16.5.05

sufrimiento y evolución

Pero pasando por alto las infinitas y bellísimas adaptaciones que encontramos por todas partes, habría que preguntar dónde está esa organización generalmente benévola del mundo. De hecho, algunos autores están tan impresionados por la cantidad de sufrimiento que hay en el mundo que no sabrían decir, considerando la totalidad de los seres sensibles, si hay más desgracia o felicidad, si el mundo en conjunto es bueno o malo. A mi juicio, la felicidad predomina decididamente, pero esto sería muy difícil de demostrar. Si se acepta como verdadera esta conclusión, concordaría bien con los efectos que podemos esperar de la selección natural. Si todos los individuos de una especie tuvieran que sufrir habitualmente en grado extremo, no se molestarían en propagar su linaje; pero no tenemos razones para creer que esto haya ocurrido siempre, o al menos con cierta frecuencia. Además, algunas otras consideraciones llevan a creer que todos los seres sensibles han sido formados para gozar, como regla general, de la felicidad.

Todo el que crea, como creo yo, que todos los órganos corporales y mentales de todos los seres vivos (excepto los que no son ni ventajosos ni desventajosos para su poseedor) se han desarrollado por selección natural, o por la supervivencia de los mejor adaptados junto con el uso o el hábito, tendrá que admitir que dichos órganos han sido formados para que sus poseedores puedan competir eficazmente con otros seres vivos, y así aumentar su número. Ahora bien, un animal puede ser inducido a seguir la línea de acción que resulte más beneficiosa para la especie por el sufrimiento —dolor, hambre, sed y miedo— o por el placer, como al comer, beber y propagar la especie; o por ambos medios combinados, como cuando se busca alimento. Pero el dolor o el sufrimiento, del tipo que sean, si continúan durante mucho tiempo, causan depresión y reducen la eficacia de las acciones; sin embargo, es una buena adaptación para que toda criatura se proteja contra males grandes o repentinos. En cambio, las sensaciones agradables pueden continuar durante mucho tiempo sin ningún efecto depresivo; al contrario, estimulan todo el sistema favoreciendo la acción. Así se ha llegado a aceptar que todos o casi todos los seres sensibles se han desarrollado de este modo, por selección natural, y que las sensaciones agradables sirven como guías habituales. Esto lo comprobamos en el placer del esfuerzo —a veces, incluso, de un gran esfuerzo del cuerpo o la mente—, en el placer de nuestras comidas diarias, y sobre todo en el placer derivado de la sociabilidad y de amar a nuestras familias. No me cabe ninguna duda de que la suma de placeres como éstos, que son habituales o muy recurrentes, proporciona a casi todos los seres sensibles una mayor cantidad de felicidad que de sufrimiento, aunque a veces muchos individuos sufren mucho. Este sufrimiento es perfectamente compatible con la creencia en la selección natural, que no es perfecta en su actuación, sino que tan sólo tiende a lograr que cada especie sea lo más eficaz posible en la lucha por la vida con otras especies, en circunstancias maravillosamente complejas y cambiantes.

Nadie discute que hay mucho sufrimiento en el mundo. Algunos han intentado explicarlo con respecto al ser humano, suponiendo que sirve para su perfeccionamiento moral. Pero el número de hombres que hay en el mundo no es nada en comparación con el de todos los demás seres sensibles, y éstos a menudo sufren mucho sin ninguna mejora moral. Este antiquísimo argumento de que la existencia del sufrimiento contradice la existencia de una Primera Causa inteligente me parece bastante sólido; al mismo tiempo, como acabo de decir, la existencia de mucho sufrimiento concuerda con la creencia en que todos los seres orgánicos se han desarrollado por variación y selección natural.

CHARLES DARWIN
Autobiografía
citada por Martin Gardner en “¿Tenían Adán y Eva ombligos?”

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