19.4.10
alta viscosidad del texto
ALA DE CRIADOS
data: www.alternativateatral.com/obra14653-ala-de-criados
Cuatro personajes, una locación; uno de ellos hablando al público, describiendo lo que sucede tras bambalinas o lo que sienten o la información del pasado de los personajes. Alegoría de clases sociales en pugna, en los siete días interminables de la Semana Trágica de 1919. Freaks de clase alta que esgrimen la defensa de su estado social para ocultar sus debilidades vergonzantes. Varados en la playa, en un club social de tiro al pichón sin actividad, los cuatro protagonistas son parias: parias de sus familiares, de su entorno social, de sus afectos. Luchan por posicionarse, pero se hunden en la arena. El tiempo los está dejando atrás y nada de lo que hagan podrá salvarlos.
“Ala de criados” (en el Teatro del Pueblo) se caracteriza por un texto de alta viscosidad. La hora y media de la obra exige una permanente atención del espectador, por su discurso complejo y barroco. Lejos de un tono realista o coloquial, la aridez del lenguaje es un elemento básico de la obra. La habilidad de Mauricio Kartun es emplear el lenguaje como elemento distintivo de la clase social. Ésa es la fuerza del oficio de dramaturgo: recrea un vocabulario (aún con palabras inventadas o anacrónicas) que sugieren, no sólo la posición de la clase social, sino el conflicto personal del personaje. Es un trabajo de artesano, sumamente vital para que la historia, tal como está contada, funcione.
La otra pata fuerte de la obra es la excelente actuación de los cuatro actores. Todos tienen momentos soberbios. Es muy destacado el trabajo de Laura López Moyano, permanentemente de cara al público. Y el Emilito de Esteban Bigliardi es memorable. Pero, insistimos, en un nivel superlativo del conjunto.
Tal vez pueda achacársele a “Alas de criados” que no pueda evitar cierta unidimensionalidad para tratar a la clase patricia argentina, propia de un prejuicio progre que pinta, sin matices humanos, a los representantes de la oligarquía agroganadera local. Actúan, por ende, con los estereotipos propios del cliché de la clase alta y quedan vacíos de emoción. Son más emanaciones de la alegoría que el drama de seres asfixiados en las convenciones de una época y un status social.
Los tres freaks burgueses de “Ala de criados” están muy lejos de la riqueza psicológica, por ejemplo, de los personajes de la nobleza tratados por el cine británico. No por mostrar el snobismo, el racismo, la soberbia de clase alta, olvidan esos rasgos humanos que nos iguala e identifica. “No hay nada más de putos que la metáfora” declara Tatana en su primer parlamento. Casi una definición de Kartun, un guiño autorreferencial a la estructura metafórica de la obra. Notablemente, la pieza se eleva sobre su metáfora cuando reconocemos en los protagonistas la patética necesidad de disimular su precaria condición en pos de contar con la aprobación de un Tatita con tanta plata como poder, omnipresente en su ausencia, al punto de rendirle culto quemando bibliotecas socialistas o aporreando judíos o anarquistas.
No obstante lo dicho, “Ala de criados” es un notable ejemplo del poder de las palabras y de su rol, principalísimo, en el hecho teatral.
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