10.7.14

quedan dos

Perú 21

En ocasión de los cuartos de final del Mundial 2014, comentamos el gesto de la hinchada brasileña vivando al defensor local que revoleó la pelota al medio de la cancha, con el partido 2-0 y a veinte minutos del final. Ese gesto dio tanta vergüenza a los que conocimos la gloria de Brasil como el 1-7 ante Alemania de la semi. Brasil viene cavando la tumba hace tiempo, cuando olvidó lo que lo hizo grande, su respeto a la pelota, su buen trato, su apetencia por el arco de enfrente, su audacia, su culto por los talentosos. Todo eso lo fue olvidando, a gritos de “¡Pentacampeón!” para autoengañarse ensimismado en el resultado descuidando el modo en que estaba jugando. Cuando en cada Libertadores veíamos a equipos brasileños indignos de la historia de Brasil, sospechábamos que el coloso estaba en declive. Y este equipo mediocre, elemental, con la única figura de Neymar, fue un culto al esfuerzo sobre el talento. No estaba para campeón y llegó más lejos de lo que podía presumirse. No estaba tampoco para esta debacle que fue uno de esos accidentes que se dan el fútbol cuando un equipo cae en la desesperación y el otro lo aprovecha. Pero no fue fortuito. Lo que más le dolió a Brasil es ver que quien le ganó lo hizo con sus propias armas, la que lo hicieron grande. Alemania hace tiempo que viene apostando a un fútbol distinto, un fútbol del siglo XXI, más allá de que no haya obtenido resultados en un principio, perdiendo aún un Mundial en su casa. Y podrá ganar o perder la final, pero queda claro que ha sido el equipo que mejor fútbol ha intentado jugar en este Mundial.

Del otro lado, Argentina y Holanda jugaron a no arriesgar. Planteos especulares, autitos chocadores, la lucha y el esfuerzo sobre la audacia y las ganas de ganar. En la administración de la abundancia, Argentina guardó sus chiches preciados y archivó los Cuatro Fantásticos por una defensa más sólida. Un poco por las lesiones, otro tanto por la inseguridad que presentaba un equipo no estructurado para aprovechar a una delantera de ensueño, Sabella optó por lo que siente, por lo que le gusta. Prefirió no correr riesgos, aunque eso signifique opacar a Messi & Cía. en un rol de obreros. Son elecciones y modos de sentir el fútbol. Válidos como toda estrategia mientras se esté dentro de los límites del reglamento. Lo que no deja de llamar la atención es que pese a que ambos no quisieron correr riesgos, su táctica fue luchar durante dos horas, para arriesgar todo en una definición desde el punto del penal.

Siempre se corre un riesgo. Desde el mismo momento que la pelota rueda. Aunque algunos nos quieran hacer creer que es posible ganar sin correr riesgo alguno.

Para el domingo, una final que ya es un clásico para los argentinos, contra el cuco alemán. Estamos creídos que la Alemania de esa final se parecerá más a la cauta Alemania del 1 a 0 con Francia que al torbellino demoledor del 7-1 a Brasil. Argentina no le va a dar las facilidades que le dio Brasil ni se va a derrumbar anímicamente como el joven equipo brasileño. El temple ya fue demostrado y no se pone en duda. Alemania tiene a favor una semifinal definida a la media hora con lo que eso significa en lo físico, una pequeña ventaja que puede ayudar en el match final. Y tampoco creemos que le dé chances a Messi.

Será un interesante duelo de estilos y promesa de emociones. El último acto del Mundial está por jugarse.

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