29.12.16

pensar como se habla


LA LLEGADA
data: http://www.imdb.com/title/tt2543164

Creemos que el lenguaje es la base en la que nos apoyamos para pensar. Pero si la elección del lenguaje determinara la forma en qué pensamos, ¿hasta qué punto el idioma es una piedra colgada al cuello? La Hipótesis de Sapir-Whorf es el punto central en “La llegada”, la excelente película de Denis Villeneuve que abre varias capas de interpretación detrás de una historia de primer contacto.

Doce naves espaciales de una especie desconocida (los heptápodos, por sus siete extremidades) se suspenden sobre sendas ciudades de la Tierra. No sabemos a qué vienen o qué quieren. Para intentar el primer contacto, las autoridades militares de Montana recurren a Louise Banks, una experta lingüista, que inicia el largo camino de comunicarse con entidades que no tienen la morfología ni cultura humana. El escabroso camino de la comprensión exige tiempo, tiempo que no tienen debido que, a medida que se suceden los días, la humanidad se pone más y más intranquila con los visitantes, y el riesgo de una guerra mundial está a unos pasos.



Sobre este conflicto, “La llegada” pivotea sobre dos o tres ideas muy fuertes. La primera es la limitación del lenguaje. En la película, el idioma parece más un problema para la comprensión que una herramienta. No sólo entre humanos y heptápodos sino entre humanos principalmente. El idioma tiene una dimensión única: expresar una idea. Pero no logra transmitir la intención verdadera detrás de esa idea. En una sociedad alterada, viviendo en sospecha perpetua, el lenguaje es una artimaña, un obstáculo para la comprensión. Mientras la Dra. Banks desarrolla su metódico acercamiento a los alienígenas, el mundo pide una respuesta rápida que no existe. Se preguntan y responden desde la vereda de sus miedos. No hay solución posible en esta condición.

Ahí hay un punto interesante para reflexionar: la premura de los idiotas. Cuanto menos preparación tiene una persona, exige con descaro rapidez en la toma de decisión. Paradójicamente, cuando se está ante un problema no conocido, lo peor es actuar con premura, sin estudiarlo primero. Pero la masa exige determinaciones, aunque sean malas. Los opinólogos de Internet, los militares con el dedo en el gatillo, los expertos en piloto automático, son palos en la rueda en el camino del entendimiento, el lento camino que la Dra. Banks traza con método. El enorme riesgo de desencadenar una guerra no es evaluada por la turba. Exigen tiros en la frente, pese a la inexistencia de agresiones. En esa actitud se esconde el miedo. El miedo al futuro. El miedo destilado en el alambique de la ignorancia.



Si en ese aspecto, “La llegada” nos hace recordar a “Trece días” (la recreación de la Crisis de los Misiles de 1962), en la disposición de la información al espectador, nos rememora el magistral uso de “Sexto sentido”. Con igual eficacia, dispone la información de un modo en el que uno saca suposiciones que nunca fueron dichas. La estructura temporal del relato se entiende al final: cómo el lenguaje de los alienígenas, no es lineal, es circular. Hay que verlo todo, para entenderlo.

Otra tesis que maneja la historia no tiene relación con el intelecto sino con lo emocional. Está contenida en una frase de la protagonista: “Si pudieras ver toda tu vida de principio a fin, ¿cambiarías las cosas?”. Y es el tema principal del filme, la gran aventura que vive la Dra. Banks en su contacto con los extraterrestres. Si pudiéramos ver en su conjunto todo lo que nos va a pasar: ¿lo tomaríamos? Esto implica que junto a la felicidad debemos tomar los dolores. ¿Aceptamos ese trato? ¿Entendemos que todo viene enlazado, en el mismo paquete y que no podemos apartar una cosa sin perder la otra?

Ésa es la gran lección del regalo de los alienígenas: ver el todo. Comprender el camino. En nuestro pensamiento lógico (encarnado en el filme en el personaje de Ian, el científico) discriminamos los hechos de modo separado. Hay cosas buenas, hay cosas malas. Si pudiéramos apartar los malos momentos de nuestra vida, seríamos felices. Pero esta deducción tiene una falacia: ¿qué pasa si lo bueno está anclado a lo malo, si no podemos apartar lo que nos duele? Comprender el todo, el inicio y el final, especialmente entender que no hay inicio y final y que todo es un círculo, un presente entregado en su conjunto. Ahí está la clave del filme (por eso su estructura) y es la gran lección del don que los alienígenas regalan a la humanidad. Es una manera no lineal de pensar. Porque la forma lineal está llevando al mundo a su destrucción.



Denis Villeneuve envuelve la excelente historia en un ropaje visual exquisito. Hay texturas que saltan de la pantalla; hay una imaginativa presentación de la grafía extraterrestre, de los circulos con trazos que indican conceptos. El guión de Eric Heisserer (basado en un cuento de Ted Chiang) está muy ajustado, no le sobran escenas, describe con eficacia el conflicto y con sutileza ubica un contexto que refuerza la presión que sufren los protagonistas. Vileneuve le tira los primeros planos a Amy Adams que resiste cualquier toma y que nos regala dos presentaciones brillantes en este final de año: a “Animales nocturnos”, nos suma esta interpretación en “La llegada”. Esperemos que haya una nominación en los Oscars para Adams por estas dos joyitas de actuación.

“La llegada” es uno de los mejores estrenos del año. Como las buenas películas de ciencia ficción, indaga en los grandes problemas del ser humano. Y lo hace de un modo magistral, inteligente y sensible.

Mañana, las mejores frases.


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