6.3.08
la historia del “trinche” carlovich (II)
Las anécdotas se suceden unas a otras, pintando al crack que gambeteó la gloria. En un partido en Los Andes, el Trinche descubre que se olvidó los documentos por lo que no podía ser inscripto en la planilla previa. Se iba a perder el partido, de no ser porque el dirigente José Tarilo de Los Andes (el rival de Central Córdoba, cabe aclarar) testificó ante el árbitro que ese jugador era el Trinche. “Déjelo juez, por favor, es una de las pocas oportunidades que tenemos de verlo jugar en Buenos Aires”pidió el directivo marcando las diferencias de esa época con la actual. Hoy se hubiera priorizado la avivada a la belleza y, seguramente, la hinchada hubiera aplaudido satisfecha.
Sus dos años en Independiente Rivadavia de Mendoza (entre 1975 y 1976) fueron, en palabras del Trinche, los mejores de su carrera. En un amistoso en Milán, volvió loco al defensor italiano que tuvo la mala fortuna de marcarlo, tirándole un caño doble (su marca registrada). El tipo lo miraba y le decía “allá no”, como diciéndole que en Italia no lo dejarían hacer eso. “Pero estamos acá” le dice el Trinche y le vuelve a tirar un caño. El defensor le contestó pegándole un planchazo en la espalda. Igual, el equipo mendocino le ganó 4 a 1 al Milán que venía invicto.
En su paso por Colón, se lesionó, las tres veces que entró como titular. El Vasco Urriolabeitia pidió una junta médica, porque sospechaba que era un tema psicosomático. La junta comprobó que era una lesión. Tras lo cual, el Trinche agarró sus cosas y dejó la institución. “Yo no me podía quedar donde no creían en mi”.
Se cuenta que cuando las defensas no se animaban a salirle y se quedaban atrás a esperarlo, el Trinche se sentaba sobre la pelota, esperándolos que se decidieran a encimarlo. “Pero no era una provocación. Por ahí ellos no presionaban y yo estaba un poco cansado, ja” recuerda el Trinche.
Una vez, en San Jorge, lo echaron de un partido. Cuando se estaba cambiando, el mismo referí entró al vestuario y pidió que volviera. Los dirigentes habían convencido al árbitro que los que habían venido a ver al Trinche se iban a enojar y terminarían armando algún escándalo.
(continúa mañana)
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