8.7.08

regreso a Narnia

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LAS CRÓNICAS DE NARNIA: EL PRÍNCIPE CASPIAN

La saga de Narnia tuvo un problema de timing: no tuvo suerte suceder a “El señor de los anillos”. La alegoría cristina de C. S. Lewis tiene más de un punto de contacto con el universo tolkiano, surgido de las charlas que ambos autores mantenían por los jardines de Oxford. Este episodio de Narnia mejora varios escalones respecto de su antecesora y redondea una película más que aceptable. Sigue arrastrando el peso de la mala actuación de los dos adolescentes mayores del cuarteto protagónico central; pero la historia ha mejorado lo suficiente para lograr que Ana Popplewell y William Moseley molesten lo menos posible.

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En este episodio, el tema es la degradación del reino de Narnia, al borde de la extinción, tras la ida de los chicos y del propio Aslan. El salto temporal es de más de mil años y estamos en un mundo similar a la Europa Medieval. Los telmarinos (descendientes de piratas) dominan la región y a su mandato brutal se han replegado las fuerzas de la naturaleza: los árboles ya no se mueven; los animales se comportan como bestias salvajes. Así como son tratados, así responden.

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El mundo de Narnia al que regresan los chicos es un mundo cruel, frío, amargado, de pequeñas luchas cortesanas. Las maravillas se esconden entre las ruinas de un pasado dorado. Hay un síntoma común en los narnianos: un rencor decepcionado por la ida de Aslan, el león (metáfora de Cristo). “Aslan nos abandonó también” clama un personaje con encono.

Ese es el tema del filme: las cosas son distintas. Cristo no puede volver. Espera que los hombres lo llamen. En su decepción, los narnianos han dudado de Aslan y de sí mismos. Esa es la verdadera prueba que afronta Narnia: recuperar la fe. En esa tarea, el único personaje que tiene en claro lo que hay que hacer, es la dulce Lucy, fundamental como en el primer episodio de la saga.

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“Las crónicas de Narnia: el Príncipe Caspian” tiene un villano de características interesantes, El Rey Miraz, interpretado por el italiano Sergio Castellito. El tipo no es perverso por naturaleza, sino que es un malvado por el ejercicio práctico del poder. Es el Príncipe Maquiavélico, el tipo que sabe que hay cuestiones de Estado que se imponen sobre los principios éticos (así salen los reinos, es preciso decirlo). Su personaje se sabe finito, rodeado de traidores y vulnerable. Perfil psicológico muy superior a su oponente dramático, el chirle Príncipe Caspian que le da título al filme.

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Escenas destacadas: el hundimiento de la tierra en el fragor de la batalla; la toma frustrada del castillo de los telmarinos; el encuentro entre Lucy y Aslan; la reaparición de la Bruja del Frío.

Frases:

-¿Quién vivió aquí?
-Creo que nosotros.

¿Dónde has estado en los últimos cien años?

-No, la verdad es que son narnianos. Se supone que están extintos.
-Siento decepcionarte.

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Hay que cuidar nuestras palabras, con el mismo cuidado que se elige a los amigos.

-¿Cómo permitió Aslan que esto sucediera?
-¿Aslan? Nos abandonó al mismo tiempo que ustedes.
-No quisimos abandonarlos, ¿sabes?
-Pero eso no cambia las cosas ¿o sí?

-¿Por qué yo no lo vi?
-Tal vez no querías hacerlo.

Nada pasa dos veces del mismo modo, querida.

Sólo están considerando dos opciones: morir aquí o morir allá.

Creo que ya esperamos a Aslan lo suficiente.

Es tu oportunidad de convertirte en la más noble contradicción en la historia: el telmarino que salvó a Narnia.

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-Tienes suerte ¿sabes?
-¿A qué te refieres?
-Pudiste verlo. Desearía que me hubiera dado alguna prueba.
-Tal vez la prueba se la debemos dar nosotros.

Dejé mi linterna en Narnia.

CONSEJO: esperar al DVD.


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