tocando timbre

LA CAJA
data: http://www.imdb.com/title/tt0362478/

Si usted es un espectador desprevenido, los primeros treinta minutos de “La caja” resultarán desconcertantes. Por un momento se dirá: “No pueden estar trabajando tan mal”. Porque los actores (Cameron Díaz, Frank Langella y James Marsden) se mueven como muñequitos, la música es bochinchera y subraya de modo desmedido los momentos dramáticos de la trama y todo tiene una pátina de la ciencia ficción de hace cuarenta años.



Claro que, por más desprevenido que lo hayan tomado, al poco tiempo caerá en la cuenta que no es un error de calidad: es un “homenaje” del director Richard Kelly a los filmes de clase B de ciencia ficción. Entonces las cosas empiezan a disfrutarse, al encontrarle un sentido a una estética.

Podríamos discutir cuánto de esta elección estética le sirve al filme, si la historia gana en intensidad. Pero los problemas del guión de “La caja” están en otro campo, no en su elección estética. Son los los problemas que se dan, generalmente, cuando se tiene una historia que da, a lo sumo, para treinta minutos y se quiere “estirar” a un largo. Esa es la principal falla del filme.



Richard Kelly adaptó un cuento corto del maestro de la ciencia ficción Richard Matheson, “Button, button” que fue un capítulo de “La dimensión desconocida”, no en la época clásica, sino en su secuela, de 1986. Anteriormente, en el '70, Matheson había publicado el mismo cuento en un número de Playboy, con un final diferente. Ambas versiones difieren de la “explicación” que desarrolla “La caja” en la última media hora. Una versión en español del cuento de Matheson, pueden encontrarla en esta dirección:

http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/botonmat.html

La idea central es muy interesante: matrimonio modelo con dos hijos, recibe un misterioso regalo, una caja, que dejan en la puerta de su casa. En principio, la pareja piensa que es una broma. Pero al día siguiente, se presenta un hombre que ofrece un trato: el matrimonio pulsa el botón y alguien, que no conocen, muere; a cambio, reciben un millón de dólares. En caso de que no quieran apretar el botón, les deja un billete de cien dólares por las molestias del caso y no se habla más del asunto.



Como es de esperar, la atracción de la historia es ver la evolución de la pareja desde “esto es una broma” a “ojo que puede ser” pasando por “y bueno, total qué perdemos...” con varias paradas en la ruta de la hipocresía (“puede ser alguien mayor”) y el consiguiente peso de cargar con la decisión, sea cual fuere.

Donde “La caja” la pifia es cuando se queda sin argumentos y hay que empezar a “justificar” el trato con una historia de extraterrestres con toques de Nueva Era. Lo interesante del cuento de Matheson era que no había que explicar nada. Todo estaba ahí. Lo básico: ¿de qué sería capaz usted por un millón de dólares? ¿Cuál es el precio de su ética?



La frase: “Cada casa es una caja. Un auto es una caja con ruedas. Manejas en cuadras, manejas en bloques. Al llegar a casa, todos miran una caja. El contenedor de tu alma es una caja que es tu cuerpo, que está ligado inevitablemente. Y finalmente yaces en una caja donde lentamente te descompones”.