27.2.09
una verdad rehuida
FROST / NIXON
1977. Nixon ha mantenido silencio durante tres años, desde su vergonzoso retiro de la Presidencia de los Estados Unidos. Su sucesor lo ha cubierto para que no tenga que afrontar investigaciones criminales por Watergate. Ahora, pasado un tiempo, Richard Nixon sueña con ganarse, una vez más, a la opinión pública. Confía en la frágil memoria de sus compatriotas y en su inteligencia y habilidad para que, aquella trasgresión, le sea perdonada.
Sólo necesita un escenario, lo suficientemente masivo, para atraer al electorado, para que lo perdonen y crean que vale más sus dotes de estadista que su moral de delincuente de callejón. Sabe que necesita una oportunidad, una sola y estará en carrera de vuelta hacia la Casa Blanca.
Estamos en 1977 y para Richard Nixon la oportunidad es una serie de reportajes a cargo del animador británico David Frost, un anfitrión lo suficientemente endeble para que ese combate sea un paseo, un simple juego del gato y del ratón para un hábil orador como el ex Presidente.
De eso trata “Frost / Nixon” de la historia de esos reportajes que son un hito en los manuales de periodismo. De la confrontación de dos hombres que quieren volver, de dos tipos surgidos de las clases bajas que van a dar todo por recuperar el sitial perdido. Una lucha a muerte con un solo resultado posible: la gloria para uno y el ocaso definitivo para el otro.
El guión de “Frost / Nixon” es una adaptación de Peter Morgan de su propio obra teatral. Es la típica película de palabras, de diálogos, de sentencias políticas y de confrontación ética. Una película de gente que habla, con una tensión dramática surgida de la oposición de los protagonistas montada sobre una soberbia dupla actoral. “Frost / Nixon” es una brillante observación sobre el poder, la transformación de los medios, el peso agobiante de la verdad y la desesperación por permanecer.
Desde el principio sabemos que David Frost le ganará la pulseada a Richard Nixon y lo obligará pedir perdón al pueblo americano por sus pecados en la Presidencia. Esa revelación (que aparece al comienzo del filme, en un parlamento de Sam Rockwell en su rol de James Reston Jr.) no quita ni un mínimo de suspenso a la película. Por eso podemos contarlo en esta crítica. Porque el interés no está en quién ganará, sino en cómo logrará Frost quebrar la resistencia de su oponente. El viejo duelo David y Goliat, ante las cámaras de televisión.
Y cómo repetimos con asiduidad en esta página, la acción surge de la confrontación de personajes con necesidades dramáticas opuestas. “Frost / Nixon” tiene mucha tensión, mucha acción, mucho nervio. Y no hay bombas explotando ni asesinos ninjas descolgándose de las alturas ni persecuciones a alta velocidad. Dos tipos luchando por ver quién cae. Todo se reduce a eso y por eso funciona.
Hay otra idea en “Frost / Nixon”, la transformación del periodismo hacía el modelo de Homo Videns que analizara Giovanni Sartori. Los periodistas especializados Reston y Zelnick son dinosaurios en un medio que ha cambiado. Son universitarios formados en un periodismo de palabras, de razonamientos, de conceptos. Son tan buenos como su rival, Richard Nixon, un experto en relaciones internacionales, un tipo brillante (pero inmoral). David Frost es un mero animador, un hombre de los shows televisivos, un tipo simpático sin formación. ¿Cómo pretende ganar con tamaño handicap?
Lo que ellos no ven (como no lo vieron las grandes cadenas que despreciaron con sorna el proyecto de Frost) es que el medio ha cambiado y lo que la gente necesita es, sólo, una imagen. No importa que David Frost se gaste los cinco programas pautados para lograr esa imagen. Ni siquiera importa su ínfima proporción en el total del producto. Una imagen y Nixon está afuera. Y tanto han cambiado el medio que Reston no entiende, al final de la entrevista, que han arrasado. Fueron testigos de la victoria pero son incapaces de percibirla. Su formación los incapacitó para esa batalla en la que sólo podía ganar un hombre mediático como Frost.
Otra idea muy interesante, es la manipulación de la verdad. Si no fuera tan repulsivo a la moral, es delicioso observar los pasos de baile de Nixon alrededor de Frost, el oficio para responder sin responder, las chicanas para ignorar la verdad, para velarla con sofismas y juegos verbales. Sus asesores, los hombres que lo admiran, los tipos que lo vivan en la calle, todos ellos no se han detenido a pensar qué espera a una sociedad en la que se horade la certidumbre de la verdad. En esa descripción, “Frost / Nixon” tiene ecos actuales. La incapacidad en la que nos hallamos para revelar la verdad y coincidir en lo que es irrebatible. Cuando asistimos a los juegos de Nixon, no podemos sacarnos la imagen de George W. tratando de demostrar que el submarino seco es una técnica de interrogatorio. Los mismos tipos que redactan esas argumentaciones, son los tipos como Jack Brenan o Swify Lazar (Kevin Beacon y Toby Jones, brillantes en sus roles) que se sientan al costado a disfrutar del imponerse sin importar cómo.
Una última idea: la verdad se impone, más tarde o más temprano; tiene su propia fuerza, un peso específico tal que incómoda, como una brasa ardiendo, a aquel que intenta ocultarla. Ley fatal, la verdad no puede reprimirse por un largo lapso: debe ser reconocida en voz alta, para podernos liberar de su terrible opresión.
Los brillantes diálogos de Peter Morgan tienen el engarce justo en un elenco sin flancos débiles. Michael Sheen y Frank Langella se llevan la atracción principal, por obvios motivos. Pero el resto del elenco no decae en ningún momento y son altamente responsables de que “Frost / Nixon” se convierta en una película antológica.
Escenas destacadas: la charla nocturna de Nixon con Frost; la primera entrevista, cuando Nixon lo baila a Frost; la confesión de Nixon en el último día; la charla de Nixon y Jack Brenan, su asesor, tratando de impedir la inmolación; el último diálogo de Frost, despidiéndose de Nixon; la escena en la que Reston Jr. le da la mano a Nixon.
Las mejores frases (muchìsimas!) mañana.
CONSEJO: ir a verla.
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