvo tiró el desafío: ¿y si hacemos una cadena, tipo Cadena Catártica del Viejazo del Último Milenio con las frases de la abuela? Bueno, el desafío está hecho a los visitantes de esta página. Aporten a:
invasionesinglesas@gmail.com
las “frases de la abuela” que alguna vez hayan escuchado, en casa, por la propia abuela o llegadas por otras fuentes, de otras abuelas habidas y por haber. Y estamos especialmente interesados en los aportes de los muchos visitantes de otras partes del mundo (principalmente, Latinoamérica y España), para ver cuán diferentes son estas enseñanzas en grageas y que variaciones, sobre el mismo tema, se han producido en otros lugares.
A modo de ejemplo, para romper el hielo, vengan las proporcionadas por Roberto Calvo a quien agradecemos, cálidamente, esta idea, esperando que esta cadena tenga la repercusión que supo tener la Cadena Catártica:
-El que se quema con leche, ve una vaca y llora.
-Mucho te quiero culo, pero no alcanzo a besarte. (“mi favorita” confiesa Calvo)
-Fulano no es santo de mi devoción.
-Prendé la luz, que ya vamos a estar a oscuras en el cajón.
-¡Qué sabés vos! A tocino, si te untan.
-El buey solo bien se lame.
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