5.2.08
la guerra de un solo hombre
JUEGO DE PODER
Ni drama, ni comedia, ni sátira. Un poco de cada cosa para una película política más que interesante para conocer el detrás de escena del poder en el Gran País del Norte (ayuda: no es Bolivia). Una historia que se remonta al origen de Bin Laden en los estertores de la Guerra Fría, a partir del compromiso de un diputado, Charlie Wilson (que efectivamente existe y puede visitarse su sitio en Internet: http://www.charliewilson.house.gov). Sin ser brillante, “Juego de poder” no pasa indiferente. Exige, eso sí, cierto manejo de información de lo que era la Guerra Fría y lo que significó la invasión soviética a Afganistán. Y suspender esa sensación de inmoralidad que se desprende de la película, ese supuesto inicial de que Estados Unidos puede hacer lo que quiera en donde quiera, cuando se le dé las ganas, por destino manifiesto. Pero, exceptuando ese color local, “Juego de poder” aporta una visión interesante a un momento histórico con repercusiones en la actualidad.
Charlie Wilson era un diputado varias veces reelegido, más bien gris, componedor y amable. Todos le debían favores y él le debía un favor a todos. Pero tenía una característica: cuando prometía algo, lo cumplía. Ese tipo campechano, se le ocurre un día duplicar el presupuesto secreto del Congreso de $5 millones de dólares para financiar operaciones secretas contra los rusos, con el propósito de apoyar a la resistencia afgana. Esa acción, decidida en un pasillo, lo pone en el centro de atención de un grupo republicano encabezado por una millonaria texana con los rulos y el cuerpo (veterano pero atractivo) de Julia Roberts (¡bienvenida al cine! Te estábamos extrañando).
Y esa es la señal de largada para que Charlie Wilson se involucre, más y más, en la causa afgana, enrolando a un desplazado agente de la CIA (el genial Philip Seymour Hoffman) y a cuanto legislador con afán patriótico encuentre a mano. Del inicial presupuesto de $5 millones, Wilson logra llevarlo a $1 mil millones en unos pocos años. Los afganos le ganan al Imperio Soviético y la dictadura comunista se resquebraja fatalmente. Todo por la intervención de un tipo marginal que opera fuera de la política del Departamento de Estado y que desencadena una catarata de causas que ni él mismo sospecha.
La historia atrae por los ricos detalles de los personajes. El protagonista es un diputado fiestero, afecto a las mujeres bonitas y al whisky, en proporciones iguales. El agente de la CIA Gus Avrakotos es un cabrón marginal que ha sido exiliado en la estructura de la Agencia por pelearse con cuanto pavo con cargo de jefe se ha cruzado en su camino. Y la millonaria texana, es una fundamentalista religiosa que no tiene problemas de abrirse de piernas por la Patria e insuflar, en un hombre políticamente al margen, el deseo de gloria.
El tono zumbón, muy apto para la comedia ácida, tal vez quite esa pátina de gloria a los personajes. Pero no lima, ni un poquito, las aristas más interesantes de los protagonistas.
Hay dos apuntes interesantes en el filme. Primero, comprender que el accionar de los Estados Unidos no es coherente ni único. Hay poderes dentro de los poderes, lugares aparentemente marginales que pueden terminar decidiendo una situación internacional, a partir de compromisos particulares alejados de toda decisión geopolítica.
La otra línea es la facilidad de juntar fondos para gastarlos en armas y la inmensa dificultad de conseguirlos para educación, salud y obras de infraestructuras. El mismo Wilson que consiguió mil millones para la guerra, no logra reunir un millón para escuelas en la Afganistán post-invasión.
Escenas destacadas: el diálogo final entre Wilson y Avrakotos; la primera reunión entre ellos dos; el viaje de Wilson al campo de refugiados afganos; el “gag” de Rudolph Giulani investigando a Wilson.
Las mejores frases mañana.
CONSEJO: se puede esperar al DVD, pero es una buena opción en cine.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario