2.2.18

frases de “Apuesta maestra”



Hace unos años se hizo una encuesta donde se le hacía a 300 profesionales una pregunta: ¿Qué es lo peor que puede pasar en el deporte? Algunos respondieron que perder un séptimo juego. Y otros dijeron que ser barridos en cuatro partidos. Otros, perder una Copa Mundial. Y algunos brasileños dijeron que perder con Argentina. No sólo en la Copa Mundial sino en cualquier momento, desde siempre, en cualquier evento. Pero una persona respondió que lo peor que puede pasar en un deporte es quedar en cuarto lugar en los Juegos Olímpicos.

Bien... entonces, ¿cómo pasó esto? Sucedió porque golpeé una rama de pino que se había congelado en la nieve. Y la golpeé con tanta precisión que simplemente rompió la unión de mi anclaje.

Nada de esto tiene que ver con el póker. Sólo lo menciono porque quería decirle al que sea que contestó que lo peor que podría pasar en era quedar en cuarto lugar en las Olimpiadas... de verdad: ¡vete al carajo!

-Léame lo que dice arriba.
-“Estados Unidos de Norteamérica contra Molly Bloom”. Apostaría fuerte al favorito.

-¿Qué piensas sobre los siguientes conceptos? Te los leeré. Matrimonio.
-Es una trampa.
-Sociedad.
-Es una broma.
-Gente.
-Creo que hay buenas y malas. Pero no confío en ellas. No confío en las personas.
-¿Quiénes son los héroes o heroínas en tu vida? ¿A quién realmente respetas?
-No tengo ningún héroe.

¿Qué les parece esa arrogancia? Incluso para los estándares de las adolescentes, parecería irracionalmente enojada por nada en particular. Pasarían otros 22 años antes de saber por qué.

-¿Te gustaría que te pagaran para ir a estudiar y que te den una maestría en cómo funciona la vida?
-¿Qué te hace creer que tú sí sabes cómo funciona y yo no?
-Soy un cliente habitual aquí y tú una mesera. Mira la maldita diferencia.

Yo. Yo soy tu trabajo.

¡No como rosquillas del puto Bluebell, Molly, porque es de pobretones!

Había considerado a Dean como un imbécil cuando lo vi. Pero en esa libreta había nueve nombres con los números de teléfono de algunos de los más ricos y famosos del mundo.

Siempre me imaginé que la sofisticación sería fácil de aprender si alguna vez la necesitaba.

Feo vestido. Horribles zapatos.

Y cuando acabó, ahí fue cuando Dean gritó: “¡Oigan! Denle propina a Molly si quieren ser invitados la otra semana”. “Denle propina a Molly”. En el fondo no me gustaba como sonaba eso. Pero eso fue en el fondo. Acababa de ganar tres mil dólares.

-¿Sabes cuántas brujas fueron quemadas en Salem?
-¿Cuántas?
-Ninguna. No quemaron brujas. Es un mito. Las colgaron. Las ahogaron o las aplastaron con pesadas rocas.

-Espera… ¿eres Molly Bloom, cierto?
-Sí.
-No te ves igual en las fotos.
-Ninguno en realidad.

-¿Sabe de mí?
-He sido informado un poco por mi hija que sabe mucho de su historia porque su madre es una idiota. Su madre lee los tabloides.
-Sí, yo también los leo.



Leí su acusación después que recibí su llamada anoche y compré su libro. Sólo voy por la página 112… Pero, Molly, ¿usted cometió un delito grave y luego escribe un libro sobre eso?

No quiero estropear el final pero es cuando el gobierno invadió mi negocio y se llevó todo mi dinero, asumiendo que todo fue hecho ilegalmente lo cual no fue así.

-¿Por qué hace que su hija lea “Las brujas de Salem”?
-Para que vea lo que le pasa a un grupo de chicas adolescentes aburridas cuando dicen puros chismes.
-Jamás leí la obra.
-Muchos la consideran la mejor obra del siglo XX.

