10.7.07
mirada de adulto
LIBERO
Hay un hallazgo trascendental, en términos dramáticos, en “Líbero”: la mirada adulta en un niño. Cuando un chico tiene la astucia para saber que su madre no cumplirá con su palabra o que su padre iniciará una pelea sin sentido, tenemos la certeza de que ese niño ha dejado de ser niño. Tommi, el personaje central de esta ópera prima de Kim Rossi Stuart (protagonista del filme), tiene la convicción del resignado, del que ya sabe que nada cambiará, que las personas no pueden dejar de comportarse como lo han hecho siempre y que su vida será una callada cabalgata de deseos ni cumplidos ni expresados, muda aceptación de aquel que tapa (como el líbero en el fútbol) los baches de los demás. Esa certeza, en un niño que no ha empezado a vivir, eleva poéticamente al personaje. Poesía negra y cruel, sí, pero poesía.
Los Benetti son una familia en crisis. Stefania, la bella madre, se ha escapado con otro hombre. Renato ha quedado a cargo de Tommi y Viola, sus dos hijos. Camarógrafo, trata de salir adelante, pese a su carácter irascible (por momentos, violento) y la estrechez económica que lo limita. La ida de su mujer hiere su orgullo masculino, más allá de lo que quiera reconocer. Pero una tarde, Stefania regresa. Y ahí empieza a darse ese juego, tantas veces recorrido, de arrepentimiento, perdón, hacer buena letra, aburrimiento y nueva evasión.
El filme es la descripción de esa familia disfuncional, desde el punto de vista del menor de la familia, desde el chico que asiste, testigo en silencio, a cada desaguisado de sus mayores. El logro del filme, como ya fuera dicho, es que este personaje tiene mayor madurez que los mayores que deberían cuidarlo.
En la crisis de los modelos que atraviesan sus padres, Tommi ha alcanzado un escalón superior: el de la comprensión y la piedad. Que ese escalón haya llegado a tan tierna edad no es síntoma auspicioso, sino signo claro de que a ese chico le han quitado la posibilidad de ser feliz y de crecer como un chico, con la despreocupación egocéntrica propia de la infancia.
Para contar esta historia desde tal nivel de sutileza, se necesita un buen guión (coautoría del propio Kim Rossi Stuart, Linda Ferri, Francesco Giammusso y Federico Starnone) y un elenco muy cálido. Alessandro Morace, Tommi, se lleva las palmas; Barbora Bobulova, las babas.
Escenas: el retorno de la madre; la ida de la madre (preanunciada por Tommi, antes de llegar al umbral); las caminatas por el borde del tejado; el regreso de Tommi, para consolar a su padre.
La frase: “Pero líbero, está bien”.
CONSEJO: puede esperarse al video, pero es una muy buena opción en cine.
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