sólo nos queda París

RATATOUILLE

A ver, busquemos nuestras críticas anteriores de los filmes de PIXAR. Contemos los adjetivos, recordemos las frases. ¡Pucha! ¿Cómo no volver a repetirse?, ¿qué otra cosa se puede decir que no fuera dicha ya? Tal vez, “Ratatouille” es una celebración del cine, un ramalazo de aire fresco entre tantas ideas viejas, entre tanto descontrol de efectos especiales y héroes descafeinados. “Ratatouille” es una de esas películas imprescindibles para recordar porqué (si es que se nos olvidó) amamos esta rama del arte más que ninguna otra. “Ratatouille”, así, sin vueltas, es una película noble y algo de su bondad (aunque sea un cachito) la podemos llevar pegada al salir del cine.



En la mejor ciudad del mundo, en la capital dónde se elevó la gastronomía al nivel del arte, crece Remy, una rata gris azulada, con olfato sutil y paladar negro. De gusto excéntrico, para sus congéneres, Remy no come cualquier cosa, sino que elige sus alimentos y los combina, con gracia y criterio. Eso le lleva no pocos problemas con su familia, sobre todo con su padre, que le hace ver que el mundo está dividido entre hombres y ratones y que los mundos de cada uno no se cruzan jamás. Que aprenda a alimentarse de la basura, sin distinguir calidades. Que se adapte a las reglas de la roña. Porque el mundo no puede ser cambiado.



Pero Remy piensa distinto, influido por el Gran Chef Gusteau que supo decir que cualquiera puede ser cocinero, que no importa el origen para llegar a la cima del arte gastronómico y que sólo hay que tener fe en la propia capacidad y audacia para seguir un nuevo camino.

El destino lo pone a Remy en el sombrero de Lingüini, un novel ayudante de cocina del restaurante de Gusteau (ya fallecido). Y él, desde las sombras, lo ayudará a convertirse en el Chef de París.

De eso se trata “Ratatouille”, de una rata que se atreve a pensar que el mundo no está dividido en castas insuperables, sino que un individuo puede hacer la diferencia y ser aceptado por sus cualidades, obviando su origen.



Entre líneas, la historia de “Ratatouille” alude a ese snobismo intelectual que compartimenta el saber (tanto en sentido de sapiencia como en sentido de sabor) en clichés emanados como verdades reveladas por eminencias ilustrísimas. Argumentos de autoridad para reestablecer el sistema de castas, en otro nivel, el intelectual o artístico. Detrás está el mismo mecanismo conservador que intenta separar los unos de los otros. La elección del sencillo plato campesino, en un momento clave de la película, es una cachetada a tanto academicismo soberbio, a tanto estereotipo sofista. El personaje de Anton Ego es la proyección física de este pensamiento “oficial”, el crítico gastronómico que no tiene placer en comer. (Advertencia a aquellos críticos de cine que han perdido el gusto de ver películas).



Aún a riesgo de repetirnos, ése es el secreto de PIXAR, el porqué se mantiene como la productora número uno en cine de animación infantil (sic). Hasta este momento, no hicimos referencia ninguna a las delicias de la animación. Hablamos de la historia. Y eso que sólo basta ver las texturas de los alimentos logradas en la animación de esta película, para saber el impresionante trabajo realizado, para darse cuenta cómo se ha llevado la animación a un escalón superior. Pese a todo ese esfuerzo material, el efecto especial siempre se subordina a la historia. Y por eso funciona. Es tan sencillo y tan difícil de reconocer para algunos.



Otro logro de la animación, es el diseño de las persecuciones, ubicando la “cámara” al nivel de los ojos del ratón que es perseguido por los recovecos de la gran cocina del restaurante Gusteau. Para prestar especial atención, además, los gestos del ratón, personaje estrella. Las expresiones de Remy son cómplices fundamentales de más de un gag y de lograr el efecto de carcajada del que carece (salvando las distancias técnicas) “El arca”, la producción argentina que comparte cartel con “Ratatouille” en estos días.


Disfruten la voz de Peter O’Toole detrás del crítico Anton Ego y de Brian Dehenny detrás del paternal Django.

Las escenas destacadas: el primer encuentro entre Remy y Lingüini; el beso entre Colette y Lingüini; la colaboración de los ratones en la cena trascendental para Linguini; la elección del plato para que lo califique Anton Ego; la charla entre Remy y su padre quien intenta hacerle comprender la diferencia entre hombres y ratones.

Las mejores frases:

Sabes. No es cosa de sobrevivir. Es cosa de descubrir o crear.