Déjeme hacerle una pregunta. El personaje en el libro, al que llama Dean Keith, no dijo: “Rosquillas para gente pobretona”, ¿cierto? Creo que sé quién es. Creo que conozco a un abogado de bienes raíces que trabajó con él y renunció. Él dijo: “Rosquillas de negros”, ¿verdad?

-No me llamé a mí misma la Princesa del Póker.
-“Molly Bloom, la autoproclamada Princesa del Póker...”
-¿Ése es US Weekly? Estaría de acuerdo en que sería inusual para ellos imprimir algo que no fuese verdad, pero no es cierto y si piensa que una princesa puede hacer lo que hice, está muy equivocado. Entiendo que no tenga un buen concepto de mí pero, ¿qué pasaría si todas sus mal informadas y poco sofisticadas opiniones sobre mí estaban equivocadas?
-Estaría sorprendido.
-Sí, ¿sabe qué, amigo? Lo estaría.
-No me necesita. Lo que necesita es un publicista.
-¡No! ¡Necesito un maldito abogado!

-¿Cuándo fue la última vez que durmió?
-Hace un tiempo.

Siempre tienes que mirar hacia el frente. Si bajas la mirada… para ahí es adonde irás.

Mi padre es un terapeuta y profesor de Psicología en el Estado de Colorado. La segunda regla de su casa era que la excelencia académica y la excelencia atlética no eran opcionales. Y la primera regla era que él las hizo todas.

El Jugador X era de los que creía que el dinero ganado era dos veces tan bueno como el dinero recibido. Vivía para ganarle a la gente y llevarse su dinero.

Habían 47 mil dólares en el pozo y el invitado tenía en sus manos la mejor mano. Pero estaba empezando a confundirse porque le estaba hablando una estrella de cine.

El Salón Cobra puede haber pertenecido a Dean Keith. Pero el juego le pertenecía al Jugador X. A las personas les gustaba decir que jugaron con él del mismo modo que les gustaba decir que montaron un Fuerza Aérea 1.

El póker era mi caballo de Troya en el nivel más alto de las finanzas, la tecnología, la política, el entretenimiento, el arte.

La gente me ha preguntado cuál era mi meta en ese momento, cuál era mi objetivo final. En ese entonces, me habría reído de la pregunta. Fui criada para ser campeona. Mi meta era ganar. ¿En qué y contra quién? Esos eran sólo detalles.

La carrera de leyes puede esperar otro año.

Sólo en caso de que tu abogado no lo mencione, la próxima vez que te presentes delante del juez podrías repensar tu atuendo. ¿Bien? Te pareces a la versión Cinemax de ti misma.

-Sí, Su Señoría. Charles Jaffey por la acusada.
-¿Sólo por a propósito de esta audiencia?
-No, señor. Soy el abogado de Molly Bloom. Ella leyó la acusación, la discutió con su abogado, renuncia al derecho de que se la lean y se declara inocente.

Yo era una gran estudiante y una gran esquiadora en todas partes. Menos en mi propia casa.

A medida que crecía, comencé a provocar a mi padre sin saber realmente lo que estaba haciendo.

-¿Qué aprendieron hoy en la escuela?
-Aprendí que Sigmund Freud era tanto un misógino como un idiota. Y que todo el que confía en sus teorías de psicología humana es un cretino.

-A Barbara Linwood no le gustan los hombres, Molly.
-No le gustan los penes, papá. Hay una diferencia.



-Ignoro a mis profesores, cuido cómo hablo y respeto la mesa de la cocina. ¿Qué más necesito hacer antes de que pueda estar en desacuerdo contigo?
-Ganar tu propio dinero para que puedas vivir en tu propia casa y comer tu propia comida.

Un mazo de 52 cartas produce cientos de millones de patrones aleatorios. Pero cada vez que uno de ustedes pierde dos semanas seguidas, ¿crees que algo sospechoso pasa? Vamos...

Y si no tuvieras ese trabajo no tendrías el juego. ¿Entiendes lo que digo?

