23.2.12

frases de “La Dama de Hierro”

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¿Cuál es la sangre vital de toda comunidad? Son los negocios... No solo los grandes negocios sino también los pequeños, como el mío.

En esta isla somos fuertes. Somos autosuficientes. A veces pensamos en planes sanguinarios... Pero también creemos en ayudarnos unos a otros.

Nunca sigas a la multitud, Margaret. Sigue tu propio camino.

-Debemos emitir un comunicado dando nuestras condolencias.
-Estoy segura que ya lo han hecho.
-No debemos nunca, jamás, jamás rendirnos ante terroristas.

Si no puedo salir a comprar medio litro de leche, ¿qué clase de vida es, Carol?

Siempre has sido así. Preocupada, preocupada, preocupada. Debes encontrar algo mejor que hacer con tu tiempo. Es lo menos atractivo en una mujer.

-¿Y ayudabas en la tienda?
-Oh, si. Era un negocio familiar.
-Un muy buen punto de inicio para la vida política, estoy seguro.
-Eso y un título en Oxford.

Nada como una rebanada de responsabilidad fiscal. Un hombre puede llamarla responsabilidad fiscal; una mujer puede llamarla buena administración.

Bueno, solía tratar de hacer algo. Ahora es sobre tratar de ser alguien.

Mark vive en Sudáfrica y tú ya no eres la Primer Ministro. Y papá está... papá está muerto.

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-Nunca seré una de esas mujeres, Denis. Que permanecen bellas y calladas del brazo de su marido. O lejos y solas en la cocina haciendo el lavado como si les importara.
-Tendremos ayuda para eso.
-No. La vida debe ser importante, Denis. Más allá de la cocina, el lavado y los niños... la vida debe ser más importante que eso. No puedo morir lavando una taza de té. Lo digo en serio, Denis. Dime que lo entiendes.
-Por eso es que quiero casarme contigo, cariño.

-Yo creo que la Honorable Señora ha chillado demasiado. ¡Y si quiere que la tomemos en serio debe aprender a calmarse!
-Si el Honorable Congresista quizás prestara más atención a lo que estoy diciendo, en lugar de cómo lo digo, puede que reciba una valiosa educación a pesar de sí mismo.

Con el líder sindical minero llamando hoy al Ejército a amotinarse como apoyo a la huelga, parece un mal tiempo para la conciliación.

Todos en esta isla somos fuertes. Somos autosuficientes. Napoleón nos llamó una “Nación de comerciantes”. Para él significaba un insulto. Pero para mí es un cumplido. Por eso no pudo vencernos y por eso es que Hitler no podrá vencernos.

Los Conservadores creemos en darle a la gente la libertad y oportunidad de realizar su propio potencial, especialmente a los más jóvenes. No hay nada bueno en pretender que todos somos iguales. No somos todos iguales, nunca lo fuimos y nunca lo seremos. Debemos animar a nuestros hijos a aspirar a lograr más de lo que tienen para que nuestros niños de hoy sean los líderes del mañana.

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-¿Estás diciendo que quieres ser Primer Ministro?
-Lo que digo es que alguien debe forzar el punto de decir lo indecible. Ninguno de esos hombres tiene las agallas.

Ambos sabemos que es muy poco probable que alguna vez pueda ser elegida como líder... Pero competiré... Competiré. Sólo para morderles los talones y hacerlos reafirmar los principios en los que el Partido Conservador debe sostenerse.

-Eres insoportable, Margaret. ¿Lo sabías?
-Denis, tú te casaste con alguien comprometida con el servicio público. Sabías eso. Y es mi deber...
-¡No lo llames tu deber! Es la ambición lo que te ha llevado tan lejos. La ambición. ¡Y el resto de nosotros, yo, los niños, podemos irnos al infierno!

-Sra. Thatcher, entiendo que hace poco visitó Estados Unidos. ¿Qué pudo rescatar de esa visita y que pueda ser evaluada aquí en Gran Bretaña?
-Oh, eso es bastante fácil de responder en realidad. Ellos no le temen al éxito. Aquí, en Gran Bretaña y Europa, nos formamos principalmente por nuestra propia historia. Ellos, por el contrario, se formaron por su filosofía. No por lo que han sido sino por lo que pueden ser.

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Para empezar, ese sombrero se tiene que ir. Y las perlas.

-No importa cuánto he tratado (¡y si que he tratado de encajar!). Yo sé que nunca seré realmente uno de ellos.
-Si me permite decirlo, creo que ésa es su carta de triunfo.

No habrá una mujer Primer Ministro aquí. No en mi tiempo de vida.

Respetuosamente, Margaret... Estoy en desacuerdo. Si quiere cambiar este
Partido, lidérelo. Si quiere cambiar este país, lidérelo.

Es tiempo de levantarse. Es tiempo de trabajar. Es tiempo de poner nuevamente el “Gran” en Gran Bretaña.

