El principio del siglo XX encuentra a Harry Houdini y su esposa Bess triunfando por Europa. Houdini pone a sus pies a las principales capitales europeas, lanzando desafíos de escapes imposibles que (con esmerado cálculo marketinero) logran ganar las tapas de los diarios.
En Moscú escapa de un tren de prisioneros con destino al oeste. Como “incentivo”, de no lograr el escape, la llave liberadora se encontraba en la estación terminal en Siberia. En Alemania, la policía del Emperador lo desafió a salir de una prisión germana, con la condición de que entrara totalmente desnudo a la celda. Aceptó el desafío y salió de su encierro, en sólo seis minutos.
En 1904, respondiendo a un desafío del Daily Miror, acepta probarse frente a las esposas de Nathaniel Hart, un herrero de Birmingham que había tardado cinco años en construir unas esposas antifuga. La tarde del 17 de marzo, en el teatro Hippodrome, ante la presencia de 4 mil espectadores y una centena de periodistas, Houdini luchó por más de una hora, oculto tras una pantalla, para poder zafarse de las esposas Hart. Cuenta la leyenda que el beso de su esposa Bess era parte del acto: dentro de su boca le deslizó la llave liberadora. Cuando emergió libre, la multitud enardeció y, alborozada, lo paseó en andas triunfalmente.
Las masas deliraban con sus hazañas, escapando de esposas, cajas fuertes, bolsas, tarros de leche, camisas de fuerza. Aunque un aura de lo paranormal sobrevuele en sus actos, las proezas de Harry Houdini era una mezcla de destreza física y sugestión. Regurgitaba llaves, ocultaba ganzúas, se dislocaba los hombros o hacía gala de su capacidad atlética que le permitía retener la respiración por más de tres minutos.
Su hermano Dash confesó que el público se emocionaba más cuando Houdini efectuaba el escape ante la vista de los espectadores. Por eso se colgaba de una grúa, en las alturas de los edificios neoyorquinos, para escapar de una camisa de fuerza, provocando el embotellamiento de las calles aledañas, por la aglomeración de las multitudes de espectadores que querían asistir a otra de sus hazañas.
Houdini fue un pionero del copyright de los trucos de magia. Demandaba en los tribunales a aquellos que le copiaban sus actos. Y si la ley no funcionaba, asistía a las funciones de sus imitadores y los ridiculizaban, poniendo al descubierto el truco.
Hay varios trucos de Houdini que alcanzaron fama histórica, como el truco del Tarro de Leche (Houdini encadenado, escapaba de un tarro repleto de leche), el escape de la camisa de fuerza, la Metamorfosis (similar al Tarro de Leche, pero Houdini era atado y encadenado, embolsado y cerrado dentro de un baúl), pero ninguno alcanzó tanta fama como la Cámara de Tortura China. Cabeza abajo, Houdini era sumergido en una cabina de cristal. Las cortinas cubrían el artefacto, poco después de verlo a Houdini golpeando el cristal, desesperado. Dos asistentes esperaban con sendas hachas al costado del artificio. Los minutos pasaban, muy lentamente y Harry Houdini tardaba en salir. El truco lo presentó el 21 de septiembre de 1912 en el Circo Busch de Berlín y lo repitió (sin problemas en su ejecución, pese a las películas que cimentaron el mito de su utilización en un trágico final) hasta su muerte.
El raid por Europa lo vuelve millonario y Harry Houdini se empieza a dar algunos gustos, una forma de revancha por la dura infancia que le tocó vivir. Compra una granja de siete hectáreas en Stamford (Connecticut) y una casa en Harlem, donde se mudará con su madre, su hermana y sus dos hermanos, convirtiéndose en su base de operaciones en Nueva York.
Todo le sonríe a Houdini en esos días. Los peores días parecen quedar detrás.
El 17 de julio de 1913, Houdini actúa para la familia real sueca. Tras la aclamada representación, Harry Houdini recibe una noticia que lo conmueve, en tal grado, que se desmaya.
Su madre Cecilia ha muerto en Nueva York.
(continuará)
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