5.2.07
monsieur Le Blanc (parte III)
La contribución de Germain se habría atribuido por siempre al misterioso monsieur Le Blanc de no haber sido por Napoleón. En 1806, Napoleón se encontraba invadiendo Prusia y el ejército francés estaba tomando una tras otra las ciudades alemanas. Ante el temor de que el destino que sobrevino a Arquímedes pudiera arrebatar también la vida de Gauss, su otro gran héroe, Germain envió un mensaje al general Joseph–Marie Pernety, amigo suyo que estaba al mando de las fuerzas avanzadas, y le rogó que garantizara la seguridad de Gauss. El general presto un cuidado especial al matemático alemán y le comunicó que debía su vida a mademoiselle Germain. Gauss quedó agradecido, pero sorprendido a la vez de que nunca hubiera oído hablar de Sophie Germain.
El juego había concluido. En su próxima carta a Gauss, Germain reveló a regañadientes su identidad real. Lejos de enfadarse por el engaño, Gauss le respondió complacido: “Cómo describirle mi sorpresa y estupor al comprobar que monsieur Le Blanc, mi estimado correspondiente, se metamorfoseaba en este distinguido personaje que sirve de tan brillante ejemplo a lo que yo mismo encontraría difícil de creer. El gusto por las ciencias abstractas en general, y sobre todo por los misterios de los números, es tremendamente inusual, lo cual no me sorprende porque los seductores encantos de esta sublime ciencia se manifiestan tan sólo a aquellos que poseen el valor para ahondarla en profundidad. Sin embargo, cuando una persona, según nuestras costumbres y prejuicios, se ve obligada a tropezar con muchísimas más dificultades que un hombre, por pertenecer al sexo contrario, a la hora de familiarizarse con estos estudios espinosos y, a pesar de todo, consigue vencer los obstáculos y penetrar hasta sus rincones más oscuros, entonces esa mujer goza sin duda del ánimo más noble, de todo un talento extraordinario y de un genio superior. En efecto, nada me demostraría de un modo tan lisonjero y tan poco equívoco que los atractivos de esta ciencia que ha enriquecido mi vida con tantas alegrías no son una quimera, igual que no lo es la predilección con la que usted la ha honrado”.
La correspondencia que Sophie Germain mantuvo con Carl Gauss inspiró gran parte de su producción, pero en 1808 la relación de ambos terminó con brusquedad. Gauss había sido elegido como profesor de Astronomía en la Universidad de Gotinga, por lo que su interés por la teoría de números evolucionó hacia unas matemáticas más aplicadas, y no se molestó más en responder a las cartas de Germain.
SINGH SIMON
“El enigma de Fermat”
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