24.1.09
hay que creerse el melodrama
AUSTRALIA
Venía con muchas expectativas de ver la última locura de Baz Luhrmann tras la brillante “Moulin Rouge”. Y decepciona el berenjenal en el que se metió con “Australia”. Quiere rendir un homenaje al melodrama monumental, estilo “Lo que el viento se llevó” pero falla miserablemente en un punto crucial: lograr que su elenco se crea el género que está haciendo. Cuesta comprender la marcación actoral de Nicole Kidman en la primera media hora de película, porque parece una mala comediante de una sit-com de Sony, más que la heroína de uno de esos dramones épicos. Hugh Jackman, entre tanto, está más cerca de inmortalizarse en un ícono gay (con remera ajustada y sudor corriéndole por su torso) que en el héroe masculino que le mueva los cimientos (por llamarlo de algún modo) a una lady hecha y derecha.
“Australia” tiene muchas fallas de guión. La principal, es la última hora de película, total y absurdamente innecesaria. Si Luhrmann hubiera cortado la película tras el arreo de vacas y el nombramiento del Capataz como administrador del rancho de Lady Ashley, la historia, si bien no hubiera conformado, se hubiera salvado del ridículo. Pero toda la secuencia del ataque nipón a Darwin (una mala copia de “Pearl Harbor”) es dramáticamente incomprensible. Si hasta ahí, se podía rescatar un par de escenas, con buena construcción dramática (el baile, la estampida rumbo al acantilado), del último segmento bélico no sólo no hay nada destacable, sino que cae, peligrosamente, en el ridículo. Ahí es donde las dos horas y cuarenta minutos de película se convierten en un insulto a la inteligencia del espectador.
Otra falla es el poco relieve dramático de los personajes. Hay esbozos de conflictos (Ashley no puede tener hijos y, tal vez por eso, fracasó su matrimonio; el Capataz no puede superar la muerte de su mujer, una indígena australiana; el niño está a caballo de dos mundos, el de los indígenas y el de los blancos). Pero ninguno de esos conflictos se profundizan para tornarse en una tesis que sostenga la trama. No necesariamente es una culpa de guión sino un efecto colateral de la elección del género, menor (precisamente) por esas limitaciones.
Luhrmann hecha mano a todos los recursos visuales de la fotografía de Mandy Walker y la dirección artística de Ian Gracie y Karen Murphy. Pero los chisporroteos visuales no logran sostener una película. Algunas escenas son deliciosas y plenamente disfrutables sólo en cine. Pero “Australia” no es un ejercicio para no cinéfilos.
Vale destacar las actuaciones del nenito Brandon Walters como Nullah y David Gulpilil (el actor de “El rastro”) como el Rey George. Y un pequeño momento, pero que permitió sugerir el potencial de un personaje desaprovechado, en el baile con Nicole Kidman de Bryan Brown, el Sr. Carney, el magnate ganadero australiano.
Escenas destacadas: la secuencia del baile; la presentación de Lady Ashley al capataz; la competencia en el muelle por ver quién sube primero su ganado al barco del gobierno; la monumental secuencia de la estampida con los protagonistas montando al borde del precipicio.
Frases:
Sólo porque sea así, no significa que deba serlo.
-Vamos a casa.
-No hay lugar como el hogar.
Te canté.
CONSEJO: esperar al DVD, sin apuro. Fanáticos de la imagen, apurense a verla en cine.
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