la revancha de los nerds: el túnel de la ciencia

La conmovedora escena ocurrió, el feriado del 24 de marzo, en el Túnel de la Ciencia, la muy buena exposición que la Sociedad Max Planck y la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva realizan, hasta el 20 de abril, en Montevideo 950.

Es mucho menos que lo que promete la propaganda oficial pero es mucho más que para dejarla pasar de largo.

Toda la data en:

http://www.tuneldelaciencia.mincyt.gob.ar/

Y álbum propio de fotos en Facebook:

http://www.facebook.com/album.php?aid=203986&id=163209071420&l=d752c6e0b9

(Es más: está frente al Museo del Holocausto que pueden aprovechar a visitar, en un interesante doblete cultural)

Pero el motivo de este post, es comentar una viñeta humana. La muestra es una serie de 12 estaciones, con paneles y videos mostrando, en cada caso, un tema específico de estudios de los institutos Max Planck diseminados por distintas regiones de Alemania. (A propósito: es patético la confrontación de esos centros de estudios, ocupados en la tecnología de punta, con el panel con la foto de la Señora Presidenta, funcionarios del gabinete y el “polo tecnológico” de Palermo, los edificios vacíos de la Ex Bodega Giol, a los que le vendría bien una mano de pintura. El contraste es muuuuy fuerte.).

Cada tema, nos muestra una frontera del conocimiento, desde la biotecnología, pasando por los nuevos materiales, la frontera del universo, los avances de la medicina. El nivel expositivo es muy didáctico, apropiado para enganchar a los chicos que tengan alguna inquietud más allá de la Playstation.

Lo mejor de la muestra es que cuenta con un puñado de graduados en ciencia que van contando lo que vemos en los paneles e interactúan con las preguntas de los visitantes. De uno de esos jóvenes graduados trata la historia de este post.

En uno de los paneles, una joven bióloga, estaba totalmente entregada a una charla con un joven de anteojitos, barbita, dos cabezas más alta que ella. La expositora tenía un look bien nerd: jeans, remera, pelo lacio, sin maquillaje, voz de nena. Al lado del chico, dos Diosas producidas, miraban con cara de culo como la chica acaparaba, por largos minutos la atención del joven.

Me acerqué: estaban entregados, apasionados, a la especulación de la vida fuera de la Tierra. Ella lo hacía delirar, en una especulación casi orgásmica, con la cantidad de galaxias distinta de la nuestra y la posibilidad de planetas con condiciones favorables a la vida similares a la Tierra.

Concupiscentemente, la bióloga movía las manos para retratar la sopa de aminoácidos primigenia, el escalón hasta donde llegó la ciencia, paso previo a la formación de la vida. “¡Pero todavía no pudimos lograr la vida!” exclamaba y el flaquito asentía: “¡Pero están ahí!”. “Sí, pero es un gran paso… ¡Una vez que logremos eso…!” dejaba inconcluso mordiéndose el labio inferior.

No pude evitar una sonrisa.

En ese momento, era testigo de un acto de justicia poética. La Nerd le estaba ganando por afano la batalla de la seducción a las Diosas. En ese campo, las pibas no podían seguirle el ritmo. El flaco las había ignorado para dejarse llevar de la nariz por el entusiasmo científico de su interlocutora. En ese lugar, a esa hora, en ese instante, la petisa de cara lavada, pelo lacio y nadadora (nada de pecho, nada de espalda) era una potra todopoderosa. Las Brujas del Shopping no podían ni empezar a competir con ella.

Así que, conocedoras del instinto masculino, se fueron quejándose en voz baja que “le habla sólo a él, es incómodo”…

Como media hora después, volví a pasar por el panel y la petisa seguía enredada en las sábanas del cosmos, jugueteando con el flaquito de anteojos.

Está bien. Es justo que alguna vez ganen los Nerds.

En un panel lejano, una de las Diosas le sacaba una foto a la otra que posaba frente al colorido cáncer con contraste que quedaba muy pero muy cool para un perfil de Facebook.