22.9.08

retacitos de vida

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LA COMEDIA DE LA VIDA

Retacitos de vida. Eso es lo que hizo el sueco Roy Andersson en su surrealista película “La comedia de la vida”. Junto una serie de sketchs, escenitas chiquitas, por momentos humorísticas, con personajes muy ridículos que se repiten de un gag a otro. El humor absurdo, más o menos afortunado, nos produce una extraña sensación. En algún momento reímos, en otros echamos una carcajada. La película parece una locura, un experimento estilo “Cha Cha Cha”, un humor sólo para una parte del público. Frases alocados que se repiten; personajes improbables atrapados en ceremonias descabelladas, angustiados por obsesiones pueriles. Imposibilidades, deseos frustrados, limitaciones propias y torpezas ajenas.

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Aparentemente, Andersson no cuenta nada. Su película parece un collage experimental, afortunado por momentos, pero desvertebrado. Entonces, cuando creemos haberle tomado la mano a la historia, ésta empieza a mostrar otros perfiles, como si sus rasgos aparecieran por un lento pero constante proceso de eficaz sedimentación. Detrás de ese puñado de personajes que corren sin saber hacia adónde, asoma una metáfora de aquellos que vivimos. En las tonadas machaconas, en los sueños mal contados, en las pequeñas empresas cotidianas, se eleva una dulce poesía tristona. Sin saber cómo, llega el momento que esos esfuerzos cotidianos nos provocan una profunda compasión, un sentimiento mutuo de tristeza injusta, por el esfuerzo con que esos personajes se empeñan en olvidar que la muerte está ahí nomás, al acecho, para desbaratar con su barbarie aleatoria, toda pretensión.

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Los bombarderos de la escena final, volando en formación, acechando desde las alturas a la ciudad, es la imagen final de esta tesis, la prueba de que el director sueco quiso contar algo más y que hay una historia detrás de esta sucesión de chistes lisérgicos.

“La comedia de la vida” es una de las rarezas de la pantalla actual que el cinéfilo entrenado no debe dejar pasar. Es de esas clases de películas que buscan a su espectador. Casi que no puede recomendarse, porque su sintaxis no es apta para todo público. Pero es una película digna de mirarse y de analizar.

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Escenas destacadas: el banquete de la Logía en la que los comensales cantan mientras suben y bajan de sus sillas; el “casamiento” de la chica y el guitarrista; la escena de los bombardeos del final; la mujer que llora que nadie la quiere; la mujer que reza pidiendo perdón para todo y todos.

Frases:

¡Nadie me entiende!

¡Bien todo mundo! ¡Los últimos pedidos ahora! ¡Las últimas ordenes! Mañana será otro día. La última oportunidad de emborracharse.

Creo que tocas muy bien.

Trata de relajarte, Benny. Benny, trata de relajarte.

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La silla eléctrica es un invento terrible. ¿Cómo se le ocurrió a alguien tal cosa? Es terrible.

-Una vez tuviste que caminar desde Carlsbad hasta Oslo. ¿Puedes contarnos de eso, ma? Y que tu hermano Benjamín, que murió cuando era joven. Te gustaba mucho él, mamá. Tu pequeño hermano Benjamín.
-¿Quién es ése?

¿Cuál sería tu precio si te dijera: “sin recibo”? Lo se, lo sé. La calidad no es barata. "Sin dinero, no hay tornados" como los antiguos griegos decían.

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La gente exige mucho. Esa es la conclusión a la que he llegado luego de muchos años. Ellos exigen ser felices, al mismo tiempo que son egocéntricos, egoístas y nada generosos.

Pasando hora tras hora en terapia, tratando de hacer a una persona mala, feliz. No tiene sentido. No se puede hacer. Dejé de hacerlo. En estos días sólo prescribo pastillas. Mientras más fuertes mejores. Es como es.

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Si puedo hablar ligeramente, la Junta ha expresado su sería preocupación con la actual situación. No puedo levantar mi brazo. No puedo levantar mi brazo. No puedo…

¡Señor, por favor, Señor! ¡Perdónalos!

Tocas tan bien, Mike. Muy bien. Y eres un fantástico cantante.

CONSEJO: esperar al DVD, pero agendarla. Público pochoclero, abstenerse.

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