24.6.15

del archivo chatarra: ochenta años sin el zorzal

wikipedia

Ocho décadas sin el Zorzal, Carlos Gardel, el mejor cantor de nuestra historia. Emblema del tango, Gardel es de esa clase de artistas que agregan dimensiones cada vez que se lo escucha. Siempre se le encuentra algo más, desde una vereda exenta de la artificialidad. En su excelsa técnica de canto, Gardel sumaba una densidad de interpretación notable. Sugiero escuchar un tango menor como “Pan”, en la interpretación gardeliana y la de otros intérpretes. Es un buen test para certificar la grandeza del Morocho.

Como homenaje chatarra, rescatamos algunos párrafos del especial de tango que hicimos en octubre del 2000, en “Super Chatarra Special” :

http://www.superchatarra.com.ar/speciales/tango.htm

Si estuviera condenado por el resto de mi vida a la percepción de un único artista no dudaría un solo instante en elegir a Gardel.
ALEJANDRO DOLINA

Los payadores y milongueros anteriores a él habían cantado casi en voz baja, con una entonación que oscilaba entre lo cantado y lo oral. Carlos Gardel fue acaso el primero que dejó ese desgano y cantó con toda voz. Fue también el primero que acometió con toda deliberación lo patético.

JORGE LUIS BORGES
Prólogo del libro “Carlos Gardel” de Carlos Zubillaga

Son lazos demasiado fuertes los que me unen a Gardel, tal vez fue de él que tomé aquello de buscar la sobriedad en los recursos expresivos; me gustaría pensar que cuando uno escribe, cuando uno hace sus cosas evita los gritos, la furibunda adjetivación, y me parece que Gardel cantaba con la mitad de lo que tenía y ofrecía la otra mitad para que se la adivinaran. También me gustaría pensar que nos une, aunque se trate de dos Buenos Aires distintos el suyo y el mío, una misma y discreta vinculación con la tierra maestra.
ALEJANDRO DOLINA

En seguida se comprende que a Gardel hay que escucharlo en la victrola, con toda la distorsión y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podrá escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco.
(...)

Los jóvenes prefieren al Gardel de El día que me quieras, la hermosa voz sostenida por una orquesta que lo incita a engolarse y a volverse lírico. Los que crecimos en la amistad de los primeros discos sabemos cuánto se perdió de Flor de fango a Mi Buenos Aires querido, de Mi Noche triste a Sus ojos se cerraron. Un vuelco de nuestra historia moral se refleja en ese cambio como en tantos otros cambios. El Gardel de los años veinte contiene y expresa al porteño encerrado en su pequeño mundo satisfactorio: la pena, la traición, la miseria, no son todavía las armas con que atacarán, a partir de la otra década, el porteño y el provinciano resentidos y frustrados. Una última y precaria pureza preserva aún del derretimiento de los boleros y el radioteatro. Gardel no causa, viviendo, la historia que ya se hizo palpable con su muerte. Crea cariño y admiración, como Legui o Justo Suárez; da y recibe amistad, sin ninguna de las turbias razones eróticas que sostienen el renombre de los cantores tropicales que nos visitan, o la mera delectación en el mal gusto y la canallería resentida que explican el triunfo de un Alberto Castillo. Cuando Gardel canta un tango, su estilo expresa el del pueblo que lo amó. La pena o la cólera ante el abandono de la mujer son pena y cólera concretas, apuntando a Juana o a Pepa, y no ese pretexto agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de este tiempo, tan bien afinado con la histeria de sus oyentes.

JULIO CORTÁZAR
“Sur”, julio/agosto de 1953

No sé, no sé si, como decía Cortázar, a Gardel habrá que escucharlo en aquellas viejas grabaciones para situarse en la época. Es, me parece, una verdad poética porque Cortázar también decía que prefería al Gardel de voz atenorada de los años veinte y sospecha que sus triunfos posteriores, con voz de barítono y orquestas superiores, tal vez le haya costado alguna traición a ese Gardel más humilde. Pero la verdad musical es que el Gardel del 29 tiene una voz superior porque son superiores las técnicas de grabación, teniendo en cuenta que desde el 26 son acústicas y no eléctricas, y además porque Gardel fue perfeccionándose permanentemente.
ALEJANDRO DOLINA

A mí nunca me ha gustado (Gardel) y la tendencia que lo representaba tampoco. Porque al fin de todo, esa música ha contribuido a entristecer al pueblo argentino. Los tangos primeros eran más bien alegres, valerosos, movidos. Y luego viene ese tango arrastrado, con un sollozo final.
JORGE LUIS BORGES

Es cierto que Gardel convirtió en buenos algunos tangos que no lo eran tanto. Hay uno, por ejemplo, de un autor genial como Celedonio Flores, pero que no tenía una letra muy seductora: un chico que tuvo un accidente y el padre que le dice a la madre que no debe dejarlo salir a la calle porque es peligroso: 'Si se salva el pibe/ si el pibe se salva/ vas a ver la fiesta/ que vamos a dar...' y dice por ahí: 'No tenés que dejarlo/ salir con los muchachos/ aquí hay demasiado/ lugar para jugar / ya ves lo que ha pasado/ el muchachito bueno/ cayó bajo las garras/ de la fatalidad...'. El tango no es bueno, pero la interpretación de Gardel lo realza: en ningún momento levanta la voz y en cierto instante de la canción, cuando deja de llorar, dice 'ya sabés que han dicho que no lo despierten' y parece que estuviera cantando para no despertar al chico, es extraordinario.
ALEJANDRO DOLINA

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