-Estás ganando miles en propinas cada semana, ¿por qué te preocupas por $450 a la semana?
-Porque no quiero ir a recoger tu ropa de la tintorería gratis.

-Necesito decirte esto muy claramente y necesito saber que lo entendiste.
-Dean.
-No eres importante, ¿me escuchaste? Y estás despedida. Del trabajo y del juego estás despedida.

¿Puedo darte un consejo? Quítate el aire de perra. Deja el aire de superior. Y ve a la oficina, busca tus cosas y sal de ahí antes de que llegue.

-Organizaré un juego en esta suite todos los martes por la noche. Si juegan esta noche, tendrán garantizada una silla por un año. Si prefieren jugar en el Salón Cobra, no habrán resentimientos.
-Juguemos.

El juego era mío ahora.

Hay un dicho en mi negocio. No violes la ley cuando estás violando la ley.

Estos tipos podían comprar cualquier cosa. Pero aquí, en esta habitación, no podías comprar la victoria. No podías comprarme, ni comprar a las chicas. Y no podías comprar un asiento en la mesa. No hay nada tan dulce como una victoria por la que te esfuerzas.

Estás suplicando que tu vida se convierta en un infierno muy público.

-¿Por qué simplemente no le das a tu esposa e hijos un descanso y los atropellas con una limusina?
-Me encanta la manera en que me hablas.

-Sabes… no me gusta jugar póker.
-¿Por qué lo haces?
-Me gusta destruir vidas.

Era Brad Marion, al que todos llamaban el Malo Brad porque era excepcionalmente terrible en este juego. Si hubiera un peor jugador en el mundo, Brad todavía encontraría una forma de perder contra él.

-Brad, este juego podría no ser para ti.
-Sé que no soy experimentado con las cartas.
-No, no lo eres. Aquí están tus pérdidas luego de diez semanas. Y has ganado... nunca. De hecho es una anomalía estadística.
-Sí, lo sé. Me gusta jugar con los chicos. No tengo muchos amigos. No me quites el asiento.

Resulta ser que el Malo Brad sabía lo que estaba haciendo. Estaba buscando clientes. Soltó cien mil en el juego y consiguió cuatro millones para su fondo de inversión libre. Diles quién es el listo esta semana.

-¿Estaban intervenidos mis teléfonos?
-No.
-Gracias a Dios.
-Estaban intervenidos los teléfonos de todos con los que hablaste.

Te ves como el gato que se comió al canario y luego se lo dijo a los padres del canario.

-Me gusta el libro. Buena historia, bien contada.
-Gracias.
-Pero necesito que lo repitas. Desde el principio y esta vez sin saltarte a los rusos.



Así que, para demostrar la santidad de la confidencialidad abogado - cliente, estás traicionando la confidencialidad de todos tus otros clientes.

Jugaba cerrado, no daba mucha acción y siempre tenía su dinero a buen recaudo, lo que significa que estaba manejando las probabilidades. En otras palabras: estaba jugando al póker mientras que los otros estaban apostando.

Harlan, el mejor jugador de la mesa, el mejor jugador de la mayoría de las mesas, estaba a punto de ser engañado por la victoria, de todas las personas, del Malo Brad. ¿Cómo? Porque Harlan nunca había jugado con Brad antes. Y aún no sabía que Brad era malo.

Harlan sólo perdió cerca de 40 mil dólares en esa mano. Pero un interruptor de corriente explotó y Harlan buscaba sangre ahora. La de todos.

Para las 5 de la mañana, Harlan bajó medio millón de dólares. Abandonó todo lo que sabía de póker y estaba jugando como un chico de fraternidad, abanicando por un home run en cada mano.

Ésa debería ser la segunda línea del obituario de cada jugador: “El Sr. Feldstein murió mientras intentaba volver a estar a mano”.

Harlan nunca se desquitó. Y nunca llegó a la fiesta de cumpleaños de su esposa. Solicitó el divorcio dos días después.

-Me desapruebas.
-No es personal.
-Se siente personal cuando charlas con cada chico del juego excepto conmigo.

