Truenan los cañones. Es la señal (para uno y otro bando) del inminente combate. Las tropas avanzan, como había sido ordenado, por las calles indicadas. Algunos, como el teniente coronel Duff del regimiento 88, no tiene mucha fe en el plan de su jefe: ha dejado las banderas del regimiento en el campamento. Las tropas inglesas se internan en la ciudad en silencio, aún en penumbras, apenas iluminadas por las luces de aceite de potro. Faltaban 17 cuadras para el río, la meta y objetivo del plan de Whitelocke.
(Éste y otros posts sobre las invasiones inglesas pueden consultarse en: http://invasionesinglesas.blogspot.com)
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