26.3.10

rosa de los vientos

Sin embargo, el principal reajuste científico de Carlogmano fue la denominación de los vientos, y equivocadamente. Tal vez en Roma el viento del oeste fuera el “dulce Céfiro” pero allí, en el Rin, era un ventarrón arrasador que soplaba del mar. Además, ¿cómo podía haber sólo cuatro vientos, cuando éstos llegaban de todas direcciones (o, al menos, de doce de ellas)? Si los vientos procedían de los cielos y éstos estaban divididos en las doce zonas del Zodíaco, tenía que haber el mismo número de vientos. Siguiente este razonamiento, Carlomagno les puso nombre metódicamente: nordroni-nordostroni, ostnordroni-ostroni (norte-noroeste, oeste-noroeste), etcétera, hasta completar el círculo del cielo. (Siete siglos después, los flamencos de la costa aún utilizaban los nombres de los vientos carolingios y, más tarde aún, los navegantes que zarpaban para cruzar los océanos emplearon estos nombres en las cajas que contenían la reciente invención de la brújula.)

HAROLD LAMB
“Carlomagno”

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