30.10.07

últimos días del tirano

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CÓMO CELEBRÉ EL FIN DEL MUNDO

Hace unos meses vimos “Bucarest 12.08”, una película rumana, en tono de comedia, sobre los días de la caída de Ceaucescu. Del mismo país llega “Cómo celebré el fin del mundo” que también examina la conducta de la población rumana en esos días. Con menos fortuna que su antecesora, pero valiosa por la actuación de sus dos protagonistas principales y por algún que otro hallazgo que vale la pena rescatar.

“Cómo celebré…” está estructurada en tres partes claras. La primera parte (la más lograda, a nuestro entender) es la historia de una adolescente rumana creciendo en los últimos días del régimen tiránico de Ceaucescu. La directora y coguionista del filme, Catalin Mitulescu logra los mejores momentos mostrándonos esas cosas de la vida cotidiana, esos pequeños momentos que conviven con el horror de una dictadura que ya da síntomas de declive irreversible.

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Eva tiene 17 años y tiene un admirador en su colegio secundario, vecino e hijo de un policía, por lo que es bien mirado por los padres de Eva que le sugieren la conveniencia de tenerlo a su favor. Un incidente menor (la caída de un busto de Ceaucescu) modifica, fatalmente, el romance adolescente. Las acusaciones caen sobre Eva que, tozuda, prefiere ser degradada a una escuela de menor nivel (“correctiva”) que señalar a su novio quien no tiene empacho en quedarse callado y no salir en su defensa.

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Allí empieza otra película, el loco intento de escape de Eva y Andrei, un nuevo compañero del colegio, entrenándose en sesiones de mortificación diaria para cruzar nadando el Danubio. Este segmento es, ostensiblemente, menor al otro.

El último segmento tiene como protagonista a Lalalilu, el hermanito menor de Eva, quien, al ser elegido en un coro escolar para cantarle al dictador, planea el asesinato del hombre fuerte de Rumania.

Decimos que se destaca el primer segmento porque la historia fluye naturalmente, sin golpes de efecto, personajes surrealistas ni giros forzados. Creemos que la verdadera película estaba ahí y que hay un par de ideas interesantes que vale la pena reflexionar.

En primer lugar, cómo el entorno político se mete en la vida cotidiana. Eva es una adolescente común con las prioridades normales de esa edad: novio, besos, relaciones, risas, despreocupación. Pero el asfixiante peso de la dictadura interrumpe lo que debía ser un romance normal adolescente. La paranoia asoma en cada momento cotidiano, en cada conversación, una mancha que se esparce en cada intersticio privado, una mancha que lo cubre todo.

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Otra línea es observar que, pese a lo asfixiante que sea el totalitarismo, hay un espacio en que la gente trata de comportarse normalmente, una rutina para sobrevivir a la noche, del modo que se pueda. Los chistes, los mimos, los romances, los pequeños actos son minúsculos actos heroicos de resistencia.

Agreguemos un apunte más, de interés dramático. Suponga que usted se ha resistido a venderse a lo que el régimen le propone, esto es, perder la dignidad. Suponga que ha resistido años y años, que ha intentado modo de ganarle pero que lo tienen cercado. Suponga que siente que está gastando los últimos cartuchos y que, finalmente, tiene ceder. Imagine, por un momento, que usted está en esa situación y se entrega, pierde la dignidad, se prostituye de una u otra manera.

Y ahora piense que sentiría si al otro día el régimen se derrumba y usted es, sólo 24 horas después de su abdicación, totalmente libre.

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Un punto para anotar: estas películas del ex Bloque del Este nos muestra la pesadilla cotidiana que era vivir en los regímenes totalitarios comunistas. A 90 de la Revolución Rusa, sería interesante escuchar alguna opinión de Nuestra Izquierda Autista Autóctona sobre cómo mutaban en dictaduras insoportables los paraísos marxistas leninistas teóricos. Bueno, está bien, de eso no se habla, mirá si vamos a acordarnos de todo, ¡vos también! ¡Qué ganas de jorobar que tenés!

Si el filme se desperdiga al final, sospechamos, es por haber abandonado esa línea principal que se adivinaba en la primera parte de la película. De hecho, el último segmento tiene el protagonismo dominante Lalalilu, el hermanito menor de Eva.

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El elenco resulta simpático y gran parte de esa calidez sostiene la película. Se destacan los protagonistas centrales, la bella Doroteea Petre como la Eva adolescente (linda la chiquita en uniforme escolar) y Timotei Duma, el hermanito de Eva, que nos hace recordar al nenito de “Cinema Paradiso”.

En suma, una película con algún que otro buen momento, con su interés antropológico e histórico, no del todo perfecta pero mirable.

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Escenas destacadas:

Los entrenamientos en la bañera, con agua fría, para acostumbrase a la temperatura del Danubio; la escena de la caída del busto de Ceaucescu; el bautismo cuando el abuelo se enoja al ver al policía; el triste paneo final de la nueva posición que ocupa el influyente policía, tras la caída del dictador; el documental con la silbatina a Ceaucescu que precipitó el final de la dictadura rumana.

La frase: “No vuelvas a hablar más ni de Dios ni de Ceaucescu”.

CONSEJO: esperar al DVD.

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