3.6.05
otra de woody
MELINDA Y MELINDA
El comienzo de "Melinda y Melinda" promete una gran película de Woody Allen. En un típico restaurante neoyorquino, cuatro amigos (tres hombres y una mujer) hablan sobre lo ridículo y trágico de la vida. Hay dos escritores en la mesa: uno escribe comedias; el otro dramas. Para el primero, la gente ríe porque huye de la tragedia de la vida. No le cabe dudas: la vida es esencialmente trágica. Y por eso es más valiosa la tragedia. Para el otro, es tan absurdo vivir, todo ese esfuerzo para perderse al final que no hay otro modo que tomárselo a risa. La vida es esencialmente cómica. Y por eso, la comedia es lo más genuino. Uno de los amigos interviene: lanza sobre la mesa una historia de vida que le contaron la noche anterior, una mujer que interrumpe una cena diciendo que ha ingerido pastillas para suicidarse.
Desde ese momento, se arma un contrapunto entre los escritores: para uno, es el principio de un drama personal de hondo contenido humano; para el otro, es una típica comedia romántica. Y así se despliega "Melinda y Melinda", un cruce constante entre dos historias, una trágica y otra cómica, a partir de esa escena inicial de la protagonista (la misma, la única que se repite en ambas historias) cayendo del cielo a una cena de negocios.
Si ese planteo promete, el desarrollo presenta signos de fatiga, básicamente porque las historias sólo tienen en común el planteo, para derivar por otros caminos, independientes una de otro. Apenas hay un tema general: el egoísmo del amor, lo absurdo que aquello que empezó como un prometedor romance termine tan pobremente. Pero las historias no están lo suficientemente imbricadas en la tesis, corren por vías separadas, no paralelas, y eso le quita cierto valor al ejercicio de guión que Woody Allen intentó con "Melinda y Melinda". Algunas coincidencias de ambas historias (el palco de las carreras, el enamorado que toca el piano, el actor fracasado) son simples juegos de guionista, más que elementos dramáticos útiles como sucedía, por ejemplo, en las tres historias de “LaS horas”. Los desenlaces de ambas historias pecan de cierta convencionalidad, más aún en una película de Woody Allen.
Igualmente, como decimos siempre que comentamos una película de Woody Allen, aún una película menor en su filmografía (como lo es, indudablemente, esta "Melinda y Melinda") tiene más ideas que el promedio del resto de las producciones estrenadas. No es está la excepción, pero que el seguidor de Allen no vaya a pensar que se va a encontrar con una de las grandes cumbres de su filmografía. Es una película más, con algunas ideas interesantes, pero no del todo bien explotadas.
La gran protagonista es Radha Mitchell, la australiana que encarna a la bipolar Melinda, con mayor eficacia en la comedia que el drama. Se destaca Chloë Sevigny, los breves momentos de Chiwetel Ejiofor y un comentario: Will Ferrell es la copia del Woody Allen de hace cuarenta años.
Escenas: la inicial, contada en dos bandas; la escena en la que Hobie encuentra a su esposa en la cama con otro hombre; el coqueteo entre Laurel y Ellis; el diálogo de las tres amigas en el puente. Frases: "Melinda tenía una reputación posmoderna en la cama"; “La tragedia enfrenta. La comedia evade”; “¿Qué son dos millones para un multimillonario?”; “¿Qué pasa? Antes hacíamos el amor a todas horas. Ahora hay excusas”, “Paso un momento creativo emocionalmente difícil”, “¿Crees que ya no nos comunicamos?”, “Sí que nos comunicamos. Y basta de hablar de eso”; “¿A qué se dedica tu mujer?”, “¿Además de ir de tiendas? Enseña música a jóvenes sin oído en una escuela de música. Es curioso, la vida trata de un modo sádico a los grandes talentos”; “¿Cómo pasaste de vivir en el Upper East Side a St. Louis?”, “Me fui allí por él. Era una preciosidad. Tenía talento. Era sexy. Era médico. Era encantador”, “Pero ¿dónde está el atractivo?”, “Sabía cómo tocarme”, “¿Emocionalmente?”, “No, con las manos. Soy muy pasional y el sexo es muy importante para mí. Necesito mucha intimidad física, muy a menudo y creativa”, “Ya, ya, ya… Es... sí”, “¿Soy demasiado franca?”, “No, no. No pasa nada. Es que me dan sofocones”; “¿Por qué lo que empieza tan bien, acaba siempre en el tacho de la basura?”, “No para todos”, “Para todos los que tengan imaginación”; “Cuidado, no puedes ir por la vida frotando lámparas y deseando cosas. No sale bien. Te lo digo yo”; “¿Has cazado tú todos estos muebles?”; “Tengo un modo nuevo genial de interpretar al psiquiatra. Con cojera”; “Lo sé, pero puedo buscarte otro papel en el guión. ¿Qué me dices de Moe Flanders? Eres más Flanders que psiquiatra”, “¿Flanders, el ascensorista retrasado mental con labio leporino? ¿Así es como me ves?”, “Tú no tienes labio leporino”; “La está violando. ¡Seguro que le ha puesto novocaína en su margarita!”; “¿Qué es lo que quieres?”, “Quiero... querer vivir”; “Al sentarte y tocar el teclado, pensé: ‘¿Quién es ésta preciosa criatura que llena el teclado de melancolía?’ "; “¿…qué viste en mi alma, cuando nos conocimos?”; “Sueño que beso a Melinda y luego me veo en el juicio Nuremberg”; “Ya no nos acostamos casi nunca. Y la última vez, Susan se quedó tendida, mirando al infinito... como si sus padres hubieran muerto en un incendio”; “Vuelve a tu psiquiatra y díselo”, “Me recetará Prozac. Debe de tener acciones de la compañía”; “Hablemos claro. Ella es de las que siempre necesitará ayuda. Es triste, pero debemos continuar con nuestra vida”; “Creo que tengo el deber de decirte que soy liberal”, “¿Te refieres a políticamente o en la cama?”, “Políticamente. En la cama soy liberal de izquierdas”; “¿No veías que llevaba enamorado de ti mucho tiempo?”, “Ni siquiera veía que yo estaba enamorada de ti”; “Cómica o trágica, lo más importante es disfrutar la vida mientras puedes. Porque sólo tenemos un viaje y cuando se acaba, se acaba. Y con buen electrocardiograma o no, cuando menos lo esperas, fin”.
CONSEJO: esperar al video. Ahora sí vos sos seguidor de Woody, ¿qué te puedo decir?
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