23.3.09

un reportaje a Bioy Casares

Photobucket

“adn”, el suplemento cultura de “La Nación”, publicó hace unas semanas un reportaje inédito a Adolfo Bioy Casares realizada hace 22 años por Jorge Urien Berri. Seleccionamos algunos párrafos de esa entrevista.






–¿Cuántos años tiene?

–Setenta y dos… Qué asco.

–Se lo ve muy bien .

–Eso dicen los que están afuera. Yo, que estoy adentro… Cuando me dicen que no me quitan lo bailado, yo digo, "pero sobre todo no me lo devuelven", que es lo único que me interesa… Haberlo bailado... [Sonríe.]

(…)

Escribir me cuesta trabajo. Si bien cuando concluyo un libro creo que ya sé escribir y escribiré el próximo rápidamente, cuando lo empiezo tengo las mismas dificultades de siempre y debo descubrir cómo escribirlo. Muchas veces he dejado libros inconclusos porque iban por mal camino. A los 17 o 22 años era lógico, pero me sucede ahora. El año pasado estaba escribiendo una novela de la que tengo 80 páginas, bastante para un inventor rápido pero un escritor lento, y me di cuenta de que había que dejarla.

(…)

–¿El estilo le preocupa?

–Muchísimo, pero creo que el argumento es parte de la técnica porque, ¿en qué consiste la técnica? En cómo contar las cosas, ¿en primera o en tercera persona? La técnica es: ¿frases largas o frases cortas? Pensé muchísimo en la técnica del cuento y la novela y creo que ante cada cuento hay que pensar qué técnica le conviene a uno para ese cuento. Casi hay que inventarla. Hay buenas recetas y casi todas vienen de Horacio: las unidades son verdad. No sé por qué, pero conviene que un argumento tenga un tema central, conviene que tenga un héroe, conviene que la historia sea contada por una persona. Ya sé que están La piedra lunar y otros buenos libros contados por muchas voces, pero parecería que es más fácil acertar contando las cosas con una sola voz. Si en una historia está en el campo, las cosas deben mirar al campo; si hay una creación musical, deben mirar hacia la realidad musical. Y tiene que haber sorpresas, pero no muy grandes como para ser increíbles. Tienen que estar preparadas, pero no como para que el lector diga: "Sabía que venía esto". Es una cuestión de tino. La verdad se aprende. Los candidatos a aprendices pedimos que se nos acorte el camino, y en nada se puede acortarlo. Hay que tener malas experiencias y aprender de ellas.

(…)

Me impresionó una frase de Bergson, que la inteligencia es el arte de encontrar una salida a las situaciones difíciles que parecen sin salida.


(…)


Un novelista, un cuentista, es un antropófago que, además, se come a sí mismo. Uno aprovecha todo.

(…)


–Volviendo al amor no correspondido, se ha dicho que no puede haber buenas obras sobre amores felices.

–Parece que no. La felicidad es un tema mucho más difícil que la desdicha.

–¿Por qué será?

–No sé si porque nos aborrecemos unos a los otros...

(…)

Hay que apartarse de la historia de la literatura y no pensar que los temas se han agotado. En Europa predomina esa idea y que lo único que les queda a los escritores es intentar variantes. Es un pésimo camino para escribir. Hay que proceder con un poco más de ingenuidad y modestia y no verse a sí mismo como parte de la literatura, sino como una persona que cree inventar algo y lo propone. En Italia me preguntaron qué teoría había detrás de mis relatos y respondí que no había ninguna. Conviene que haya unidad de tiempo, o que el tiempo no se prolongue demasiado. El relato comprimido en el tiempo tiene mucha más eficacia. Decía Stevenson que tiene que haber de vez en cuando escenas vívidas para el ojo, escenas que uno las vea en su mente como si las soñara, porque ayudan a que el lector siga interesado y guarde una imagen. Él lo hacía muy bien. No escribo una historia fantástica para mostrar que la literatura fantástica puede tal cosa, no. Escribo cuentos fantásticos porque se me ocurren cuentos fantásticos, y tal vez quisiera escribir cuentos que no fueran fantásticos.

