9.12.05

el príncipe

"En sus cuadros hay algo como ese estremecimiento que uno ha sentido, cuando niño, al tener que atravesar el largo corredor oscuro de una vieja casa, hasta llegar a una habitación donde por la puerta entornada se filtra un haz de luz"
ARMANDO ZEGRI

Image hosted by Photobucket.com

En 1925, el Príncipe de Gales visitaría la Argentina. Una comisión de la aristocracia porteña se había organizado, un año antes, para planear los agasajos debidos al ilustre visitante. Una de las propuestas fue regalarle un cuadro y Koek Koek fue el elegido. Se pactó el precio, $10 mil, una pequeña fortuna en esos días.

La fecha de la llegada del Príncipe se iba acercando y Koek Koek no había pintado nada. Es más: ya se había gastado los materiales y el dinero a cuenta que se le había adelantado. Los miembros de la Comisión empezaron a apurarlo. Faltaban horas para la llegada del Príncipe y de la pintura no había ni un inicio. "No tengo plata para comprar pinturas. No puedo pintar sin pinturas" se quejó Koek Koek.

Image hosted by Photobucket.com

Al borde del ataque de nervios, se le adelantó un dinero. De vuelta de comprar las pinturas, Koek Koek entró en la cigarrería de Florida y Lavalle y se compró la caja de habanos más cara que encontró. Salió a la calle, fumándose un puro de la caja recién abierta y gritó: "¡Veleros en Sol de Mayo!".

Ese sería el título del cuadro que compuso en unos minutos, medio día antes de la llegada del ilustre visitante que quedó conmovido ante el cuadro, según cuentan los testigos presenciales de la entrega del regalo.

Image hosted by Photobucket.com

Pero fue mayor motivo de satisfacción para Koek Koek que para el Príncipe de Gales. En el restaurante de Rivadavia y Jujuy, pidió el mejor vino blanco de la casa y langostinos. Se fumó un habano y brindó con una copa de coñac.

(continuará)

No hay comentarios.: