7.7.08
las mil y una
Sherezada lleva a cabo una verdadera proeza, sin duda. No puede devolver la vida a las decenas de muchachas sacrificadas a lo largo de un año por el déspota salvaje, que vengaba en esas efímeras esposas de una noche la humillación que había sufrido al verse engañado por sus disolutas concubinas de antaño, pero, con sus astucias de gran narradora, desanimaliza al bárbaro, que hasta antes de casarse con ella era puro instinto y pulsión, y desarrolla en él las escondidas virtudes de lo humano. Haciéndolo vivir y soñar vidas imaginarias, lo "enrumba" por el camino de la civilización.
No existe en la historia de la literatura una parábola más sencilla y luminosa que la de Sherezada y Sahrigar, para explicar la razón de ser de la ficción en la vida de los seres humanos y la manera como ella ha contribuido a distanciarlos de esos oscuros orígenes de su historia en los que se confundían con los cuadrúpedos y las fieras. Y ésa es, sin duda, la razón de que Sherezada sea uno de los personajes literarios más seductores y perennes en todas las lenguas y culturas.
(…)
Las mil noches y una noche no es un libro árabe traducido a las lenguas occidentales, como se suele creer. Sus orígenes son remotos, intrincados y misteriosos. Se trata de multitud de historias, orales y escritas, de origen principalmente persa, indio y árabe, pero también de otras culturas menos extendidas, algunas antiquísimas, procedentes las más viejas de los siglos IX y X, aunque sobre todo del siglo XIII, que, a partir del siglo XVIII fueron recopiladas y vertidas al francés, al inglés y al alemán, por arabistas europeos.
El primer traductor europeo de Las mil noches y una noche fue el francés Antoine Galland (1646-1715). Esta traducción tuvo un éxito extraordinario y fue vertida a su vez a otras lenguas europeas. La enorme difusión de estos relatos en Europa y el prestigio que alcanzaron hicieron que en el mundo árabe, donde hasta entonces eran desdeñados por los intelectuales como literatura barata y populachera, se rectificara este criterio y empezaran a aparecer las primeras recopilaciones en la lengua original de la mayoría de los cuentos. Recomiendo a quien quiera orientarse en esta enmarañada genealogía los eruditos estudios del arabista español Juan Vernet, uno de los mejores traductores al español de los célebres relatos.
En el siglo XIX aparecieron las primeras versiones directas al inglés, las de los orientalistas Edward Lane y sir Richard Burton, que, al igual que la de Galland, se difundirían por el mundo entero. Desde entonces, las traducciones directas o indirectas de Las mil noches y una noche se multiplicarían en todas las lenguas, al extremo de competir con la Biblia y las obras de Shakespeare en ser el libro más divulgado, adaptado, traducido, vestido y desvestido de la historia.
La que más circuló, por largo tiempo, en el ámbito de la lengua española fue la retraducción que hizo Vicente Blasco Ibáñez de la versión francesa del pintoresco doctor J. C. Mardrus, la más cargada de erotismo que se conoce. Luego, aparecerían varias más, directas del árabe.
Lo característico de estas traducciones es que prácticamente ninguna es idéntica a la otra. O porque cada traductor se sirvió de diferentes manuscritos, o porque lo que añadió o quitó fue tan grande como los mismos cuentos originales que utilizó, o porque las tendencias morales, religiosas y estéticas de cada época y sociedad lo empujaron a dar una orientación determinada a los textos traducidos, el hecho es que las diferencias entre las distintas versiones de estos relatos son probablemente mayores que los parecidos, como mostró Borges en su célebre ensayo, "Los traductores de las mil y una noches", incluido en Historia de la Eternidad . Lo cual quiere decir que, aunque orientales en su origen, los cuentos de Las mil noches y una noche forman parte también, de pleno derecho, de la literatura occidental.
(…)
Eso es también la literatura: un permanente desagravio contra los infortunios y las frustraciones de la vida.
“Contar cuentos”
MARIO VARGAS LLOSA
(la nación, 05.07.08)
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