-¿Qué tengo la “obligación de sentir”? La gente ya no “piensa”... Ellos “sienten”. “¿Cómo se siente?”, “Oh, no me siento cómodo”, “Oh, lo siento mucho pero nosotros sí sentimos”. ¿Sabía que uno de los grandes problemas de nuestra era es que somos gobernados por gente a la que le importan más los sentimientos que los pensamientos y las ideas? Los pensamientos y las ideas. Eso me interesa.
Pregúnteme que estoy pensando...
-¿En qué está pensando, Margaret?
-Cuide sus pensamientos porque se convierten en palabras. Cuide sus palabras porque se convierten en acciones. Cuide sus acciones porque se convierten en hábitos. Cuide sus hábitos porque se convierten en su carácter. Y cuide su carácter porque se convierte en su destino. En lo que pensamos en eso nos convertimos.

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Sabes, es una maravilla que aún puedas recitar grandes citas de Kipling. Pero trata de recordar el nombre de esa mujer que acaba de prepararte esa espantosa colación fría.

Si no puedo escucharte, no puedo verte. Si no puedo verte, no estás aquí. Y si no estás aquí, no me he vuelto loca.

No me reconozco a mí misma.

¡Se suponía que serías una madre! ¡No eres una madre, eres un monstruo!

-¿Qué estás haciendo?
-Me gusta hacer un esfuerzo. ¿Una copa?
-Estás muerto, Denis.
-¡Ah! Bien, si estoy muerto... ¿con quién estás hablando? ¿Bailamos?

No negociaré con criminales ni matones. Las islas Falkland pertenecen a Gran Bretaña y las quiero de vuelta. Caballeros, necesito que me digan hoy que eso es posible.

ALEXANDER HAIG: Así que está proponiendo ir a la guerra sobre esas islas. Están a miles de millas a lo lejos, un puñado de ciudadanos y política y económicamente son insignificantes, si me disculpa...
MARGARET THATCHER: Justo como Hawaii... Me imagino.
ALEXANDER HAIG: ¿Disculpe?
MARGARET THATCHER: 1941, cuando Japón atacó Pearl Harbour. ¿Fue Estados Unidos, gorra en mano, a preguntarle a Tojo por los términos para una negociación pacífica? ¿Le dio la espalda a sus ciudadanos allí porque las islas estaban a miles de millas del territorio de Estados Unidos? ¡No, no, no! Defenderemos nuestros principios o no serían firmes en lo absoluto.
ALEXANDER HAIG: Pero Margaret, con todo respeto, cuando uno ha estado en guerra...
MARGARET THATCHER: Con todo respeto, señor... He librado batallas cada día de mi vida y muchos hombres me subestimaron antes. Este grupo parece hacer lo mismo nuevamente... Pero lamentarán ese día...

Si debe haber una escalada, será mejor que la iniciemos nosotros.

Húndanlo.

No habrá pacificación. Ésta es una guerra. Es una guerra que ellos comenzaron. Y por Dios, nosotros la terminaremos.

Éste es un día para dejar a un lado las diferencias, mantener en alto la cabeza
y estar orgullosos de ser británicos.

¡El mundo está a tus pies y Gran Bretaña está de vuelta en el negocio!

Ésta es una propuesta simple. Por el hecho de vivir en este país debe pagar por ese privilegio. Algo, lo que sea. Si usted no paga nada, a usted no le importa nada. ¿Qué les importa donde arrojan la basura? Su Consejo de Estado es un desastre, su ciudad llena de graffitis, ¿qué les importa? No es su problema. Es el problema de otro... es problema del Gobierno. Su problema... Es de algunos de ustedes porque no tienen el coraje para esta pelea. No han tenido que pelear duro por algo. Les han dado todo y se sienten culpables por ello. Bien, puedo decir en nombre de todos los que han luchado por ese camino a la cima y que no se sienten culpables por ello... Nos molestan esos vagos que beben, beben y beben y que no contribuyen en nada a la comunidad. Y veo lo mismo, esa misma cobardía en nuestra lucha dentro de la Unión Europea. Cobardía. Por la soberanía de Gran Bretaña, la integridad de la libra. Algunos de ustedes quieren hacer concesiones... He oído que algunos de ustedes están de acuerdo con la última propuesta francesa. Bien, ¿por qué no toman un barco a Calais? ¿Por qué no se ponen un sombrero y pagan el 85% de sus ingresos al gobierno francés?

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No tengo más que admiración por nuestra Primer Ministro, Margaret Thatcher.
Pero creo que nuestro partido y nuestro país necesitan un nuevo líder.

No se trata de ella, se trata del Partido. Uno debe saber cuando retirarse. La pregunta es: ¿cómo nadie se lo planteó?

No se puede contar con la lealtad de mis colegas. Fue la gente la que me puso aquí.

-Tira la toalla ahora, amor. No dejes que esos bastardos te vean humillada. Ya no puedes ganar, querida. No ésta vez.
-Oh, Denis. Yo soy la Primer Ministro.

Todos esos años tomando decisiones difíciles... ¿Nada de eso importa ahora?

Sí, la gente te odiará hoy. Pero te agradecerán por generaciones. O te olvidarán por completo y te arrojarán con la basura.

No. Aún no, Denis. Espera... No quiero... dije que... no quiero que te vayas todavía. Denis. Por favor. No, no. Aún no estoy... no quiero estar por mi cuenta.

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