8.9.14

un regalo para Sarmiento

En otros tiempos, el bastón formaba parte del atuendo de los hombres mayores. En las casas solía encontrarse un mueble -de nogal, en muchos casos- cerca de la puerta de entrada, donde se dejaban los bastones, paraguas, sombreros y abrigos. También los edificios públicos contaban con bastoneras. En el Palacio del Congreso, entre el recinto de los diputados y el Salón de los Pasos Perdidos, existe un pasillo donde los legisladores dejaban sus bastones para no ingresarlos al hemiciclo. Se llama Galería de los Bastones, aunque a esta altura su nombre es anecdótico. En otras épocas, el bastón era uno de los clásicos accesorios de la moda cotidiana.

Por otra parte, el bastón era un elemento de defensa. No sólo en los casos en que ocultaban un estoque para sacar a relucir frente a un robo callejero. Muchos caballeros usaban su bastón, sea de caña de guatambú o de Malaca, para enfrentar agresiones, lanzando golpes que se practicaban a solas en sus casas.

Figuraba entre los regalos típicos. Domingo Faustino Sarmiento recibió tres. El primero se lo dio Torcuato de Alvear, el intendente porteño que gobernó entre 1883 y 1887. Fue uno de los tantos que se hicieron con una viga de la casona de Juan Manuel de Rosas, en Palermo. Los recibieron los sobrevivientes de la batalla de Caseros.

Otro de los bastones fue obsequio de Justo José de Urquiza cuando Sarmiento regresó de Estados Unidos como presidente electo. Se trata de uno de hueso que mide 86,5 centímetros, con empuñadura de cristal de roca y oro cincelado, y tiene las iniciales del entrerriano: J. J. U. Hoy forma parte del patrimonio del Museo Sarmiento y fue el que usó como bastón presidencial durante su mandato.

El restante es el más curioso. Porque, como todos saben, los últimos 15 años de su vida, el sanjuanino estaba cada vez más sordo. Un día recibió un regalo en su casa. Se trataba de un bastón con micrófono contra la sordera que fue de gran utilidad, un objeto preciado que por estas tierras no se conseguía. Cuando quería escuchar, Sarmiento alzaba el bastón, colocaba una punta cerca de su oído y dirigía la otra hacia el interlocutor. Le cambió la vida este regalo que fue anónimo. ¿Existía algún motivo por el cual la persona que se lo había comprado en Europa no quería darse a conocer?

¿Quién fue el amigo invisible de Sarmiento? José Antonio Terry, político y marido de Leonor Quirno Costa, con la que tuvo tres hijos que nacieron sordos: José Antonio, Leonor y Sotera. El padre de los chicos dedicó gran cantidad de tiempo a crear una conciencia social respecto de la sordera. Gracias a su influencia, el 19 de septiembre de 1885 se creó el Instituto Nacional de Sordos y por ese motivo, esa es la fecha en que se conmemora en la Argentina el Día nacional de las personas sordas.

Pero, ¿por qué Terry le hizo llegar el bastón acústico a Sarmiento, sin decirle que era un regalo suyo? Porque era mitrista, por lo tanto, enemigo político del sanjuanino.

DANIEL BALMACEDA
“El amigo invisible de Sarmiento”
(la nación, 08.09.14)

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