miedo económico

REC

Para el que vea “REC” con muchas exigencias, descubrirá trucos ya vistos en el cine de terror, reconocerá las “herencias” de “The Blair Witch Project”, “La llamada” o de “Cloverfield” o la saga de muertos vivos de George Romero. Más aún, podrá señalar un final no del todo ingenioso, encerrado en el laberinto sin salida en que el guión de Jaume Balagueró, Paco Plaza y Luis Berdejo metió a sus personajes, en el ático de un viejo edificio.

Está bien, les acepto todos esos peros. Pero (permítaseme este “pero”), hay que destacar cómo los españoles Balagueró y Plaza (codirectores del filme) meten miedo con dos mangos, encerrando a una docena de actores en un edificio y contar toda la película desde la visión de una cámara portátil. Economía de recursos. A la hora de hablar de cómo atraer público en una cinematografía subsidiada y autista como la nuestra, no es poco lo que “REC” nos puede enseñar.



La historia es la toma, en tiempo real y sin editar, de un programa de televisión que empezó prometiendo poco y terminó siendo testigo de algo inusual. Ángela es una joven conductora que cubre una nota de color en el programa “Mientras usted duerme” (o algo así): una noche en el cuartel de bomberos.

Todo viene bien (y bien aburrido) hasta que corren a atender el caso de una viejita que (aparentemente) está encerrada en su departamento, con la cadera fracturada y pegando alaridos que aterrorizan a sus vecinos. Ángela acompaña a los bomberos y al abrir la puerta, la viejita no está fracturada, sino de pie, bañada en sangre y gritando. ¡Y ataca a un bombero a mordiscones!



Cuando trasladan al bombero herido, se encuentran con otra sorpresa: la policía cercó el edificio, precintó el lugar y están encerrados, los bomberos, la periodista, el camarógrafo y los vecinos. Pronto descubrirán que lo que pasa no es normal y, peor aún, es contagioso.

La trama gira alrededor de dos fuerzas en conflictos: el deseo de los protagonistas de salir del edificio y la oposición de las fuerzas del orden de que lo logren.

Todos los trucos y artimañas del género se despliegan en los ochenta minutos de película. Zombies que te persiguen, ataques sorpresa, cámaras en visión nocturna, poseídos, gritos y alaridos, chorros de sangre. Pero si “REC” logra su objetivo, es porque se apoya, constantemente, en ese contrapunto dramático señalado: quiero salir – no me dejan – qué hago para salir – lo intento – no funciona – ahora qué hago.



El final puede parecer un poco convencional, demasiado poco a la altura del resto de la película. Pero es el callejón sin salida en que el equipo autoral se metió cuando dirigió los pasos de sus personajes al ático. Hay una respuesta a todas las preguntas del filme, pero en realidad, esa respuesta no tenía importancia, era mucho menor a esa otra pregunta que es: “¿y cómo salimos de esto?”.

Del puñado de personajes, se roba las palmas César, el coiffeur argentino coqueto, afeminado y racista que interpreta Carlos Lasarte (“¡Son los chinos!”), un porteño que supo actuar en “Quebracho” y “La Patagonia rebelde”. Su breve participación es deliciosa.



Escenas destacadas: la entrada al departamento de la primera víctima; la secuencia en el ático; la “gripe” de la nena; la toma de los zombies subiendo por las escaleras, persiguiendo a los sobrevivientes.

CONSEJO: para amantes del género, indispensable.