9.7.07
yo estuve el día que nevó en Buenos Aires
Ya sé. No me creés. Pero, ¿para qué te voy a mentir? Yo estuve ahí. Sí, estuve. El día que nevó en Buenos Aires. No, pará, ¿cómo 1918? ¡Déjate de joder! No. En el 2007. El 9 de julio. Un frío de cagarse. Invierno duro, ¿eh? El Observatorio, como siempre, no pegó una. Chaparrones, frío, pelotudeces así, pero decirte: “¡ojo que nieva!” ni en pedo. Ya sabés como son. Se parecen a esos giles de TyC que te dan cátedra cuando termina el partido. Pero antes, ni abren el pico. Ya sabés, con el resultado puesto, cualquiera es Gardel.
Ya se veía venir, no es porque te lo diga ahora, sino que los que me conocen lo saben. Esa mañana, abrí la puerta de casa y dije: “Hace frío”. Pero ojo, no dije “hace frío”, como quien dice “hace frío”. No, señor. Era todo un “Hace frío”. ¿Entendés? Un “hace frío” de proporciones épicas.
Y poco después del mediodía llegaban las noticias. Que en Lomas, que en Pergamino, que en el Centro, que en Devoto. Yo lo vi venir, como la nevada esa del Eternauta, entendés, nos vamos todos a la mierda, pensé. Qué sé yo, “El día después de mañana” o algo así. Pero no dije nada, no quería levantar pánico. Mejor que no se dieran cuenta lo que venía. Total, ¿para qué? Si esperábamos que alguien viniera a rescatarnos, estábamos jodidos. Para colmo feriado. Sí, claro, todavía festejábamos el día de la independencia (otra de cine catástrofe, qué raro, ¿no?), cosas que se nos daban por joder, por no tirar un feriado al pedo, por tener otro fin de semana largo y no ir a laburar, porque mirá que festejar eso de la independencia, ¿quién se lo iba a crer?, había que ser flor de pelotudo, si hacía años que estábamos entregados de pies y manos.
Se veía que la gente tenía ganas de festejar, porque salieron a la calle y se hacían los monos para la televisión. “Metanse para adentro” grité yo y los cerré a todos con llave. Al Bobby también. No es que me gustara tenerlo al perro adentro (para mí los animales tienen que estar en el patio, que es su hábitat natural, donde está la cucha) pero en ese momento pensé en las proteínas. Sí, lo hice. No me avergüenzo. En momentos como eso, sobrevive el más fuerte. Además es un perro de talla media, más bien tirando a gordito. En un momento de desesperación, no sé… para un par de días nos daba. Eso pensé y no me avergüenzo. Que querés que te diga. Es un animal. Está bien que lo tengo hace mucho, pero la prioridad, ese día, era las personas. Decime desalmado, decime lo que quieras, pero es así…
Pero la gente no se daba cuenta. Festejaba. ¿Qué había que festejar, querés decirme? Más con la crisis energética. Que no pasa nada, no pasa nada, que es como la inflación que está todo controlado. ¡De acá que estaba bajo control! ¡No sabían que carajo hacer! ¡Mira si los conozco a esos turros del gobierno! ¡Nos iban a cortar la luz y a cagarnos a todos de frío! ¡Frío y hambre! ¡Y agua tampoco, porque se iba a congelar en las cañerías! ¡Seguro! Para colmo, no hacía ni un mes que lo habíamos votado a Macri. ¡Nos tenían acá, entre ceja y ceja! ¡Nos la tenían jurada! Cualquier excusa era buena. ¡Y la nieve les venía como anillo al dedo! ¡Te lo juro! Se hacían los pelotudos, nos cortaban la luz, el gas, el pan no lo podías pagar por lo que había aumentado y… ¡ya está! No tenés nada para morfar, te morís de hambre. Plan redondo. Al otro día pasabas a sacar los cuerpos y apilarlos en los camiones de MANLIBA, de madrugada, para que nadie se diera cuenta para tirarlos en la reserva ecológica. Después la naturaleza hace resto. ¿Quién iba a mirar el padrón electoral del otro año, si se había reducido a la mitad? Yo me di cuenta, ese era el plan, seguro que estaban liberando las frazadas de las unidades básicas y los centros de participación, para cuidar a sus afiliados. Te lo juro… con esas no me pasan… yo sé como piensan, como si los hubiera votado…
Todo eso pensaba uno, mientras los otros giles forreaban por la calle, abajo de los copos de nieve… que te digo ya eran así, de este tamaño, parecían adoquines, que si te pegaban bien, no sé, te desnucaban, así de grandes eran. Si se veían, cada dos o tres metros, los gorriones con la cabeza reventada, contra la vereda, ¡qué digo la vereda! ¡la nieve acumulada! ¡Si se trababan las puertas y no podías salir! ¡Y los giles abajo, festejando en la calle, no se daban cuenta que no iban a poder entrar! ¡Y los lobos ya estaban asomándose por la General Paz! ¡Se escuchaban el auuuuuu que hacen cuando están con hambre y frío! ¡Si los escuchaba!
No, si fue fulera, te juro… unos días horribles. No sé como sobreviví… mirá…
No, el Bobby bien. No, no es que no hiciera falta… pero tenés que ver los mordiscos que pegaba… no había manera de meterle la mano encima… Se dio cuenta, seguro, que era boleta… es que los perros son muy intuitivos… te acercabas con el tenedor en la mano y te mostraba los dientes…
Siempre se supo cuidar solo, eso sí… Pero que fue brava, fue brava…
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario