A partir de la fecha, inauguramos una nueva sección: “¡Mirá cómo me tomaron de boludo!”. Se aceptan aportes, pero ya con mi vivencia particular en Argentina, me alcanza y sobra para tener material para unos cuantos posts de este año y del próximo. El objetivo es describir (se cuenta el pecado, no el pecador; no queremos otra querella por injurias) esas experiencias particulares en la interacción cotidiana que te hacen expresar un: “¡Mirá cómo me tomaron de boludo!”.
Pretendemos transformar esta sección como un registro para los arqueólogos del futuro, cuando se pregunten porqué catzó este país se fue a la mierda. Esto es, pretende ser una crónica del deterioro social de la Nación Argentina. En todas estas anécdotas de la vida cotidiana se revela cómo nos chupa un huevo el tiempo del otro, cómo nos interesa tres joracas defender al cliente y cómo, siempre y en cualquier circunstancia, en Argentina el Consumidor tiene la carga de la prueba y es el que tiene que perder recursos demostrando como lo cagaron.
Es inevitable evocar la (nula) intervención estatal; es más, en los casos que la anécdota lo justifique, será apreciable ver cómo el regulador oficial de turno, si puede, se pone del lado de la empresa denunciada y te pregunta cosas cómo: “¿Y usted cómo prueba que lo que dice es verdad?.
En suma, no pretendemos cambiar la realidad, porque ya no hay nadie que la cambie, sino reírnos un poco de estas desgracias cotidianas que te arruinan la vida de cada día. Es el precio de vivir en un país banana. Paciencia tibetana, please.
La primera anécdota para abrir esta sección sucede en un registro civil, en un CGP de cuyo barrio no quiero acordarme. Digamos, no yo, un tal Naboletti, va a pedir cambio de domicilio con su DNI sacado hace más de 20 años, sucediéndose el siguiente diálogo:
-¡Ah, no sé! ¡Raúl, mirá que deteriorado está ese DNI! ¡No se le ve la foto!
-Pero… si yo lo uso para identificarme al pagar con tarjeta de débito y cobro la jubilación de mi papá como apoderado con eso y no hay problema. ¡Y voté la otra semana y no me dijeron nada!
-¡Ah, bueno, pero eso es el banco! Una cosa es el banco y otro lo legal… Acá estamos en lo legal… Una cosa es una cosa y otra cosa, otra.
-Pero…
-No sé, Raúl… ¿qué hacemos?
(RAÚL GRUÑE UN “DEJALO PASAR”)
-Bueno… se lo hacemos… ¡pero cuanto antes haga el cambio de DNI porque va a tener problemas! ¡Eh!
Naboletti, servil, agradece el gesto de buena voluntad del “servidor público” y seis meses después, pide turno (por la fiebre A no atienden si no es con turno) y se presenta al mismo CGP del mismo barrio cuyo nombre sigue sin querer acordarse y se suscita el siguiente diálogo:
-¡Ah, mire! Lo atendí yo la otra vez…
-Sí, me parece acordarme…
-Bueno, listo, firme acá y acá… Ahora pague en caja los $25 y le va a llegar el DNI a su domicilio en un par de meses…
-Gracias, buenos días. ¡Ah! Me dejaba el DNI viejo, está ahí abajo del formulario…
-Sí, sí, tome…
-Sí, porque si no… hasta que llegue el nuevo…
-Sí. Igual no hay problema porque éste está muy bien conservado… (sic)
TELÓN LENTO.
Y sí. Al unísono, uno, dos tres: ¡Mirá cómo me tomaron de boludo!
Pero no fue la primera ni será la última. Se los prometo.
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