8.9.14

vamos, vamos los pibes

clarín

Hay equipos y deportistas que se meten en el corazón y es difícil dejarlos partir. El tiempo siempre gana. Pero uno tiene la utopía de estirar los plazos e intentar lo imposible. Con la Generación Dorada me pasa eso, el deseo de que no pierdan nunca, no tanto por uno como seguidor, sino por esos tipos que se metieron en la historia grande del básquet y que fueron más grandes aún en la derrota que en la victoria.

Ayer Brasil nos mostró el camino de salida del Mundial España 2014. Y aunque se sabía que íbamos de punto, el golpe dolió. Se jugó un tiempo y luego se perdió el camino. Particularmente tengo algunos puntos de desacuerdo con el manejo de Julio Lamas, al que se le suelen ir los partidos de la mano sin intentar ningún golpe de mano. Había algún resto en el banco que podía dar un poco de aire a un equipo que se notaba que estaba siendo superado en la cancha en la mitad del tercer cuarto. No obstante, ayer ganó el mejor equipo y ante eso no hay nada que decir.

Ahora hay una etapa de recambio que era inevitable que iba a llegar. Y, de hecho, ya se empezó a hacer en este Mundial. Ya se observó que hay algunas figuras que tomarán la posta de la Generación Dorada y tratarán de mantener en alto el lugar conseguido. Posiblemente no haya oro en los Juegos Olímpicos o final mundialista. Pero alcanzará con ser protagonistas y estar compitiendo en la elite.

Facundo Campazzo, Marcos Mata, Selem Safar, Marcos Delía, Nicolás Laprovittola apuntan como los nombres que tomarán la posta. Y derrotas como las de ayer forman la experiencia que servirá para futuro.

Me quedó sí con una imagen de este Mundial que habla del futuro y de lo que deja esta generación. En el partido con Senegal, cuando Argentina ya le había sacado 20 de ventaja al equipo africano, Lamas empieza a mover el banco. Uno a uno, las figuras de la Generación Dorada dejaron la cancha y entraron los suplentes, los chicos que sumaron minutos, para varios debut mundialista. Espontáneamente, la hinchada argentina empezó a corear: “¡Vamos, vamos los pibes!”. La frutilla del postre fue el ingreso de Tayavek Gallizzi, el pivote de 2,05 metros que se ganó un lugar entre los doce de manera inesperada. Luis Scola se puso a hablarle en el costado de la cancha, en el tiempo pedido previo a su ingreso, aconsejándolo. Entró, se comió la cancha y marcó sus primeros dos puntos en un Mundial.

Los próceres de la Generación Dorada se pusieron de pie, al costado del banco y corearon con la hinchada el “¡Vamos, vamos los pibes!” que huele a futuro. En los ojos de Leo Gutiérrez o el Chapu Nocioni se veía la emoción por el testimonio que estaban entregando a la futura generación y por los recuerdos de una carrera que ya estaba dando los últimos episodios.

Ésa es la imagen que rescató de este Mundial. Y de esta Generación que es inmensa en su actitud y coherencia.

No creo que esto se acabe acá para todos. Creo que habrá guardada alguna revancha más, un Juego Olímpico por lo menos para algunos. Todavía algunos protagonistas de la Generación Dorada sueñan con una última función.

Pero el futuro ya está aquí y la Generación Dorada le abrió la puerta de la mejor manera.

A esperar lo que viene. A cimentar con trabajo el futuro.

Y gracias miles a estos pibes que nos llenaron de orgullo y decencia tantos años.

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