8.5.08
las comparaciones son odiosas
DOS DÍAS EN PARÍS
Como lema de marketing para vender a “Dos días en París”, se promocionó a Julie Delpy (su autora, directora, musicalizadora, intérprete, editora, productora, etc., etc., etc.) como una Woody Allen con pollera y cierto acento francés. Y, como casi siempre que se alude a la comparación con un grande, el resultado al final del camino es la decepción. “Dos días en París” no es la excepción a la regla. Detrás del todo el repimporoteo verbal, de los gags, de cierta extroversión gala, de la confrontación de los estereotipos culturales, detrás de cierto desprejuicio y transgresión, los personajes no tienen corazón. Sus proezas verbales, sus juegos (por momentos crueles) pasados por el cedazo de hora y media de película no dejan nada.
Si hablamos de los mejores momentos del maestro neoyorquino, no hay que olvidar que siempre, por más extravagantes que sean, sus personajes tienen un definido propósito dramático y circulan por una clara carretera argumental. No divagan por divagar, sino que sus gags se insertan en una estructura y sus protagonista tiene una rica dimensión psicológica.
Podemos escuchar las charlas de Marion y Jack, los protagonistas de “Dos días en París”, deambulando por la Ciudad Luz, en su cruce con decenas de personas. Pero poco sabemos de sus miedos, sus sentimientos, sus grandezas y debilidades. Apenas el susto al compromiso y la desilusión posmoderna de que uno termina con alguien no por amor, sino por el miedo de afrontar otro fracaso. La tesis es interesante; la resolución, no.
Como síntoma, el relato en off con el que Marion cierra el filme, indica la debilidad de toda la catarata verbal previa. El guión de Julie Delpy no puede expresarnos de otro modo, la tesis del filme. Algo falló para que en una película basada en un 90% en diálogos, el último parlamento sea un relato en off. Todavía queda fresco el recuerdo de “Antes del atardecer” (otra historia de diálogos, romance y París) como contraejemplo.
Escenas destacadas: los diálogos con los taxistas franceses; la pelea de Marion con sus padres por el gato.
Frases:
(El gato) no nos come porque somos más grandes y le damos de comer. Si no, nos comería.
Fue un infierno con tu padre. Lo odia. Lo llama “come-caga-duerme”.
-Aquí solo hay pervertidos que me pedían mamadas.
-¡Qué asco! ¿No se la chupaste a nadie? ¿En el arte no se estila?
-Bueno, chupar no, pero...
-Ya, sé. Sos más de lamer…
Trae al americano, que vea comida de verdad.
De hecho, simbolizas el mundo actual. Jodemos al Tercer Mundo para ayudarlos.
Nos obsesionamos por tonterías, pero lo tenemos todo. Somos burguesas de mierda. Eso. Con problemas de mierda.
CONSEJO: esperar al DVD.
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