22.3.09
uno de mi calle
COMPETENCIA DESLEAL
Un breve comentario para ésta, una de las últimas películas de Ettore Scola, una buena muestra del estilo de este artesano de la cinematografía italiana que nos da otra lección de cómo efectuar observaciones políticas a partir de la descripción cotidiana de un grupo de personajes queribles y cotidianos.
Ésta película fue filmada en 2001 y llega con ocho años de atraso a las pantallas locales, en proyección de DVD, otro alarde de oportunismo comercial del presunto circuito de cine arte local. Cuesta entender cómo se dejó pasar de largo en su momento, porque es de esas películas que tienen su público en Argentina.
“Competencia desleal” es (según las propias palabras de Scola) el día siguiente de “Un día particular”, esto es, cómo cambió la vida italiana a partir de la visita de Hitler a Musolini, con la instrumentación de la “legislación racial”.
Scola centra la atención en una calle de Roma, en las vidas de dos comerciantes, un sastre católico y un tendero judío, que compiten con sus vidrieras, se roban clientes y se pelean. El clima es de típica comedia italiana, tipos que se insultan, se amenazan con el puño, pero conviven y sus hijos juegan juntos y el hijo adolescente besa a escondidas a la hija adolescente del otro. En ese convivir a los codazos, los distintos grupos étnicos se integran. Era un modo de integración que supimos vivirlo en Argentina, donde la marea inmigratoria se asimiló en la convivencia cotidiana.
Lentamente, las leyes discriminatorias alteran esa realidad. Al principio son recibidas con escepticismo de su concreción, porque en Italia no puede pasar eso, porque los italiano no respetan ninguna ley, y otros lugares comunes por el estilo para evitar oponerse a la tontera general. Las cosas empeoran sin que nadie se atreva a advertirlo, sin que nadie levante la voz para decir: “¡Esto es una barbaridad! Esto no puede ser”.
“Competencia desleal” tiene el tono de la comedia, un hallazgo italiano que permite liberar, tras la carcajada, la observación ácida y el fuerte apunte social. En ese tono ligero, Scola nos logra llevar al final de la historia preguntándonos, como ese nenito que espera desolado con los títulos finales, “¿Cómo llegamos a que esto pasara?”.
Del muy correcto elenco, se destacan las participaciones de Diego Abatantuono y Sergio Castellito (en un papel escrito para Roberto Benigni) como los vecinos enemigos y comerciantes. Y en un lugar ligeramente marginal, pero efectivo, Gerard Depardieu.
En suma, un filme para no olvidar, ni dejar pasar, pese a sus años.
Escenas destacadas: la secuencia de la vidriera adelantando la temporada de verano; la visita de Umberto a Leone a su casa; la discusión de Umberto con su empleada; la carcajada compartida entre Umberto y Leone cuando el primero le cuenta que su cuñado fascista se pegó un tiro en el pie; la última escena, de la despedida.
Frases:
-Tengo una pregunta de Historia. Ese Agripa que contó a la plebe la apología de la barriga, ¿es el mismo que derrotó a Pompeyo y construyó el Panteón?
-No, eran dos Agripas. El primer Agripa hablaba de la tripa. El que derrotó a Pompeyo fue el que construyó el mausoleo.
-Cierto. Agripa-tripa. Pompeyo-mausoleo.
-Eso, así no te lo olvidas.
-"L'esprit de l'escalier". Los franceses cuando la respuesta justa te viene tarde dicen: “l'esprit de l'escalier”.
-¿Qué quieren decir?
-Quiere decir que la respuesta justa te vino en la escalera, cuando ya te ibas.
-¿La Fontana Di Trevi también la ha construido el Duce?
-No. El Duce no ha hecho todo. Ya existían algunas cosas antes.
-Ustedes, los extranjeros, les basta un rayo de sol y todo les parece lindo. Un paraíso. ¿Ya has oído hablar del Eje Roma-Berlín?
-¿Y tú no has oído hablar de los italianos? ¿No sabes que firman pactos y luego no los respetan? No respetan ninguna regla. ¡Ni siquiera las del dominó! Y eso no lo encuentro mal. Es preciso ser leal sólo con quien es leal. Eso los italianos lo saben. Yo encuentro eso muy justo, por eso estoy feliz de vivir en Italia...
¡Mi hermano enseña, mi esposa lee, mi hijo estudia, mi cuñado baila y Umberto trabaja!
Yo nunca había visto a una abuela tocar el violín.
-¡Sr. Umberto! Quiero decirle... sin compromiso... que si el Duce le prohíbe al señor tener empleados cristianos, yo voy a la Sinagoga y me convierto en judío. Creo que me aceptarán.
-Al manicomio debes ir. ¿Eres tonto? El Duce prohibió a los judíos tener empleados cristianos.
-¡Ah! ¿Y yo soy tonto?
Tu siempre tienes tus propios puntos de vista. Pero ellos no cambian los hechos.
Entonces, ¿el señor no cree que quién ha hecho esta canallada es un canalla?
¿No sabes que en el mundo hay más inmigrantes italianos que judíos? Por eso, los italianos no pueden considerar ilegal nuestra presencia en su país...
-Bien, he pensado una bella idea.
-Diga.
-Muebles, mercadería y todo el resto. Tú di el precio y yo digo sólo que si. Bueno, si me ofreces cuatro pesos, te digo que no.
-Esta Roma... Tal vez hubiera sido mejor que me hubiera quedado en Milán. La verdad que esta calle me gusta.
-A mi también.
-De todas formas si tu aceptases cuatro pesos, sería yo el que lo rechazara.
-¿Por qué?
-Porque el negocio es tuyo. Quédate con el.
-Gracias... sastrezuelo.
-No hay de que... boticario...
No hay nada que hacer: los que tomaron juntos el aceite de hígado de bacalao serán amigos para toda la vida.
CONSEJO: esperar al DVD, pero anotar.
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