La suerte, decía éste, cabalgaba con los arnulfingos. Pues Arnulfo, el fundador de aquella familia, había pedido una señal. Había arrojado su anillo del sello al río Sena diciendo que, si volvía a sus manos, sería una señal de que llegaría a mandar sobre sus camaradas. Pues bien, la joya desapareció en el agua. Sin embargo, años después, en la mesa de Arnulfo se abrió un pescado y de su vientre cayó el anillo. Sin duda, Dios había querido que fuera tal señal.
HAROLD LAMB
“Carlomagno”
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario