15.3.09
segundas partes de grindhouse nunca fueron buenas
A PRUEBA DE MUERTE
Tras la brillante “Planeta Terror” de Robert Rodríguez, ansiábamos el segundo episodio de “Grindhouse” a cargo de Quentin Tarantino. Tal vez nos mató la ansiedad, porque “A prueba de muerte” es un filme absolutamente menor. Si de algo ha hecho gala Tarantino en su obra, es el de manejar el contrapunto dramático como pocos, sabiendo generar tensión desde el diálogo. “A prueba de muerte” es una película muy hablada pero, valga la paradoja para un filme de Tarantino, gran parte del diálogo es inocuo en términos dramáticos.
“A prueba de muerte” toma como modelo las películas de clase B de persecuciones automovilísticas, de asesinos seriales que masacran jóvenes indefensas en las solitarias rutas del sur norteamericano. La pieza central de homenaje es “Vanishing Point”, una película de 1971, dirigida por Richard Sarafin, protagonizada por Barry “Petrocelli” Newman y escrita por un tal Guilermo Cain que no era otro que el seudónimo del cubano Guillermo Cabrera Infante. “A prueba de muerte” no esconde este homenaje cinéfilo sino que lo expone como un elemento central, en una antológica persecución a la vieja usanza, a bordo de un Dodge Challenger blanco.
El argumento es simple: es la historia de Stuntman Mike, un doble de riesgo venido a menos, que deambula por las rutas sureñas, al comando de un auto especialmente preparado para escenas de riesgo con el que caza a jóvenes mujeres a las que mata salvajemente.
Casi la primera media hora de película es una serie de diálogos entre el primer grupo de protagonistas; luego, una larga velada en un bar decadente, donde los destinos de estas chicas y el psicópata se cruzan. Acto seguido, vamos a la ruta, en la escena brillante del choque-asesinato. Una charla de dos policías en el hospital. Corte. Catorce meses después. En blanco y negro, otra presentación de los nuevos personajes (otro grupo de chicas); un larguísimo diálogo alrededor de la mesa del bar (al estilo “Perros de la calle”) seguido de un paso de comedia, que desemboca en la prueba de un coche (el mítico Dodge Challenger). Las últimas unidades de la trama: persecución, defensa, contrataque.
Extrañamente, la mayor parte del filme consiste en largas parrafadas que (a la inversa de la tradición tarantinesca), no parecen tener ningún propósito dramático inmediato. Cuando las mujeres de este filme hablan, se exhiben como machos bocasucias (“Hablan como carreros” dirían las abuelitas). Las protagonistas chorrean sexualidad, no sensualidad. Hay una clara masculinización de los personajes femeninos.
Allí opera un nivel de interpretación que está subyacente en el filme, aunque no ejecutado brillantemente. Las mujeres de “A prueba de muerte” son sobrevivientes de los hombres. Se han hecho fuertes para soportar el maltrato masculino, en un ambiente de clara misoginia machista.
Se observan diferencias entre las chicas de los dos segmentos. En el primero, la tosca sexualidad que desborda de las caderas gruesas, las tetas colgantes, las bocas carnosas, son meras herramientas para conseguir un espacio bajo el sol. No gozan: negocian con su sexualidad, único punto de ventaja sobre los hombres. Estas chicas añoran, todavía, la llegada del hombre salvador. Los esperan, les envían mensajes en el celular, son conscientes de que están quedando relegadas por el paso del tiempo (implícita pérdida de recursos). (Obsérvese que ése es el motor del diálogo entre Arlene y Stuntman Mike, uno de los pocos que funciona).
Las chicas del segundo episodio, en cambio, literalmente le parten la cara a los hombres. Desean sexo pero no un hombre. El componente lésbico es más claro en este grupo que en el segundo; se agudiza el componente masculino. El amenazante Stuntman Mike de la primera parte, se convierte en un pelele en esta segunda mitad.
El pecado de Tarantino es no haber podado los diálogos. Es más, en algún momento, las charlas pecan de cierta artificialidad, lo que sugiere una falta de trabajo en su construcción y puesta en escena.
Toda la constelación de referencias del Universo Tarantino se encuentra en las casi dos horas de película. Vemos el coche de “Kill Bill” (con la doble de riesgo Zoe Bell que aquí hace de ella misma), la escena contada desde cuatro puntos de vista como en “Jackie Brown”, los diálogos alrededor de una mesa como en “Perros de la calle”, el fetichismo por los pies (con masaje incluido) como en “Pulp fiction”. Un personaje de “Planeta Terror” se cruza en la mitad de “A prueba de muerte”: la Dra. Dakota Block. Hay un cameo del propio Tarantino (no tan divertido como en “Planeta Terror”) y Rose McGowan (pareja de Robert Rodríguez) también está en el filme.
Entre los destacados, la fotografía está a cargo del propio Tarantino. La rubia Shanna (del primer grupo) es Jordan Ladd, hija de Cheryl Ladd y nieta de Alan Ladd; otra hija de famoso: la hermosísima morocha Jungla Julia es Sydney Tamiia Poitier, hija de Sidney Portier (“Al maestro con cariño”, “¿Sabes quién viene a cenar?”).
Un punto aparte para la banda de sonido (otro clásico de Tarantino), en especial al tema que cierra títulos (“Chick Habit” de Sergue Gainsbourg) que motivará un post especial.
Escenas destacadas: el primer choque, con las mutilaciones de las chicas:
el diálogo de Stuntman (Kurt Russell) con Arlene (Vanesa Ferlito); el baile erótico de Arlene (para el babeo):
la persecución de coches final, con el Dodge Challenger y Zoe Bell arriba del capot.
Las mejores frases: mañana.
CONSEJO: esperar al DVD. Al cine, sólo para los fanáticos de Quentin que le van a hacer la gamba de todos modos.
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