Tenía diez años y quería que mis padres me abonasen a un semanario que publicaba las obras maestras de la literatura en historietas. No por tacañería, quizá desconfiase de los tebeos, mi padre trató de escurrir el bulto. “El objetivo de esta revista”, sentencié entonces, citando el lema de la serie, porque era un chico astuto y persuasivo, “consiste básicamente en educar entreteniendo.”
Mi padre, sin levantar la vista del periódico, dijo: “El objetivo de tu revista es el mismo del de todas las revistas, vender lo más posible.”
Aquel día empecé a volverme incrédulo.
UMBERTO ECO
El péndulo de Foucault
21.6.05
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