Los efectos de la “revolución industrial” en el fútbol se representan por:
a) El desmesurado dinero en juego.
b) La deshumanización-desafectividad del jugador con el juego y la divisa.
c) La sustitución de lo improvisado, que suele ser confundida como genialidad, por la obediencia sistematizada y tediosa de lo previsto con sentido de “productividad” que no arroja una mejor producción de espectáculo, ni efectividad futbolística.
d) La prevalencia de un jugador egoísta-angustiado y la progresiva extinción del jugador altruista-despreocupado.
e) El reemplazo del ídolo nacido, por el ídolo inventado por el enorme aparato promocional-publicitario, partícipe de la industrialización del espectáculo.
f) La avasallante mistificación que intenta situar a la ciencia y a la tecnología como factor rector de una actividad forzosamente regida por la espontaneidad, siendo que se trata de una contienda de oposición directa, donde el previsionismo es tan relativo como lo espontáneo en la ciencia de las cosas mecanizadas.
g) Superando las mismas proporciones de la “revolución industrial” con sus deshumanizaciones científicas, la deshumanización del fútbol mecanizado no respeta siquiera la edad infantil, donde ya el jugador es objeto de intentos de conversión en autómata de lo preconcebido, con obligada extirpación de su sentido lúdico del juego y su placer natural por lo divertido. Aún a esa edad, el futbolista de nuestro tiempo ya es un angustiado, ya no se divierte. Ya “es serio”, ya no ríe como niño, ya está preocupado como hombre.
h) A la manera que las letras y las artes ven reducida su vigencia a disminuidos núcleos que no representan “el gran público”, el fútbol en su artístico sentido ortodoxo se ha convertido en dominio de minorías sin trascendencia, dentro de la succión que la industrialización del fútbol como espectáculo ha hecho del fútbol como juego profesional, que en alguna media siempre fue. La relación de la decadencia pública de escritores y artistas con la gran divulgación de las proezas en el mundo espacial y atómico es perfectamente homónima con la enorme cantidad de interesados por el fútbol que ignoran cómo se golpea una pelota, pero dominan con dialéctica de gran “agiornamento” los movimientos de jugadores que se atribuyen a planificaciones con que ciertos técnicos dicen gobernar previstamente esa puja de imprevistos y espontaneidades que es un partido de fútbol.
Hoy cualquier espectador habla de “relevos” (transferencia de un compañero a otro de una acción en el campo), e ignora que la velocidad es fruto de la relativa lentitud previa, o que partiendo velozmente las jugadas finalizan lentamente. Y a la manera que la literatura se pone a la zaga de la técnica para conservar su puesto y acepta las obras de ciencia-ficción, en el fútbol los jugadores que saben de la mentira de aquellas formulaciones mecanizadas se avienen a someterse a ellas “para durar”, para salvarse de la defenestración que, rápidamente, les acarrearía su no asimilación al oleaje industrializante de sus habilidades, convertidas en patrimonio de estrategas que ya anuncian el uso de intercomunicadores a transistores para conversión de aquellos en dóciles robots.
DANTE PANZERI
“Fútbol. Dinámica de lo impensado” (1967)
jarabedetablon.blogspot.com
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