21.3.10

el pez por la boca anilla

La suerte, decía éste, cabalgaba con los arnulfingos. Pues Arnulfo, el fundador de aquella familia, había pedido una señal. Había arrojado su anillo del sello al río Sena diciendo que, si volvía a sus manos, sería una señal de que llegaría a mandar sobre sus camaradas. Pues bien, la joya desapareció en el agua. Sin embargo, años después, en la mesa de Arnulfo se abrió un pescado y de su vientre cayó el anillo. Sin duda, Dios había querido que fuera tal señal.

HAROLD LAMB
“Carlomagno”

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