Por eso les digo: nunca dejen de buscar lo que quieren. Si siguen van a ver algo mágico, con el corazón. Nadie va a poder definir tus límites porque seas como eres. Lo único que importa es tu alma. Lo que digo es cierto: trabaja duro pero procura sentirlo. Y si lo haces, serás grande.

Si te enfocas en lo que dejaste atrás, nunca podrás ver lo que es la vida. Entonces alza la mirada y ve a tu alrededor.

Estás aquí con tu líder. Eres un cocinero. El ladrón piensa: “tengo hambre” y la roba. El cocinero, no. El cocinero prepara. La comida vendrá, siempre viene a todos los que les gusta prepararla.



¡Dios! ¡Paris! Todo este tiempo, he estado en Paris. Es hermosa. Es la más hermosa.

Tendría que pasar un milagro: los que lavan los platos o limpian la cocina, no cocinan.



Ya estoy muerto… pero está arruinando la sopa.

¿Qué mejor lugar para soñar que el que nos encontramos?

-¿Cómo pudo cambiar?
-Lo cambió. Simplemente lo hizo.

-¿No te quedarás?
-No. No es una gran cosa, papá. Sólo que no iba a permanecer aquí por siempre. Eventualmente los pájaros abandonan el nido…
-No somos aves. Somos ratas. No abandonamos el nido, los hacemos más grandes…
-Quizá somos un tipo distinto de ratas…
-Quizá no eres una rata del todo…
-Quizá es un buen punto…

-¡Quiero combinar cosas! Quiero darle algo a este mundo



-Así es cuando las ratas confían mucho en el estilo humano. El mundo en que vivimos pertenece al enemigo, debemos vivir muy cuidadosamente… Debemos cuidar a nuestra propia especie, Remy. Cuando todo está dicho y hecho, sólo nos tenemos a nosotros…
-No, papá. No lo creo. ¿Me estás diciendo que el futuro es… sólo puede ser… más de esto?
-Así son las cosas; no puedes cambiar la naturaleza.
-Cambiar es natural, papá. Es la parte en la que podemos influir. Y comienza cuando lo decidimos.
-¿Adónde vas?
-Con suerte… adelante.

No me gusta la comida que no amo. Si no la amo, no la trago.

El futuro será en comidas enlatadas.

-¡Oh, por favor! Estoy cansado de fingir. Pretendo ser una rata para mi padre, pretendo ser un humano para Lingüiní, pretendo que tú existes y que le hablo a alguien. Sólo me dices cosas que ya sé. Sé quién soy… ¿Por qué necesito que me lo digas?
-Eso… ¿Por qué lo necesitas?

-No puedo elegir entre dos cosas que quiero. No hablamos de cocinar. Hablamos de gustos
-¿Esto realmente es importante para ti? Cocinaremos porque somos familia. Dinos qué hacer y lo haremos



De muchas formas, el trabajo del crítico es fácil. Nuestro riesgo es muy pequeño y disfrutamos de una posición superior sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su propio interés a nuestro juicio. Prosperamos en la crítica negativa, que es divertida de escribir y leer. Pero la más amarga verdad que un crítico debe enfrentar es que, en el gran esquema de las cosas, la pieza promedio de basura es más significativa que nuestra propia crítica que la designa. Pero hay veces cuando un crítico toma verdaderos riesgos, y es cuando descubre y defiende lo nuevo. Anoche, experimenté algo nuevo, una extraordinaria comida de una singularmente inesperada fuente. Hay que decir que ambos, comida y su creador, han desafiado mis preconceptos, fuertemente subestimado. Ellos conmovieron mi alma. En el pasado, no fue ningún secreto mi desdén al lema del famoso Chef Gusteau: “Cualquiera puede cocinar”. Pero sólo ahora caí en la cuenta de lo que verdaderamente significa. No todos pueden convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede venir de cualquier lado. Es dificultoso imaginar más humildes orígenes que la de este genio que ahora cocina en lo de Gusteau quien, en opinión de este crítico, no es nada menos que el más fino chef de Francia. Retornaré a Gusteau, próximamente, hambriento por más.



Si hay algo predecible en esta vida es que es impredecible.

-¿Está interesado en el postre, señor?
-Claro que si
-¿Cuál quisiera?
-¡Sorpréndeme!

Oigan, esta historia se pone mejor cuando yo participo…

CONSEJO: imperdible.



Para los visitantes de esta página, trailers del “Ratatouille”:

En español, la secuencia del encuentro entre Lingüini y Remy, con introducción del director Brad Bird:



En inglés:



Trailer en español:



En inglés:



Que lo disfruten.