-¿Sabes quién es el mayor ganador en este juego? Eres tú. ¿Sabes quién es el segundo mayor ganador?
-Mira...
-Tú.

Tu dinero es mi dinero.

Perdí el juego. Fue el siguiente martes. Un juego nocturno. Esperó hasta que supo que yo estaba de camino al hotel. Y luego me mandó un mensaje. Decía: “Vamos a jugar en el Salón de Dave esta noche. No hace falta que vayas”.

Hay un tipo que se sienta afuera de mi Starbucks con un letrero de cartón que dice: “Veterano de Vietnam”. Y cada mañana le doy 25 centavos. Y ahora mismo, la única diferencia entre tú y él, es que tú tienes una historia.

Apuesta en grande o vete a casa a vivir con tu madre por el resto de tu vida.

Te estoy negando el permiso para invalidar toda mi carrera.

El juego me había dado una identidad, respeto y un lugar definido, en un mundo que era inaccesible. Y en un latido irracional, me lo habían quitado. Fui irrelevante y olvidada en una noche.

Habían pasado dos semanas desde que perdí el juego e hice una cita para ver a alguien, porque ahora la humillación y la depresión habían dado paso a una cegadora ira por mi impotencia ante los caprichos injustos de los hombres. Era que no había reglas. Estos movimientos de poder no fueron enmarcados por el bien y el mal. Fueron sólo por el ego y la vanidad. Caprichos egoístas sin mirar las consecuencias. Sin equidad, sin justicia.



No podía perder ante esa mierda de pantalla verde y no quería que un terapeuta me hiciera sentir bien al respecto.

¿Saben qué me hace sentir bien acerca de perder? Ganar.

No podíamos prometerle a nadie que se codearían con estrellas de cine. Pero New York tiene una cosa que Hollywood no tiene: los Yankees. Y había un Yankee en particular con el que todos los hombres de Estados Unidos les gustaría perder.

-No digan su nombre en voz alta. Escríbanlo en una servilleta de cóctel, arruguen la servilleta, pónganlo en un vaso de agua para que vean cómo se disuelve la tinta.
-¿Eso es realmente necesario?
-No, no es necesario.

Tienes cientos de miles en la calle. Y ese dinero no lo vas a volver a ver.

La gente no se da cuenta de que los niños con fondos fiduciarios sufren en esta economía también.

Segundo: no intentes esto en el juego de nadie más porque si lo haces, van a expresar su ira de modos muy diferentes al mío.

Si no podía pagar, una vez, sería el final del juego. Yo era la casa. Así de rápido tomé la decisión. E igual de rápido, B calculó el 2% del pozo y lo sacó de la mesa. Eso fue todo. Acababa de tomar una parte, violando el Código Penal de los Estados Unidos de América de 1955.

-Sobre el juego de Brooklyn... ¿todo lo que he oído es verdad?
-¿Qué has oído?
-Que los rusos tienen bolsillos profundos, son malos en el póker, dan acción, pagan al instante y llevan abrigo y corbata.
-Todo es cierto.

-Yo me llamo Shelly. Sólo una letra diferente. Además, soy multimillonario. Creo que te he visto desnuda.
-No. Lo recordarías.

-Así que… espero que aceptes esto como garantía temporal.
-Eso es... un Monet auténtico.
-Lo agarré de la pared.

Si estás diciendo que todo lo que pasa desde el momento en que te arrestan está diseñado para persuadirte de que te declares culpable, estás en lo cierto.

-Hacienda puso un gravamen fiscal sobre el dinero que me quitaron.
-Estás bromeando.
-De acuerdo. Nada de eso importa. Tomar mi dinero no era un impuesto. También necesito darles mi dinero. O se lo llevarán otra vez.

-Cada vez que quieras huir de casa puedes ir a vivir conmigo.
-Luego descubrirás que no tiene casa y vas a volver conmigo.

-No hay ninguna ley que dice que no puedas golpearlo en la cabeza.
-Hay una ley que dice eso. Es lo primero que le enseñé a leer.

