Lo más peculiar es el giro que a partir de entonces toma su literatura. Sería como el disparador de un nuevo estilo en Borges, de una nueva concepción creadora. Algo pasó en su cerebro, opinaba su madre, quien, por otra parte, prefería las cosas que su hijo escribía antes de ese incidente. Es a partir de ese momento también que Borges comienza a dictar sus textos con cierta asiduidad.
En su libro Borges por él mismo , el crítico uruguayo Rodríguez Monegal se refirió a este hecho de la siguiente manera: "Después del accidente, Borges reaparece transformado en un escritor distinto, engendrado sólo por sí mismo. Antes del accidente era un poeta, un crítico de libros; después del accidente será el redactor de arduos y fascinantes laberintos verbales, el productor de una nueva forma, el cuento que es a la vez un ensayo. El nuevo Borges [el nuevo escritor] va mucho más lejos que cualquier proyecto de su padre".
Esto sucedió en la Nochebuena de 1938, cuando Borges tenía la edad de treinta y nueve años. Y hoy se cumplen exactamente 70 años de este extraño y significativo accidente.
¿Le debemos a esa Navidad y a ese desgraciado hecho personal, el nacimiento de una faceta absolutamente distinta en su obra? Esa singularidad y ese género que son llamados "literatura fantástica" y que quizás -en su faceta metafísica- mucho hayan aportado para la construcción de su celebridad mundial y para la maduración de su voz creadora.
De fiebres y fantasíasLas Navidades de Borges
Alina Diaconu
lanacion.com | Opinión | Mi�rcoles 24 de diciembre de 2008
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