(…)

Una vez me dijo Borges que las grandes frases casi líricas en el estilo shakespeariano, escritas como en un extremo de las posibilidades del lenguaje, hoy sólo las intentaron Faulkner y Joyce. Lograr eso no es fácil, pero lograr libros buenos con ese sistema también es sumamente difícil, como lo ilustran los de Joyce y Faulkner. Me parece que Joyce no tiene un solo gran libro que uno lea con placer desde el principio hasta el final, entendiéndolo todo el tiempo y participando de él. Y a Faulkner, con excepción tal vez de Santuario, se le van de las manos los libros.

(…)


¿Y la literatura argentina?

–Se ha ido salvando a lo largo del tiempo de todas las miserias que hubo en este país. Tenemos una mejor literatura que muchos países. No sé por qué tenemos esa suerte. Estoy muy enojado con mí país, o muy triste. Si hubo gente que ha escrito todos esos libros, quiere decir que hay algo bueno en la Argentina.

(…)


El cuento es una cosa que empieza, tiene un nudo y termina. Al no tener la terminación, vienen la insatisfacción y el desagrado. No hay que hospedarse en el muy hospitalario cuento sin final, hospitalario para el escritor porque no tiene que pensar demasiado. Es típico de escritor novato que nada llegue. Las cosas tienen que llegar, pero tampoco como las hacía llegar Poe: "Miren qué horror, aquí viene el fantasma". La palabra "horror" la tiene que poner el lector.

(…)

He vivido en una Argentina que miraba con cierta compasión a la Europa vieja y aquejada de pobreza incurable, y ahora veo esa Europa llena de juventud y prosperidad y nosotros estamos vetustos y desanimados. La Argentina nos ofrece la tentación de creer que estamos en un destino del que no podemos salir.

(…)

Ni las víctimas tienen ganas de perdonar, ni los castigados por la Justicia ni sus sucesores van a tener ganas de perdonar. Viviremos en un mundo de odios como en Sicilia: dos bandos de mafia.

(...)

Hay que tener cuidado de no ser frívolo, salvo que uno haga una frivolidad que se convierta en una especie de literatura o paraliteratura, como hizo Borges. Pero las cosas que Borges decía siempre correspondían a su pensamiento sincero, que podía estar enfatizado por la exageración, y por eso podía extralimitarse y ser injusto. Pero siempre tenía una gracia que hacía que uno, en definitiva, debiera perdonarlo. No digo que lo hayan perdonado, pero uno debe perdonar, porque es como una contribución a la literatura, es una cosa graciosa, una cosa inteligente. Borges nunca dijo zonceras. Yo no puedo aspirar a eso porque no tengo esa libertad de pensar rápidamente una cosa y que salga acuñada como salía acuñada en Borges.

(...)

Uno empieza a escribir porque le gusta, nada más. Y después tiene la revelación de que escribir da… sentido a la vida. Además [conmovido], da mucha fuerza. Pienso que hasta las cosas desagradables que me pasan, si son interesantes, se transforman en algo grato porque me permiten escribir y contarlas. Me pregunto si no seré un maniático de la literatura, porque a todo el mundo le digo: "Trate de escribir, va a ver qué bueno que es". Porque creo que lo fortalece a uno… La vida es muy inexplicable… tenemos una conciencia, tenemos sueños, tenemos una verdadera vocación de inmortalidad y el cuerpo tiene una verdadera vocación de mortalidad y está continuamente mostrándonos nuestra decadencia, cómo nos vamos deshaciendo y perdiendo. Entonces, si no hay esa posibilidad de descubrir cosas y analizarlas…


(…)


Y claro, necesitamos querer y que nos quieran. Y después a lo mejor tenemos una persona que aborrecemos y nos aborrece. El hombre es muy difícil de contentar. Somos incompatibles unos con otros... Y cuando uno está aprendiendo, se muere. Nada se puede enseñar en definitiva. Lo que hacemos los escritores es tratar de pasar alguna sabiduría de unos a otros, pero casi no llega, nadie quiere recibir lo que le están dando.


Adolfo Bioy Casares (1914-1999)
Esta conversación se desarrolló hace 22 años. Hoy, por fin, se conoce la intimidad de un encuentro en el que el escritor se confió sin retaceos. Habló de sus comienzos en las letras, las mujeres, sus gustos literarios y no evitó los temas políticos ni el de la muerte, después de la cual sólo preveía un vacío del que no lo consolaba ni siquiera la trascendencia de su obra
LANACION.com | ADN Cultura | Sábado 28 de febrero de 2009

No hay comentarios.: