9.3.08

el ciudadano Plainview

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PETRÓLEO SANGRIENTO

Se ha relacionado a “Petróleo sangriento” con el clásico de Orson Welles,“El ciudadano”, una descripción del hombre de negocios americano. Disentimos: Daniel Plainview es más un retrato individual que un arquetipo social. Es la descripción de un hombre y no de un modelo. La imagen con crueles matices de uno de los más perversos caracteres que nos haya dado el cine en los últimos tiempos, un tipo que acumuló tanta frustración, tanto odio, tanta bronca, que no sabe para dónde dispararla.

Plainview puede triunfar en sus negocios y establecer un imperio con su nombre. Pero no sabe qué hacer con su dinero. Su única meta, su única necesidad dramática, es que los demás no triunfen. Su satisfacción es la derrota de los otros.

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Extrayendo el hidrocarburo de las áridas tierras del oeste norteamericano, desgasta sus años en las arenas calientes, en los peligros de la perforación, en la viscosidad del petróleo que degrada lo que toca. Su vida se gasta en las luchas por el control de la tierra. Sólo perfora pozos, sólo extrae petróleo. Los demás condimentos de una vida, están ausentes en Daniel Plainview. Y su maldad, su egocéntrica maldad, logra contaminar el negro líquido y todo aquello que toque.

Plainview ha instaurado una lucha personal (la única, al fin y al cabo) con un pastor tan inmoral como él, un religioso que vende a Dios, como Plainview vende petróleo. Esa es la confrontación dramática que atraviesa las dos horas y cuarenta largas de película, la batalla subterránea que define la supervivencia de Plainview, definida en una feroz escena final.

“Petróleo sangriento” es una monumental película, tan dura y seca como el paisaje en que se enmarca la historia. No es un filme fácil, ni una trama que se digiera sin paciencia. Pero es concienzuda la descripción del perfil de una personalidad sociópata con fuertes contrastes.

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El guión de Paul Thomas Anderson (inspirándose en la novela de Upton Sinclair) es brillante. El que espere encontrar el diálogo fluido y atestado de palabras de “Boogie Nights” o “Magnolia” que busque otra película. No es que falten diálogos (Plainview se sostiene en su discurso). Pero las sutilezas de la trama se encuentran en otros detalles, en el paisaje, la interpretación o el tono de los parlamentos, para poner de ejemplos.

Desde ya, Daniel Plainview necesita de la excepcional actuación de Daniel Day-Lewis quien no tiene una escena que no sea grandiosa. Lo suyo es de un nivel superlativo, regalándonos otro personaje antológico como su anterior Bill, el Carnicero. Desde la mirada, el tono de sus palabras, la composición física, Lewis construye un personaje que nos causa escalofríos al verlo. Cuando escuchamos sus parlamentos, adivinamos el discurrir de sus pensamientos que operan detrás, el maquinar constante esperando asestar el golpe definitivo, acechando, siempre acechando. Su composición agota los adjetivos.

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Y frente a Daniel Day-Lewis hay otra actuación excepcional que, lejos de opacarse, se magnifica por su contraparte. Es la actuación de Paul Dano (“Pequeña Señorita Sunshine”) como el pastor Eli Sunday. Encarna otro personaje de un nivel de inmoralidad distinto al de Plainview, pero no menos nocivo.

Ambos personajes representan los rasgos característicos del votante promedio de Bush. Uno engaña con la superstición; el otro con la codicia. El fundamentalismo religioso y el capitalismo salvaje. La confrontación de principios de siglo XX, hoy reunida en una alianza nefasta para el mundo.

La fotografía de Robert Elswit es otro pilar fundamental, capaz de traducir la oscuridad de los personajes, en una mañana de sol sin nubes. La paleta de colores del filme nos transmite la textura áspera, los tonos pastosos y secos, la sensación de agobio, de sequía, del polvo terroso secando la garganta. Retorna, desde la pantalla, un aire de epopeya a la obsesión de Plainview.

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Escenas destacadas: la presentación del personaje de Plainview, con las complicaciones de su primera perforación; la muerte del hermano de Plainview; la charla final entre Plainview y su hijo; la última escena del filme, con el enfrentamiento de Plainview y el pastor; el bautismo de Plainview; la explosión del pozo.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: ir a verla. Público pochoclero: siga de largo.

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