-Para que conste: la ley de 1955, de la que estoy acusada de violar, define el juego como apuestas en juegos de azar.
-Sí.
-El póker no es un juego de azar. La ruleta es un juego de azar. El póker es un juego de habilidad.

No parecía depresión. Se sentía más violento. Estaba cansada de vivir en la fraternidad que había construido para degenerados. Estaba cansada de la codicia. La mía, no la de ellos. La de todos. Estaba cansada de estar drogada todo el tiempo. Estaba harta de vivir en el área gris. No podía reconocerme a mí mismo y lo que reconocía. No podía soportarlo.

Soy la mujer con la que siempre todos ustedes han soñado. Soy la anti-esposa. Yo te animo a apostar.

-¿Sabes quién era Circe?
-Circe. ¿Jugaba en el juego de Teddy Chin?

Miraron alrededor del bar inconscientemente. Estaban fuera de su elemento. Y los tipos duros tratan de mirar más rudos cuando están inseguros.

A veces Dios actúa rápido. Mi cara había sanado lo suficiente para que un poco de maquillaje escondiera los moretones que habían quedado.

¿Por qué estás escondiéndote en el baño?

-Solamente en el teléfono intervenido de Mike Davidov, sólo en el de Davidov, su nombre aparece unas 19 veces. “Necesitamos a Molly”, “Busca a Molly”, “Trae a Molly”. Sugiere que eres importante para su negocio, así que es difícil para mí creer que alguien con su ingenio y obvio intelecto...
-Están hablando de la droga. “Busca la droga”, “Trae la droga”, “Necesitamos droga”, es... hablan de la droga, el éxtasis.
-¡Mierda!... mi oficina estuvo al lado de la tuya por dos años y te he visto hacer algunos movimientos estúpidos, pero nunca he visto a ningún fiscal meter la pata del modo en que lo acabas de hacer.

Ella pudo haber escrito un libro éxito de ventas y tener dinero de por vida. Fácil. Ella tiene el boleto ganador de lotería y no lo va a cobrar.

-Estos son unos guantes Chanel de cuero de US$800. Te los cambio.
-¿Unos guantes de US$800?
-Y te mantienen las manos calientes como uno de US$10.
-¿Señora, está bien?
-Sí. Me estoy despojando.

-Dobla tus rodillas.
-¿Papá?

-Escucha, no es gran cosa, pero por lo que vi allá afuera, creo que estás teniendo una pequeña crisis nerviosa.
-Es extraño. No puedo pensar en una razón.

-Quiero ver tu pulso.
-¿Encontraste un pulso?
-Sí. Sólo admiraba mi reloj.

Entiendo que no soy bienvenido en tu vida ahora mismo como tu padre aunque deberías saber que me importa una mierda si soy bienvenido o no. Pero no estoy aquí en calidad de tu padre. Soy indiferente a si tu padre vive o muere. Soy un terapeuta de altos honorarios y estoy aquí para darte una sesión gratis.

-Muy bien, vamos a hacer tres años de terapia en tres minutos.
-¿Cómo?
-Voy a hacer lo que los pacientes han estado pidiendo a los terapeutas que hagan por cientos de años... Sólo te daré las respuestas.

-No empezaste con las drogas hasta el final. No eran el problema, eran el remedio. Fue para que pudieras controlar a hombres poderosos. Tu adicción era tener poder sobre hombres poderosos.
-¿Eso es lo que realmente piensas?
-No. Lo sé con certeza. Ahora has completado tu primer año de terapia.

-¿Crees que fuiste un buen marido?
-¿Qué te importa?
-Me importa porque estabas casado con mi madre. Me preocupo porque mi padre es un idiota.
-Felicitaciones, has completado el segundo año. Y para que conste: tu padre crio tres niños con el salario de un profesor universitario. Uno de ellos es dos veces campeón olímpico, seleccionado en la sexta ronda de las Águilas de Filadelfia y un destacado filántropo. El otro es cirujano cardiotoráxico en el Mass General. Y la tercera, se las arregló para construir un negocio multimillonario usando no mucho más que su ingenio.
-Estoy a punto de declararme culpable en la Corte Federal.
-Bueno, nadie es perfecto.



