Cuando empezamos a recabar la información para el weblog de Invasiones Inglesas nos tocó consultar el libro de un historiador en boga en estos días. Recuerdo buscar la sección correspondiente a las Invasiones Inglesas y, en la primer página de lectura, el tipo se mandaba dos errores. Cerré el libro y lo devolví al estante.
Es inevitable traer ese recuerdo cuando hablamos de don Félix Luna quien murió el pasado jueves, tras una larga enfermedad. Porque Luna tuvo la vocación de divulgar la historia y eso le acarreó el menosprecio de los académicos. Pero los libros de Luna eran muy sólidos en el uso de sus fuentes; las bibliografías de sus obras y trabajos editoriales eran auténticos compendios del tema a tratar. Erudición amena, conjunción que, creo, envidiaron sus críticos.
Esos mismos tipos que defenestraban la tarea de Félix Luna, no pudieron copiar su ejemplo: crear una revista de historia, convertirla en popular y lograr que por esas páginas pasarán innumerables y reconocidos historiadores. Eso fue “Todo es historia” (http://www.todoeshistoria.com.ar/), una de esas raras proezas de nuestra patria, no reconocida como es habitual. Recuerdo haber ido a la oficina de la revista, en la calle Viamonte, con un catálogo, encargar los artículos de las Invasiones que quería leer y volver al otro día, a retirar las fotocopias que me habían preparado a un costo modesto.
Por si fuera poco, Félix Luna supo ser poeta. Está de prueba ese puñado de temas junto a Ariel Ramírez evocando a personajes de nuestra Patria. En este sitio puede consultarlos y leer las letras:
http://www.cancioneros.com/aa/67/0/canciones-de-felix-luna
El más famoso, desde ya, “Alfonsina y el mar” que encontramos en una versión de Mercedes Sosa:
También por la Negra, otro tema de Luna muy conocido, “Juana Azurduy”:
Y por último, esta joyita de Mercedes Sosa y Jairo, “Antiguo dueño de las flechas”:
Para cerrar este post homenaje a don Félix Luna, un recuerdo de José Claudio Escribano en “La Nación” del viernes:
En una de las noches de dos meses largos de internación en que su mujer, la "Negra" Luna, lo acompañaba, al encender ella el televisor se encontró con imágenes de una ópera y se dijo a sí misma, en susurro: "¿Y esta ópera?".
Le contestó Falucho, medio dormido, ojos encapotados, con lo que quedaba del debilitado hilo de esa voz de inconfundible acento nasal: "Medea".
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