7.2.10

mafia y política

Las mafias italianas, por medio de su sistema de empresa, su coparticipación accionaria en sociedades e institutos de crédito y una extraordinaria capacidad de movimientos financieros de un rincón a otro del mundo, han conquistado un lugar protagónico en la globalización.

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Las mafias contribuyen, como si fueran pequeños Estados, en la formación de ese PBI mundial que se alimenta de la denominada economía canalla. Ndranghetta, Camorra y Mafia registran una facturación anual de entre 120 y 180 mil millones de euros. Sólo un 40 o 50% de esta gran masa de riqueza se reinvierte para regenerar las actividades criminales -contrabando, tráfico de droga y armas, pago de "salarios" a los afiliados, asistencia a los arrestados y sus familias-; el resto, en mil formas y mil modos, entra en la economía legal.

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Desde la Argentina las rutas de la cocaína van hacia las costas africanas, donde hay lugares que se han convertido en verdaderos puertos francos para el arribo y para la partida de la droga hacia el Mediterráneo.

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A medida que se determina una forma de represión mayor que el narcotráfico en Colombia o en Brasil, los puntos de partida se corren hacia la Argentina, o viceversa. No hay una regla.

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El sistema bancario, detrás de la exigencia del secreto en los movimientos de las transacciones financieras, ha representado el instrumento fundamental que las mafias han tenido para reinsertar su dinero en la economía legal.

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Si no hubiera habido una relación con la política y las instituciones, no habríamos tenido mafias, sino formas normales de criminalidad. Se convierten en mafias porque tienen conexiones con el poder político, con el poder económico y con el poder financiero.

“La mafia es mafia por sus relaciones con los políticos”
Reportaje de ELISABETTA PIQUÉ al historiador y sociólogo FRANCESCO FORGIONE
(la nación, 03.02.10)

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