30.11.09
sí, funciona!
WHATEVER WORKS
data: http://www.imdb.com/title/tt1178663/
Después de deambular un lustro por Europa, con películas que eran versiones de otras películas suyas o borradores inconclusos filmados, Woody Allen volvió a su ciudad, a Nueva York. Eligió al tipo que mejor podría reemplazarlo frente a cámara, al genial Larry David que, amén de ser el cerebro tras “Seinfeld”, es un personaje por sí mismo. Y se lanzó a filmar una de las mejores películas de esta etapa de su cine, una época de poca precisión al apuntarle al blanco creativo. “Whatever works” (“Lo que funciona” sería la traducción literal) es tan profunda en su concepto como tan liviana puede parecer en su composición. La feroz verborrea de Boris, su protagonista, hipocondríaco, escéptico, protestón, soberbio, pesimista consumado, nos ametralla con la cruda realidad de su monólogo final, el consejo del tipo que “ve todo el panorama” y, por eso, es más valiosa su recomendación: “Agarra lo que puedas, esos cachitos precarios de felicidad que alumbren tu vida, lo que sea, lo que te haga feliz, lo que funcione. No hay más que eso”.
Boris es un personaje típico de la primera época de la filmografía de Allen, esos personajes que replican al toque, con mucho humor e incorrección política, ligeramente neuróticos, disfuncionales en un mundo que enfrentan como puede, dándose la cabeza contra la pared. Pero siempre, en esa confrontación destinada al fracaso, esos personajes logran pasar el mal rato a través del amor que se presenta de manera absurda, del modo menos indicado, de la forma menos probable. Boris no es la excepción: intentó suicidarse (lo salvó un toldo), es el único personaje que ve a los espectadores sentados frente a la pantalla, tiene una visión absolutamente negativa de la Humanidad, fóbico y misántropo. Su curso de colisión es interceptado por una jovencita sureña que vino a ganarse a Nueva York, pavota, religiosa, inocente. “Mi teoría es que ella es quien lo mantiene con vida” sentencia un amigo de Boris en algún momento del filme. Y esa es la clave: sólo el amor da esa tabla de salvación que flota en la nada absoluta.
A eso apuesta Boris, cuando todo termina. No es que el tipo se haya vuelto optimista. Nada que ver. Él ve todo el panorama. Eso lo distingue de los otros personajes. El suyo no es un optimismo a ultranza, una confianza de que el Universo puede proveer lo mejor. No. La visión del mundo que tiene Boris no ha mutado por la hora y media de película: es el mismo. Justamente por eso acepta humilde (por primera vez en toda la proyección) que no hay más que disfrutar de esas migajas cósmicas que nos arrojan al paso. Elige lo que te haga feliz (trío, homosexualidad, heterosexualidad… ¡o la oveja del vecino de Melody!): simplemente, lo que funcione.
Larry David se lleva todas las palmas en su actuación. Pero hay que hacerle un lugar a la sencillez de Evan Rachel Wood que compone una Melody tierna y dueña de una rara percepción de la vida; Patricia Clarkson es otra cima destacada.
Un dato: se comenta en la red que el guión de “Whatever Works” fue escrito por Woody Allen en la década del ’70, reescrito para llevarlo al cine hace unos meses. Mucho ha cambiado en el mundo desde entonces… pero los problemas del corazón siguen siendo los mismos.
Para los que lo estaban extrañando, Woody Allen está de vuelta. Para los que nunca entendieron su cine o le buscaron la quinta pata al gato, sigan de largo, porque esta película no los va a hacer cambiar de opinión.
Los otros, los que pertenecemos a su cofradía, saldremos tarareando la melodía tristona con la Woody cierra el filme.
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