En un viaje reciente al país galo, he escuchado una anécdota que ha llamado poderosamente mi atención. Sucedió cuando el dux de Génova, Francesco Maria Imperiale Lercari, visitó Versalles en 1685 para inclinarse ante Luis XIV y expresarle su “extrême regret de lui avoir déplu” (su “gran arrepentimiento por haberle disgustado”). La pequeña república de Génova venía apoyando a España facilitándonos galeras y, en términos generales, venía mostrando una actitud muy insolente hacia Francia. Como consecuencia de ello, en mayo de 1684, una flota de guerra comandada por Duquesne había castigado a Génova bombardeándola durante seis días y, como colofón, los franceses acabaron exigiendo que los embajadores de Génova fuesen a París a pedir disculpas. Un año más tarde, concretamente el 15 de mayo de 1685, el mismo dux se personó ante el Rey Sol quien, en la cúspide de su gloria, le recibió en el grandioso Versalles. Se cuenta que, ya tras las disculpas, en la magnífica galería de espejos, Luis XIV preguntó al dux: “¿Qué es para usted lo más asombroso de Versalles?", a lo que el dux respondió escuetamente en su dialecto genovés: “Mi chi”, esto es, “el hecho de verme aquí”.
RAFAEL BACHILLER
(el mundo, 10.04.16)
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