En los barrios de Mataderos y Liniers encontramos la calle Ulrico Schmidl.
El lector se preguntará: ¿Quién fue este señor de ascendencia germana?
De Schmidl se cree que nació en 1510 en el ducado de Baviera, actual territorio de Alemania. Se embarcó con el conquistador Pedro de Mendoza en su viaje hacia estas tierras, en las que permaneció de 1534 a 1556, participando y llevando una detallada crónica de las fundaciones de Buenos Aires en 1536 y de Asunción en 1537, además de describir la gestión como gobernadores del Río de las Plata de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y Domingo Martínez de Irala.
De regreso a su continente, publicó “Viaje al Río de la plata”, por lo que se lo considera el primer narrador de estas tierras.
La primera edición de este libro se publicó en Frankfurt, en 1957: en 1903 salió una edición argentina traducida por Samuel Lafone y publicada por Bartolomé Mitre.
Veamos la pintura que trazó sobre la actual Buenos Aires en un tramo del libro, el capítulo VII:
“Allí levantamos una ciudad que se llamó Buenos Aires, esto quiere decir, buen viento. También traíamos desde España, sobre nuestros buques, setenta y dos caballos y yeguas, que así llegaron a esta ciudad de Buenos Aires. Allí, sobre esta tierra hemos encontrado unos indios que se llaman Querandís, son unos tres mil hombres con sus mujeres e hijos, y nos trajeron pescados y carnes para que comiéramos.
También estas mujeres llevan un paño de algodón cubriendo sus vergüenzas. Estos Querandís no tiene paradero propio en su país, sino que vagan por la comarca, al igual que hacen los gitanos en nuestro país. Cuando estos indios Querandís van tierra adentro, durante el verano, sucede que muchas veces encuentran seco el país en treinta leguas a la redonda y no encuentran agua alguna para beber y cuando cogen a flechazos un venado u otro animal salvaje, juntan la sangre y se la beben. También en algunos casos buscan una raíz que se llama cardo y entonces la comen por la sed. Cuando los dichos Querandís están por morirse de sed y no encuentran agua en el lugar, solo entonces beben esa sangre. Si acaso alguien piensa que la beben diariamente, se equivoca: esto no lo hacen y así lo dejo dicho en forma clara.
“Los susodichos Querandís nos trajeron alimentos diariamente a nuestro campamento, durante catorce días, y compartieron con nosotros su escasez en pescado y carne, y solamente un día dejaron de venir. Entonces nuestro capitán, don Pedro Mendoza envió enseguida un alcalde de nombre Juan Pavón, y con él dos soldados, al lugar donde estaban los indios, que quedaba a unas cuatro leguas de nuestro campamento. Cuando llegaron adonde aquéllos estaban, el alcalde y los dos soldados se condujeron de tal modo que los indios los molieron a palos, y después los dejaron volver a nuestro campamento. Cuando el dicho alcalde volvió al campamento, tanto dijo y tanto hizo que el capitán Pedro Mendoza envió a su hermano carnal con trescientos lansquenetes y treinta jinetes bien pertrechados, yo estuve en ese asunto. Dispuso y mandó nuestro capitán don Pedro Mendoza que su hermano Diego Mendoza junto con nosotros, matara, destruyera y cautivara a los nombrados Querandís, ocupando el lugar donde estos estaban.
De este modo concluye el fragmento del relato del viajero europeo:
… mataron a nuestro capitán Diego de Mendoza y a seis caballeros, también mataron a flechazos alrededor de veinte soldados de infantería, pero de lado de los indios murieron como mil hombres”.
Así comenzaba nuestra agitada historia, manchada, como en este caso, de hechos sangrientos.
Schmidl se cree que murió en Ratisbona, en 1579
FERNANDO LAROCCA
fml-67@hotmail.com
Noviembre 2011
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