-Última pregunta, Mol. Yo la responderé. Pero tú tienes que hacerla. Tienes que hacerla.
-¿Por qué no te gustaba tanto como mis hermanos?
-Ahí está.

Es porque sabía que lo sabías.

-No. Lo sabías desde que tenías cincos años. Me viste en el auto y realmente no sabías lo que viste. Lo sabías, cariño. Y sabía que lo sabías y así... y así es como reacciono a la vergüenza. Y tú reaccionaste mostrando desprecio por mí, conduciendo mi auto contra un McDonald' s.
-¿Y queriendo tener poder sobre hombres poderosos?
-No. Eso fue una cortina de humo para enfadarte.

Tropezaste con un palo. ¿Bien? Hace doce años, tropezaste con un palo. Fue una cosa entre un millón. Tropezaste con un palo. Eso es lo que hiciste mal.

Ahí está tu sesión. Es curioso lo rápido que puedes ir cuando no cobras por hora.

Soy tu padre. Tratar de comprender lo mucho que te quiero sería como tratar de visualizar el tamaño del universo.

-No sabía que te habían golpeado hasta que lo leí en tu libro. Fue una forma increíble de aprenderlo. Deberías saber que contrataré a alguien para encontrar al tipo que lo hizo. Luego voy a contratar a alguien para que lo mate.
-Ni siquiera bromees con eso.
-No lo hago.

-¿Sabías que conocemos a qué huele el centro de nuestra galaxia? Huele a ron y frambuesas. El centro de la galaxia es el formiato de etilo, que es el mismo gas que le da su olor al ron y a las frambuesas su sabor.
-¿Cómo sabes esas cosas?
-Para mantenerme ocupada durante los juegos, navegaba por Internet. Luego empecé a tomar cursos en línea. Estoy a 12 créditos de una licenciatura en astronomía. Ni siquiera sabía que estaba inscripta.

-Quiero agradecerte por lo que dijiste esta noche.
-Fue Stella quien me pidió que fuera tu abogado. Leyó el libro. La acusé de leer basura. Pero ella defendió el libro, impresionantemente. Y luego te defendió a ti. Eres su modelo a seguir.

No serás anónima, Molly. ¡Serás un blanco!

Guardaste sus secretos. ¿Dónde está la gente que estás protegiendo al no contar toda la historia en el libro, arreglando el caso de Brad Marion, al no tomar cinco millones de tu propio dinero para ir a prisión? ¿Adónde fueron todos?

-No son sus nombres los que protejo, Charlie. Es el mío.
-Eso es genial. Bueno, no tenemos el lujo de la integridad. Tienes que tomar el trato.

-Molly Dubin Bloom…
-Estaremos aquí toda la noche…
-…es mi nombre.
-…hasta que entiendas... Hasta que entiendas que a nadie le importa una mierda tu buen nombre.
-A mí sí.
-¿Por qué?
-Porque...
-¿Por qué?
-Porque... ¡Dime por qué!
-¡Porque es todo lo que me queda! Porque es mi nombre. “Y nunca habrá otro”.
-¿Ahora lees “Las Brujas de Salem”?
-Sí. Todos tienen razón. Es genial.

Y entonces algo pasó.

Este Juzgado está localizado de Wall Street. Lo sé por mi experiencia personal, tratando de cerciorarme de eso: los hombres y mujeres que trabajan allí cometen crímenes más graves hoy, a la hora del almuerzo, de lo que la imputada ha cometido en esta acusación.

Y en medio de todo, tan cordial como uno, la realidad comienza a arrastrarse hacia ti como la marea. Y esa es la primera vez que se te ocurre: “¿Qué hago ahora?”.

¿Algo bueno salió de esto? En realidad no. Pero aprendí algo alentador. Soy muy dura de matar.

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