libreta chatarra: aquí yacen

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GALLIPOLI

Gallipoli es una península turca (y una ciudad en esa región), en el estrecho de los Dardanelos. En esa región escabrosa, entre abril y diciembre de 1915, se desarrolló una cruenta operación militar, dentro de las acciones de la Primera Guerra Mundial. Franceses, ingleses, australianos y neocelandeses enfrentaron a las tropas del Imperio Otomano (con el apoyo de los alemanes) en sucesivas ofensivas y contraofensivas que empantanaron a ambas fuerzas, con un saldo global de 250 mil hombres muertos en la acción. Paradojas de la historia, el gran esfuerzo y la masacre de Gallipoli, no tuvo relación directa con el resultado final de la guerra. Los que debieron evacuar la península, en diciembre de 1915, ganaron la guerra; los que defendieron exitosamente su territorio, debieron abdicar meses después.

Desde 2005, “Gallipoli” es también un documental del director turco Tolga Örnek con pocos recursos visuales en lo que respecta a recreaciones y dramatización, falencia que supera con creces con la variedad de los testimonios y el alto contenido dramático de su descripción. Örnek ha tenido la muy buena idea de contar la historia de esta batalla desde los protagonistas, a partir de las cartas de uno y otro bando, cartas que nos ubican no ya en el campo de batalla, sino dentro del uniforme del tipo que había sido llevado, por los caprichos del hombre, al centro mismo del infierno.

“Gallipoli” basa su desarrollo en el seguimiento de unos diez soldados, evolución que registramos con las lecturas de sus cartas, leídas en off por Jeremy Irons, Demetri Goritsas y Sam Neill. Desde lo visual se acompañan las palabras con primeros planos de fotografías, documentos, algunas tomas del lugar tal como está hoy en día, alguna recreación más bien precaria de una trinchera, un foso, el caño de un fusil disparando tras un saco de arena. Esta austeridad desde lo visual, obliga a sostener el filme en las palabras. Por eso, es un documental que exige una profunda concentración por parte del espectador. Pese a esa aridez conceptual, es una impactante experiencia emotiva e histórica.

Varias ideas asoman con la visión de “Gallipoli”. Primero, la falta de capacidad de los líderes políticos y militares británicos (Churchill fue uno de los ideólogos del plan de ataque a los Dardanelos). La segunda idea, la crueldad sin fin de la guerra, la maldad pura que enfrenta a los hombres con lo mejor y lo peor de sí mismo. Una tercera línea: ante el desamparo que sufren ambas fuerzas por la desatención de sus superiores, conmueve ver cómo se conforma el respeto mutuo, la compasión, la admiración por el adversario, unidos por un honor del que carecen sus mandos estratégicos.

Otro apunte de interés histórico es percibir el deterioro psicológico que van sufriendo los soldados, a medida que la campaña se pone más y más cruenta. El registro se detecta en cómo van variando las cartas, cómo el tono se pone más oscuro, cómo se repiten las reflexiones de destrucción, de resignación y de aceptación de la muerte próxima como un hecho inexorable.

Un hallazgo del documental es aportarnos la percepción olfativa del campo de batalla: los cuerpos descompuestos, el barro, la suciedad, la sangre, las moscas posadas en los excrementos, en las caras, en los platos de comida, la tierra descompuesta de tanta carroña.

Con su aridez conceptual, “Gallipoli” es un documental ineludible para aquellos que gustan de la historia. Y lo es, también, para aquellos que se interesen en estudiar cómo actúa el ser humano en una situación límite.

Frases:

Desearía mucho vivir lo suficiente para escuchar una explicación de esto, pero temo que no será así.

¡Basta de matanzas! ¡Basta de matanzas!

Temo dormirme porque mis sueños son terribles

Hasta el más delicado se vuelve salvaje y el más salvaje, llora.