1.3.18

la rebelión de los distintos


LA FORMA DEL AGUA
data: http://www.imdb.com/title/tt5580390

“La forma del agua” me hizo acordar a esas bellísimas cajas finamente decoradas que, una vez abiertas, tienen bombones de medio pelo. Valorás el paquete, la imaginación de su composición, el talento puesto en el desarrollo del envase pero al final nos deja un sabor a poco, esa desilusión de ir al hueso y que se parezca a tantos otros. Guillermo del Toro arropa su cuento de hadas con las mejores galas. Pero, en muchos puntos, es demasiado obvia, demasiado calculada, con un final que no pega lo que tiene que pegar.

“La forma del agua” es una especie de revancha de los distintos, aquellos disminuidos físicamente, discriminados por el color de su piel o su gusto político o sexual. En plena Guerra Fría, cuando el fuerte, el blanco anglosajón y protestante, se impone e impone su visión del futuro, operan en los bordes aquellos que no están en el promedio. Y su vitalidad de sobrevivir, de amar y ser amados, triunfa. El futuro de Strickland (el malvado jefe de seguridad que encarna Michael Shannon) es una antigualla del pasado. Todas las creencias de Strickland están a punto de ser derrumbadas porque el futuro será de la diversidad, de los diferentes, de los que concuerdan en amarse con sus diferencias. El oscuro, prepotente, limitado futuro de Strickland se disuelve como sus dedos corrompidos por la gangrena.



Guillermo del Toro recurre a una historia de amor para encarnar esta idea, con la relación entre una chica muda y el monstruo del río. ¿Qué es lo que le ve ella en la criatura para enamorarse? Lo define en un diálogo con su amigo Giles: “Cuando me mira, la forma en que me mira... no sabe lo que falta en mí. O porqué estoy incompleta. Él ve lo que soy, cómo soy. Y él está feliz de verme. Cada vez, cada día”. Ésa es la clave: ver al otro fuera del estereotipo, verlo cómo es, amarlo tal cual viene. Abstraerse de lo faltante y estimar lo concreto, lo tangible.

En lo que se destaca, claramente, “La forma del agua” es en la construcción visual del relato. La fotografía del danés Dan Laustsen y la Dirección de Arte de Nigel Churcher son los pilares para traducir la imaginería de del Toro. La película tiene escenas memorables, con esa patina verdosa y oscura, esa sensación de humedad y alga y deterioro. La escena de amor en un baño inundado hasta el techo es una de mis preferidas del filme. Otra: cuando Elisa ofrece un huevo duro a la criatura sumergida en el tonel de contención. Escenas de una poesía oscura.



La otra pata que sostiene al filme es el nivel de las actuaciones. Sally Hawkins es una revelación en su papel de Elisa. Es todo ojos y luz que ilumina su rostro. Michael Shannon luce siniestro y oscuro, uno de los actores preferidos de esta página. Richard Jenkins construye con mucha delicadeza a un ilustrador gay, sensible y solitario.

Indicamos que el final nos pareció flojo. Me dio la sensación de que, cuando la trama se torció hasta el límite, del Toro no supo cómo darle otra vuelta de tuerca. Me dio la sensación de ser una excusa para salir de la película más que un final. Como la admisión de que la historia no podía avanzar más allá y había que correr el telón de manera forzada.



Como reflexión final, en este juego de los Oscars, “La forma del agua” me parece bastante inferior a “3 anuncios para un crimen” o “The Post” para citar las películas en disputa. Pero como los premios de la Academia dejaron hace tiempo de tener relación con los valores intrínsecos de las películas sino que se abrieron a reivindicaciones políticas y sociales, “La forma del agua” se puede llevar todos los premios… o no. ¿Quién lo sabe? Pero si fuera por mí, optaría por las otras dos ya mencionadas.

Ése es mi voto. Mañana, las mejores frases.

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