La niña de la foto es Kim Phuc, una vietnamita de 9 años que en 1972 intentaba escapar de las bombas incendiarias que los Estados Unidos lanzaron sobre la aldea de Trang Bang, a media hora de Saigón. En cuestión de segundos, el napalm de la bomba consumió la ropa de Kim y ella siguió corriendo, desnuda y horrorizada, junto con sus hermanos, para escapar del fuego.
El próximo viernes, la niña de la foto, que hoy tiene 46 años y vive en Canadá, llegará al país para participar del quinto encuentro ecuménico de la Comunidad Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo (Creces), que se realizará en el Luna Park y del que también participará el cardenal Jorge Bergoglio.
LA NACION dialogó telefónicamente Kim Phuc, que habló desde Toronto, donde dirige una fundación que trabaja con niños víctimas de guerras en todo el mundo.
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El agua hierve a 100 grados, pero el napalm llega a 800 grados. Se mete por debajo de la piel y sigue quemando. No entiendo cómo pude sobrevivir. Nos habíamos refugiado en un templo, pero los soldados vieron los aviones sobrevolando y nos dijeron que teníamos que salir. Empezamos a correr y de repente vi alrededor de mí un resplandor, el fuego quemó toda mi ropa. Mi brazo estaba ardiendo e intenté apagarlo con mi otra mano. En ese instante pensé: "Nunca más voy a ser normal".
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Quería encontrarlos, herirlos, matarlos. Ellos tenían que sufrir más que yo. El odio es en realidad el mayor enemigo que siembra la guerra. Toma todo tu cuerpo, como un cáncer. Cuando tenía 19 años me inscribí para estudiar medicina, pero el gobierno vietnamita descubrió que yo era la niña de la foto y me prohibió estudiar. Me obligaban a hacer entrevistas propagandísticas. Llegué a odiar mi vida. Diez años después, seguía siendo víctima de la guerra. Pero todo cambió el día en que conocí a Jesús y entendí sus palabras de que debemos amar a nuestros enemigos.
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En 1996, Kim fue invitada como oradora a un acto en Washington, del que participaron veteranos de la guerra de Vietnam. Habló sobre el perdón. Al término de su charla, una grupo de hombres se acercó. Uno de ellos lloraba sin parar. Hubo que esperar 40 minutos hasta que pudo hablar. Era John Plummer, un oficial norteamericano que había coordinado los bombardeos a la aldea de Kim.
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"Lo siento mucho. ¿Usted podría perdonarme?". Instantáneamente le dije "Sí, por supuesto". Nos abrazamos y lloramos juntos. Yo había conocido el perdón, pero ese día experimenté la reconciliación. Hoy somos buenos amigos. Yo sentí que con él había recuperado a mi hermano que murió en aquel bombardeo y él dice que yo soy su hermana menor.
La imagen que recorrió el mundo / Kim Phuc, 37 años despuésLlega el símbolo de la guerra de Vietnam
Kim Phuc tenía 9 años cuando su aldea fue bombardeada con napalm; la semana próxima participará de una reunión ecuménica
lanacion.com | Cultura | Jueves 23 de abril de 2009
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